«La validez de un compositor es eterna, si alguien fue brillante en los ochenta, puede ser brillante en la década del 2010. Eso es lo que he buscado: puedo coger las canciones que alguien tiene escondidas, encerradas y llevarlas al día de hoy, eso es demostrar que las canciones son eternas independientemente del tiempo que pase»
Hoy mismo se pone a la venta «La nave de los locos», el nuevo disco de Loquillo. Una obra especial y esperada pues en ella interpreta diez canciones firmadas por su antiguo socio Sabino Méndez. Juan Puchades conversa con él.
Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: MANEL ESCLUSA.
Hace unos años parecía imposible, pero aquí está «La nave de los locos» (DRO/Warner) para confirmarlo: un nuevo disco de Loquillo interpretando canciones de Sabino Méndez. El álbum que muchos seguidores de primera hora llevaban años esperando. Un trabajo especial en el que Loquillo ejerce de intérprete de los temas, de diferente épocas, de quien fuera el compositor principal de los Trogloditas.
La primera pregunta parece inevitable: ¿por qué un disco con canciones de Sabino Méndez, y en qué momento lo decidiste?
Fíjate, creo que igual lo decido por una cuestión de justicia divina. De repente hago lo de Luis Alberto [De Cuenca] y coincide que llevo tiempo queriendo hacer lo de Sabino, y pienso que tras «Balmoral» puede ser el momento de hacer un par de discos dedicados a dos compositores distintos. Me parecía el momento adecuado: con uno pones la poesía por delante y recuperas los discos de poetas y con el otro retomas canciones de Sabino: es simplemente, que si uno es de Gabriel Sopeña, el otro es de Sabino Méndez. Tiene que ver con la situación, en el sentido de que no le das tanta importancia y no vas a meterte en un disco como «Balmoral», sino que vas a estar unos años haciendo de intérprete de canciones de otros, solo porque una cosa viene detrás de la otra. Pero tanto el de Sabino como el de Luis Alberto, son discos que ya venían de atrás. El de Sabino, viene desde el año 2005, de cuando grabamos «Hermanos de sangre» en el BEC: entonces empecé a pensarlo.
¿Eres consciente de que un disco en el que cantas canciones de Sabino Méndez, suscita mucho morbo en mucha gente?
Para mí es muy divertido [risas]. De repente vuelven los Trogloditas, son casualidades que dices, «joder, nos vamos a reír un rato». Lo de Sabino, más que cuestión de él, ha sido cuestión mía, es como si llegas a tu casa y te dices, «quiero hacer un disco de Chuck Berry, voy a seleccionar canciones suyas y voy a grabar un disco». Pues esto ha sido así, muy sencillo. Tengo un montón de canciones suyas en maqueta, en casetes… no lo olvides, ¡en casetes!, que tiene cojones. Y le digo a Sabino, «voy a coger canciones e igual hago algo». «Pues bueno», me dijo, y de repente las junto y ya está. Es como si hubiera hecho de disjockey de las canciones de Sabino. Pero, evidentemente, las maquetas de Sabino no sonaban así. En realidad lo hago como una especie de divertimento personal. Entiendo que para mucha gente pueda tener morbo, pero para mí ha sido algo que me ha sonado como a fan que ha cogido unas canciones de Sabino que nunca ha hecho, las junta y las graba.
¿Sigues admirando a Sabino como compositor? ¿Qué tienen para ti de especial sus canciones?
No es que lo admire como compositor. Mira, la cosa es que se ha muerto Carlos Berlanga, se ha muerto Enrique Urquijo, se ha muerto Antonio Vega, que eran tres de los compositores fundamentales de los años ochenta, y se me ocurre decir, ¿qué podemos hacer con Sabino? ¿Por qué no lo ponemos ahí arriba? Y decido ponerlo arriba, y demostrar que las canciones de un señor en el año 87 pueden recuperar toda su entidad. La canción ‘Luna sobre Montjuïc’ es de 1985, y en el disco hay temas desde entonces hasta ahora. Es decir: «¿Perdón? ¿Los ochenta han muerto? ¿Los ochenta son nostalgia? ¿Los ochenta son estos grupos que se juntan otra vez?» No, no, no, la validez de un compositor es eterna y si alguien fue brillante en los ochenta, puede ser brillante en la década del 2010. Eso es lo que he buscado: puedo coger las canciones que alguien tiene escondidas, encerradas y llevarlas al día de hoy, eso es demostrar que las canciones son eternas independientemente del tiempo que pase. Es que ‘Luna sobre Montjuïc’ ¡es de 1985, tío! Y fíjate cómo suena ahora. Es decir «os vais a enterar».
¿Hay canciones compuestas expresamente para el disco, o todo ha salido de los archivos de Sabino?
No, hay un par de canciones que sí salieron el año pasado. Sabino me las pasó por si servían para un disco nuevo. Pero ni él mismo sabía que iban a servir para esto, de hecho a veces le he hecho la trampa con canciones que me ha pasado y que yo ya las pensaba para este disco. De hecho tengo maquetas de canciones de la última etapa suya en Trogloditas. Te aseguro que él ha sido el último en enterarse de varias cosas, porque, en cierta manera, yo no decía nada, pero iba haciendo.
¿La selección fue sobre muchas canciones?
No, porque había canciones que ya tenía claras, porque desde «Balmoral» había una serie de canciones que ya estaban ahí, y que a Jaime [Stinus], le dije «esto nos lo guardamos». ‘Contento’ es una canción escrita para «Balmoral», pero decidí que estuviera ‘Sol’ y no ‘Contento’, esa creo que es de las últimas canciones que me pasó en su momento. Pero sí es cierto que hay mucho material suyo que ni él sabía que lo estábamos preparando, en eso sí que ha habido el no darle demasiada importancia a lo que estaba ocurriendo. Él no sabía muy bien lo que yo estaba haciendo.
Una curiosidad: ¿En su día llegaste a escuchar el disco en solitario de Sabino?
Sí, y me pareció que había dos canciones muy buenas. Era un buen disco, pero pensé que si las canciones las hubiera cantado yo, habrían sido mejores [risas].
De hecho cantas dos de ese disco.
Es que las cosas son claras, es como esto que ahora está de moda de que artistas canten discos enteros de otros, es como si yo cogiera las diez mejores canciones de Burning y las grabara, sé que el único que puede hacer eso soy yo. Y lo de Sabino es un poco lo mismo, yo sé que cojo esas canciones, las grabo yo y son lo que son.
Una parte de los primeros seguidores de Loquillo y Trogloditas han sostenido a lo largo del tiempo que tu mejor época fue la primera, con las canciones de Sabino, y tú eso lo sabes. ¿No temes que ahora, si las críticas son muy buenas y el público recibe muy bien el disco, se diga que solo haces buenos discos de rock cuando cantas temas suyos?
Mira, Juan, es que me importa una mierda [risas]. ¡Me importa tan poco que digan eso! Todo lo contrario, si dicen eso sería cojonudo porque me darían la razón con lo que yo pienso: que esas canciones de Sabino en maqueta, mal tocadas, grabadas ensayando, etcétera, cuando yo las canto, funcionan. De verdad que me importa bastante poco, por varias razones, una de ellas es que tengo cincuenta y un años, y a mí qué coño me van a decir. Lo cierto es que este es un disco que lo he hecho porque he querido hacerlo, podía haberme quedado en casa y, simplemente, no haberlo hecho. Como yo hago las cosas para pasármelo bien y divertirme y ser feliz, a mí a estas alturas que me digan una cosa u otra, me importa una mierda. Prefiero pensar que hay muchos fans del Loco o de Sabino que van a decir, «joder, qué bien que se hayan juntado», lo veo desde ese punto de vista. ¿El resto? ¡Por favor! La vida de esas personas debe de ser muy aburrida para pensar así.
También, y por las mismas, se le puede dar la vuelta a la tortilla y pensar que las canciones de Sabino solo toman cuerpo cuando las cantas tú.
Claro, pero es que tanto Sabino como yo eso lo sabemos. A estas alturas de la vida de cada uno las cosas están claras, no piensas en eso, piensas en todo lo contrario, en «¡qué bien hacer esto! Y qué bien nos lo pasamos, y cómo funciona y qué bien se lo van a pasar los fans escuchando esto». De verdad que tanto él como yo es eso lo que pensamos.
Generalmente no sueles estar en el proceso de grabación de tus discos, pero en este sí, ¿cómo ha sido eso?
Tanto en el disco anterior como en este mi papel ha sido hacer de gestor, o sea, gestionar el talento; y es muy divertido. Tengo muy claro que Sabino Méndez y Jaime Stinus jamás trabajarían juntos, pero también tengo muy claro que conmigo sí. Tengo claro que la banda que tengo ahora no la he tenido en mi vida y que todo ese talento junto, volcado en una grabación, funciona. Te digo una cosa: me lo paso mucho mejor gestionando el talento de los demás que haciendo discos propios, además es cojonudo, porque coges a Manel Esclusa, a Óscar Aibar, los juntas a todos y las cosas salen. Sí que me estoy empezando a plantear que, coño, por qué no puedo ser el director artístico de una compañía. Es que me lo paso muy bien haciéndolo, porque sé que todos ellos juntos no lo harían.
A finales de agosto, en una entrevista en la SER, escuché que Sabino decía que hubo tensiones durante la grabación, cito de memoria, pero dijo algo así como que no se llegó a las manos, pero que casi. ¿Fue así?
Sí, pero es que en una grabación tiene que pasar eso. En el caso de las dos canciones que Sabino grabó con los Montaña, hubo un momento en el que le dije, «mira, Sabino, esas son tus versiones, y estas las mías». Hubiera sido absurdo que calcase lo que él hizo. Por decirlo de alguna manera, para que la gente lo entienda, él es más Stones y yo soy más Who. En ese sentido había unos riffs que son más de Sabino, y yo vi claro que tenía que llevarme eso a mi terreno, porque se trataba de eso, de llevar sus canciones a mi terreno. Posiblemente él hubiera sido mucho más clasicista, entre comillas, y yo siempre he sido más contemporáneo. Lo que he intentado es que hubiera un equilibrio entre el clasicismo de Sabino y la forma contemporánea de hacer rock que tengo yo. Me parece que la primera parte del disco es más clasicista y la segunda es más contemporánea. Y, por lo que preguntabas, fue muy divertido cuando se peleaban Sabino y Jaime, me lo pasé muy bien. Yo cuando vi que se peleaban, dije «¡este disco va a ser la hostia!». Esas peleas no me parecieron algo negativo, al contrario, fue bueno para el disco.
¿Qué importancia ha tenido Jaime Stinus en el resultado del disco?
La importancia es que el pobre hombre, después de esto, va a necesitar estar internado en un sanatorio durante un tiempo [risas]. Ha sufrido mucho, pero en el buen sentido, en el creativo. Digamos que lo ha hecho muy bien y es que es la primera vez que veo a Jaime grabando un disco con más gente. La banda ha sido superimportante en este disco, el haber tenido a la banda trabajando los temas ha sido esencial. Yo nunca había visto a Jaime trabajando con alguien. Porque Jaime es tan artista como yo o como Sabino, y es él.
De algún modo responde al prototipo de productor solitario.
Eso es. Y en este disco ha sido la primera vez que lo he visto trabajando con alguien, y me parece que ha sido un buen ejercicio, que ha aprendido mucho de esta grabación, porque se ha dado cuenta de que hay mucha gente con mucho talento y que tiene mucho que aportar. La importancia de Jaime en el disco no es tanta como su importancia a la hora de haber visto que ahí había mucho talento y que había que aprovecharlo. Yo recuerdo que las canciones se grababan por la mañana y por la tarde iba yo y grababa la voz, pero las grababa en diez o quince minutos, cuidado, que para que eso ocurra, es que la cosa está muy bien hecha, llevan el adn puesto. No hay nada que decir, llegas, te dan un folio con una letra y la cantas en diez minutos. Un día llamé a David Bonilla [A&R de Warner] y le dije «te acabo de ahorrar un montón de pasta». Porque no tardé cinco horas en grabar una canción, en la segunda o tercera toma de voz, ya estaba la canción. Ahí tiene mucho que ver el productor, pero también el trabajo de la banda. Me lo he pasado muy bien porque he grabado un disco en diez días. ¿Sabes el coñazo que es estar en un puto estudio aguantando a unos y a otros? Es que no aguanto los estudios de grabación, me parecen una pérdida de tiempo, es como ir a ensayar, ¿para qué vas a ensayar si puedes tocar? Claro, ensayar es de cobardes [risas], pues grabar un disco en más de diez días, es de cobardes. Así es como tienen que hacerse los discos de rock, y en eso creo que Jaime, ya te digo, no sé si pondría la mano en el fuego, pero Jaime en esta grabación ha aprendido una parte fundamental de lo que es producir un disco que igual desconocía.
Llevas doce años grabando con Stinus, nunca habías estado tanto tiempo trabajando con un mismo productor, ¿has encontrado en él a la persona ideal para dar forma al sonido que buscas?
Soy de los que creen que cuanto menos hable con mi productor, mejor. El problema de mucha gente es que habla demasiado con el productor, y yo, que soy mucho de rituales, creo que la grabación de un disco debe de ser un ritual, y ese ritual se ha perdido. Tan importante es la estrella de rock que graba un disco como importante es el productor. Cuando te comprabas los discos de los Beatles, sabías quién era el productor, es decir, el productor es parte del ritual. Pero, ¿alguien se acuerda de quién es el productor de discos españoles recientes de todos estos indies? Nadie. Como son indies, el productor no existe. Considero que si eres una estrella, debes tener tu productor, es tan importante como tener la novia adecuada o tener el coche adecuado. Una gran estrella debe de estar asociada a un gran productor. Jaime Stinus es mi productor desde hace doce años, pero considero que el mejor disco que ha hecho es este, pero así de claro.
¿Crees que vas a seguir trabajando con Stinus, quedan más discos juntos por delante?
Hombre, tiene la edad que tiene, no nos olvidemos, y soy consciente de que no le puedo dar demasiados sustos más [risas]. Pero sí que puede ser, al igual que yo, mucho mejor de lo que es. Tanto Jaime como yo las metemos de tres, pero nos falta meterla de tres cuando nos caemos. Ese es el paso que nos falta. El trabajo de Jaime ha sido espectacular, él igual hubiera sido más contemporáneo de lo que parece, pero yo he rebajado esa parte para igualarla al repertorio de Sabino. Pero creo que Sabino, ahora, después de escuchar el disco en su totalidad, ha entendido perfectamente lo que Jaime estaba haciendo, que era unir el clasicismo de Sabino, que dejó de grabar discos en 1995, y lo contemporáneo del Loco, que siempre está a la última. Jaime ha conseguido unir ambas cosas. Si hubiéramos tirado demasiado del clasicismo, nos podrían haber acusado de haber sido nostálgicos, y prefiero que me acusen de haber sido moderno, porque sé que eso, dentro de unos años, va a ser clásico.
Hace tres o cuatro años comentaste en varias ocasiones que tenías la idea de hacer un disco de rock and roll, pero buscando las raíces, ¿iba a ser este?
Sí, pero tienes una idea y, de repente, la vida te lleva a otra. Este disco, en principio, iban a ser tres o cuatro canciones de Sabino que iba a grabar con los Right Ons, lo que ocurre es que te das cuenta que esto va más allá y que no puede ser un divertimento como fue «Nueve tragos», que esto va en serio, y que no puedes trasladarle esa responsabilidad a un grupo como Right Ons ni puedes pretender que un montón de promotores de España digan «Loquillo y los Right Ons en concierto». No, joder, los Right Ons no pueden convertirse en mi banda, primero es que esto no es así, segundo aquello solo era Sabino y el Loco graban un par de canciones con una banda nueva, pero cuando la cosa se dispara, bueno, yo tengo una banda, y no puedo dejar a mi banda ni colgada ni fuera de lugar, y tengo un productor que se llama Jaime Stinus. El asunto ya no es un divertimento, vamos en serio. Sí, ese podría haber sido el típico disco que «Rockdelux» habría puesto de puta madre, pero no queremos eso. Creo que Right Ons es una gran banda y creo que cuando hagan un disco en castellano van a ser espectaculares, pero no podía darles la responsabilidad de ser mi banda, porque eso habría sido muy malo para ellos e incoherente para mí. Hay que ser justos, no puedes meter a esta gente en esa situación, ¿qué van a tocar en directo, el ‘Cadillac solitario’? No, yo vengo de una gira de treinta años, con una superbanda y no puedo girar de esa manera. E insisto, creo que la experiencia de Sabino y mía, si de algo sirve es para que se den cuenta de que pueden componer de puta madre en castellano y que pueden tocar de puta madre en castellano. Si les sirve para eso, te aseguro que los Right Ons serán muy grandes.
De los temas grabados, ¿cuál es tu canción preferida, porque imagino que tendrás alguna que te llegue más?
Para mí, ‘Luna sobre Montjuïc’, sin dudarlo ni un segundo. Pero también considero que ‘De vez en cuando y para siempre’ es muy emocional, es una canción que me devuelve a los tiempos del primer Rock-Ola, tiene un deje ochentero nostálgico de ese tipo de sonido que había en ese momento. Mira, este disco recoge todos los sonidos que yo he escuchado a partir de los diecinueve años, no de las canciones o de los estilos que me gustan, sino de lo que estaba flotando en el ambiente. Aquí hay resonancias que forman parte de una generación, y en concreto, esa canción, ‘De vez en cuando y para siempre’, reúne mucho de esas sonoridades.
Estos días se insiste mucho en que este disco es tu vuelta al rock, pero, seamos serios, en tus últimos discos no has dejado de hacer rock. «Balmoral» es un disco de rock, nos pongamos como nos pongamos.
Insisto en que a mí esto me hace mucha gracia. Básicamente porque el único que hace rock soy yo, podría haber hecho un disco de fandangos y lo venderían igual. Es que nadie lo hace, en el momento en el que el rollo indie… mira, el ochenta por ciento de los grupos indies, por tipo de canción y por temática hace veinte años habrían estado sonando en Los 40 Principales, lo que pasa es que ahora Los 40 no tienen nada que ver con la emisora que conocimos, que ponía música española, artistas españoles y rock, ahora parece raro, pero es que hay grupos que podrían sonar a Modestia Aparte y son indies, es muy gracioso. De repente alguien hace un disco de rock y es como extraño, tiene cojones. Claro, cuando dicen «Loquillo hace un disco de rock», pienso «¡¿y qué voy a hacer, un disco de salsa?!» Es que toda mi vida he hecho rock. ¡Cómo están los tiempos para que digan eso!
Teniendo en cuenta que las canciones de «La nave de los locos» están escritas por Sabino, ¿la gira estará integrada específicamente por temas unicamente firmados por él? ¿O recorrerá todas las épocas?
Podría hacer eso típico de hacer una gira de ocho fechas solo con las canciones de Sabino, entonces cogería a Sabino y le diría, «mira, me vas a dar el 40% de tus derechos de autor para que toque tus canciones» [risas]. No, vamos, no. Podría hacerlo, y sería como lo de Russian Red, que hace canciones de los Beatles, pues yo hago canciones de Sabino, con la diferencia de que Russian Red no puede ir a ver a Paul McCartney y yo sí puedo hablar con Sabino. Pero no, no, voy a tener que tocar dos horas, y yo soy partidario de conciertos de hora y media, no me va a quedar más cojones que tocar dos horas porque el repertorio tiene dos horas. Bueno, hay que seleccionar, es ley natural, pero no hay que complicarse demasiado la vida. Al público hay que darle lo que quiere, yo siempre he sido partidario de eso porque yo soy público. Para ejercicios de otro tipo, haz cinco fechas en locales y da la chapa, pero a la hora de que la gente pague una entrada, has de tocar los hits, es así. Y yo me lo paso muy bien, y no tengo que comerme el coco para nada, porque así no hay que ensayar [risas].
«Ahora entiendo a Dylan, hay gente que no lo entiende, yo sí, porque me imagino que le pasará igual que a mí: para aguantar a toda esta pandilla de gilipollas y el mundo como es, me subo al escenario»
Hace seis años que desmontaste a los Trogloditas, ¿es una de las mejores decisiones que has tomado?
La tomé tarde. He sido una ONG en ese sentido, tenía que haber acabado con eso mucho antes, antes de grabar «Cuero español», y no lo hice por romanticismo, por aquello de, joder, los viejos tiempos… No, tendría que haberlo hecho antes. Esos discos se hubieran hecho igual, habrían sonado de otra manera y me hubiera evitado mucha pérdida de tiempo. Si los Troglos hubieran sido una banda, habrían evitado que Sabino y yo acabásemos mal. En ese momento no estuvieron a la altura, si en ese momento nos hubieran puesto a cada uno en su sitio y hubieran sido la tercera fuerza, la banda no se hubiera roto, pero ellos siguieron por inercia, y la prueba es la prueba: Jordi Vila, Ricard Puigdoménech y Josep Simón no han vuelto a grabar un disco en su puta vida, lo que indica muchas cosas. Tengo claro que me fui hace seis años, pero tendría que haberme ido en el 99.
Entiendo que no hay dinero suficiente para que haya un «comeback» de Loquillo y Trogloditas.
No, porque yo me niego. Me niego a volver a subirme a un escenario con un par de personas de esa banda, porque han sido muy poco generosas y no han agradecido determinadas cosas que se hicieron. Aparte, ¡¿otra vez las drogas?! No, me aburren soberanamente.
No sé a qué dos personas te refieres, pero hay dos que han reflotado a Trogloditas con otro cantante…
Qué feo es. ¡Es que es muy feo! Igor [Paskual] siempre dice que los feos no pueden dedicarse al rock, el único feo que puede dedicarse al rock es Van Morrison, y con él ya cerramos. Los feos no pueden dedicarse al rock, el rock es para gente guapa, si no para qué te subes a un escenario. Es que los veo y me digo, joder, podrían haber elegido a otro.
Bueno, el caso es que han reflotado al grupo y tocan los viejos temas, ¿qué te parece?
Hostia… qué pena, ¿no? No sé, es que… yo cuando hablé con Sabino de hacer el disco, también había una parte nuestra de vamos a tocar los cojones, vamos a dejar sin trabajo a todos estos. Es que… ¿qué hacéis tocando los viejos éxitos? Ya no hablo de los Troglos, hablo de todas estas reuniones que hay, todos estos cincuentones queriendo volver a tener treinta años. ¡Hostia, qué patético, tío! Es como el tío de tu edad que sale con una de veinte o como la chica que has conocido y sale con uno de veinte, es ridículo. La edad que uno tiene es la edad que uno tiene y debes de vivir con la edad que tienes. Recuerdo que cuando tenía veinticinco años, volvían las bandas de los sesenta y se las llamaba «los jóvenes carrozas», y decías «qué pena, menos mal que están Los Sirex, que siempre han estado tocando»; ellos han dado una lección de honestidad. Yo cuando veo a todos estos tíos de cincuenta años y a las chicas de cincuenta años vestidas de cuero, me da una pena. Hostia, dejad las cosas como están y, si no, grabad un disco nuevo. Creo que no tienen hijos, porque si tuvieran hijos, estos les dirían, «papá, por favor, déjalo, no me dejes en ridículo en el cole». Joder, hay que envejecer con dignidad. Y el nombre de una banda, es el nombre de una banda, déjalo en su sitio, o graba algo nuevo, pero lo que no puedes es ¡con cincuenta años tocar el ‘Quiero un camión’! Hostia, es ridículo. Por otro lado, menuda lección le estas dando a los chavales que ahora tienen veinticinco años y están tocando en una banda de rock. ¿Te imaginas a Johnny Cash haciendo eso? Una de las cosas que hablábamos Sabino y yo era que no nos va a pillar el toro de los viejos tiempos, igual nos pasamos de contemporáneos, pero a los viejos tiempos, que les den. Cuando escucho esas cosas… pero, hostia, sobre todo, ¡qué feo es el cantante! Por favor, que nosotros vendíamos sexo. Mientras hacíamos los primeros discos, igual ni Sabino ni yo pensábamos que las canciones podían ser mejores o peores, lo que vendíamos era sexo. Una banda de rock con un cantante feo, se convierte, de entrada, en carne para «Rockdelux», porque solo los grupos feos gustan a los críticos feos. Nosotros siempre hemos sido la antítesis de eso, joder, de verdad, qué pena da ver a los Trogloditas con un cantante tan feo. Podían haber hecho un casting, porque yo conozco a un montón de fans que son guapos y que cantan esas canciones. ¿Por qué habéis trabajado tan poco?
Desde 2008 no publicas un álbum con letras tuyas, ¿tienes material para un próximo disco?
Sí, de hecho por mí grabaría un disco dentro de una semana [risas]. Hay dos cosas que no aguanto de esto: una, los artistas que dicen cosas como «no me sale nada» o los que solo tocan cada cuatro años, a estos los echaría del gremio. No deben de estar en el gremio, si tú te dedicas a esto, debes de tener un disco en la cabeza cada quince días, porque es tu oficio y porque se supone que te gusta, cuando escucho estas chorradas de «estoy cuatro años pensando»… ¡¿pensando el qué?! Soy mucho más de Dylan, y te juro que considero que Dylan cada vez es más grande, un tío que a su edad se sube a la carretera y no se baja, ese tío sabe mucho. Nada es mejor que estar así siempre.
¿Te ves a ti mismo a la edad de Dylan subiéndote a los escenarios?
Es que uno a esta edad entiende que uno actúa cuando baja del escenario, y solo es él cuando está arriba. Y cada vez tengo más claro que el Loco es el Loco cuando está en el escenario, y lo que pasa cuando me bajo del escenario es una pérdida de tiempo, porque entonces sí que tienes que actuar, con el mundo, con la discográfica, con un montón de cosas, pero el momento en que el Loco es el Loco es cuando está ahí encima. Por eso digo que ahora entiendo a Dylan, hay gente que no lo entiende, yo sí, porque me imagino que le pasará igual que a mí: para aguantar a toda esta pandilla de gilipollas y el mundo como es, me subo al escenario. Que les den. Dylan se lo debe pasar de que te cagas, yendo de un escenario a otro.
¿Cómo estás llevando estos tiempos que vivimos?
¡Ah, vivir estos tiempos! Al menos pasan cosas. Artísticamente es una fuente inagotable para escribir, para todo. Si te dedicas a esto es muy bueno, porque qué aburridos eran los noventa, la gente lo único que hacía era meterse rayas de cocaína y qué excitante es ahora, porque o todo se destruye, o todo comienza. Son tiempos excitantes, es aquella frase china de «ojalá vivas tiempos interesantes», que es como una especie de maldición que te digan eso. Ahora nos vamos a reír, porque ves cómo termina una manera de entender la música en este país, por fin se acaba esa manera de entenderla, y quizá artistas a los que no les dabas importancia ahora se la des, y por otro lado todo aquello que sonaba raro, sonaba raro porque no era bueno. Esto va a servir para regenerar muchísimo el espacio, y es evidente que tiene que haber una nueva generación muy joven que tiene que recoger el testigo, que ya va siendo hora. Y el testigo no lo recogen los indies. Hace falta una generación que sustituya a los nombres de Carlos Berlanga, de Jaime Urrutia, de Sabino Méndez, es necesario, nadie ha superado eso. Y puede que en este tiempo surjan esos compositores que renueven la música española. Al fin y al cabo nosotros salimos de la crisis del petróleo del 73. Pienso que debería pasar eso. No hay que perder la esperanza. Yo tengo cincuenta y un años y pienso «dame un par de años más para que haga dos obras maestras». Pero, joder, que salga una generación nueva, porque si resulta que el broncas soy yo, mal asunto. Yo tendría que quedar relegado por gente que diera titulares mucho más intensos que los míos. Pero si Sabino Méndez y yo somos el revulsivo, mal asunto.
A ver si sale esa nueva generación que dices.
Si no sale acabaremos siendo los abuelos Cebolleta…
No te olvides que puede suceder, que no salga.
Bueno… ¡uf! Me río bastante cuando veo a ciertas bandas de rock más jóvenes con esa voz de «oye tío, qué pasa» [pone voz grave, cavernosa], es que esa voz se gana con muchas noches sin dormir y con muchas drogas, y cuando oigo eso y sé que no han hecho eso, lo veo muy impostado. Tengo muy claro que nuestra generación no va a volver, evidentemente, ni se va a repetir, pero sí que hace falta una generación con un lenguaje nuevo porque entonces nos dará fuerza a nosotros, y se nos dará importancia por haber sido parte de algo, y habrá una generación nueva que sea diferente, pero es que yo estoy harto de ver sucedáneos. Los sucedáneos de Burning apestan. El ver una revista y que todavía estén con si son mejores los Beatles o los Stones, es de primero de rock. En España los grupos siguen estando en primero de rock. No hay cosa que soporte menos que alguien que diga que le gustan los Stones, hostia, ¡es que mira que han pasado cosas desde los Stones! Pues no, siguen con los Stones, y se siguen creyendo a Keith Richards, que ya no es de primero de rock, es que es de parvulario. ¿Cómo te puedes creer eso? Es que ya era antiguo cuando yo era joven. Joder, tío, ¡que salió Mick Jones! La última banda de rock que salió en el planeta fueron los Guns N’ Roses, pues imita a los Guns N’ Roses; bueno, tendría su parte de chiste, porque es muy de colegio, pero al menos lo entendería. ¡¿Pero los Stones?! ¡¿Que imitar a Richards sea lo más?! Joder, qué antiguo estás. Hoy dices que la actitud de Joy Divison era puro rock and roll y te miran raro, pues oye, vamos bien, es que Joy Division tiene treinta años y resulta que Richards es lo más y el cantante de Joy Divison es el tonto del pueblo. Yo creo que es al revés.
Bueno, en su momento tú sentías «simpatía por los Stones».
No, es que los Stones… hostia, como a tantas novias les gustaban los Stones me dije es «algo que va a tener que gustarme», pero a mí ya me parecían antiguos en el 77. Vale, hicieron un gran disco, «Some girls», que para mí es el mejor disco de los Stones de largo, pero la pose ya era antigua. Pero que ahora sigan saliendo imitadores y que se hable de Keith Richards como el auténtico, para mí el auténtico es Jagger, no hay tío más auténtico que Jagger.
Nunca ha querido engañar a nadie, ha sido lo que ha sido.
Eso es, es un tío que se lo sabe hacer. Que tú toques la guitarra y te quieras parecer a Richards, déjalo chaval. Y hay gente que cree todavía que eso es el rock.
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Esta semana (empezando hoy mismo en Madrid), Loquillo estará firmando ejemplares de «La nave de los locos» en las siguientes ciudades:
23-X Madrid. Fnac Callao (con Sabino Méndez).
25-X Barcelona. Fnac Triangle.
26-X Valencia. Fnac San Agustín.
27-X Zaragoza. Media Markt.