“Los Troglos se acabaron porque había gente que no quería crecer y otra gente que no quería trabajar, así de claro. Ahora son un grupo revival como tantos. Gente que había estado aquí arriba. Fuerte, ¿verdad? ¿Quién queda? Los ambiciosos y los creadores”
Al borde de meterse nuevamente en el estudio para grabar nuevos temas, Loquillo presenta “Código rocker”, un disco en el que revisa las canciones de su pasado grabadas con la banda rockabilly Nu Niles.
Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: THOMAS CANET.
Desde hace varios discos, la sonrisa es una constante en el rostro de Loquillo. Transmite la sensación de estar justo donde quiere, lejos de los de su generación y de los que vienen detrás, satisfecho de elegir la próxima parada de su discografía buscando siempre despistar al contrario. Es un perfecto jugador de póker que nunca enseña sus cartas, y siempre guarda un sorpresivo as en la manga. En “Código rocker” regresa a su cancionero anterior, a rescatar sorpresas como ‘Quiero un camión’ y regrabar canciones como ‘Piratas’, ‘Tatuados’ o ‘Vaqueros del espacio’. Luce orgulloso sus 54 años y se siente más confiado que nunca, como demuestra al recibirnos en el Hotel Fenix de Madrid, de sempiterno negro y gesto elegante, mientras pide un gin fizz para entrar en calor y hablar de su nuevo disco.
¿En qué momento decides regresar al pasado?
Ha habido un proceso personal. Haces tres discos contemporáneos: “Balmoral”, un disco elegante, sofisticado, producido por Jaime [Stinus]; haces el disco de Luis Alberto de Cuenca, haces Sabino Méndez, fue todo un éxito; hacemos más de cien galas en un año. Te vas a Granada, metes a ocho mil tíos, la gira sigue, pasas los días entre un hospital y otro y en medio, tu gira, y tu hijo de dieciséis años. De repente la vida te está diciendo cosas, algo pasa. Demasiado sacrificio personal. ¿Qué te ayuda a salir de eso? Tocar. Se hace la grabación de “El creyente”, yo entro en el bar de mi colega Jordi, en El 99, en Barcelona, y me dice: “Todos estamos esperando un disco de rock and roll”. Y digo, “es verdad, nunca lo he hecho”. Cuando hice “Los tiempos están cambiando” fui un paso más allá, no hice el disco que se esperaba. ¿Cuánto tiempo llevo diciendo que Nu Niles es una banda cojonuda? Y de repente el tío se planta delante de mí, y me dice: “¿No te acuerdas de mí? Soy el tío que fue a tu casa en el 94, con un cinta de casete, diciéndote que teníamos una banda de rockabilly y te pedí si nos podías echar una mano”. Yo llamé a cuatro amigos y les coloqué en cuatro locales. Me entregó una cinta con la canción ‘El crujir de tus rodillas’.
¿No lo recordabas?
No recordaba nada. ¿Me estás diciendo que me estoy sentando con un tío que me entregó una cinta hace veinte años? Son la mejor banda de rockabilly de España, aparte de los Héroes del Silencio hay otras bandas que tocan por todo el mundo. Yo solo quería recopilar una serie de canciones y grabarlas. Me dijeron: “Loco, hemos crecido contigo, ¿qué quieres grabar?”. Su banda se había separado hacía tres años, y le dije que la reuniese. Quiero grabar las canciones tal y como se pensaron, fuera de los productores que he tenido en su momento, que se equivocaron; fuera de las personas que grabaron esos temas, que no estaban preparadas para ello. Se lo cuento a Igor Paskual y a Sabino Méndez, que son los alter ego, las dos personas que más confío. Luego está Gabriel [Sopeña], pero en el plano de la poesía.
¿Y qué te dicen?
Dicen: “Vas a dar un golpe de Estado”. Y digo que sí, como siempre. Seguimos la gira de “El creyente”, nadie lo sabe, ni el manager. Y termina el último bolo y le digo a José Lapuente [su manager] que reserve diez días el estudio de José María Rosillo [Audiomatic]. Una semana antes me había reunido con Nu Niles en Barcelona y habíamos pasado todos los temas que íbamos a grabar. Dos tardes, nada más, ensayar es de cobardes, el que ensaya mucho no toca.
Y te presentas en el estudio.
Me presento allí, se graban siete u ocho canciones, llevo a mis amigos, viene Iñaki López, el presentador de La Sexta, Jon Sistiaga, Óscar Aibar… Les digo en petit comité que escuchen, son los primeros. Llamo a Igor [Paskual] para grabar la guitarra en ‘Luché contra la ley’ y voces en ‘Chanel, cocaína y Don Perignon’. Cuando tenemos doce canciones llamo a David Bonilla [AR de Warner] y le digo: “Venía en el taxi, he escuchado las emisoras que ponen oldies y he pensado: ¿te imaginas que vuelvo a grabar ‘Quiero un camión’”? Y me dice: “Grábala, es un pelotazo”. Y al día siguiente le llamo, le digo que he grabado esa canción y quince más. Se presentó a las diez y media de la mañana en el estudio, y veo que le cambia la cara. “Creo que es lo mejor que has hecho”, me dice. Tenía ganas de volver a casa, de un disco orgánico, energético, con mi voz natural, sin paliativos, sin accesorios, crudo, duro, directo. Y con canciones desde el 79 al 2010, como quería grabarlas en el origen. Hace un par de semanas, con Sabino, poco más y me pongo a llorar cuando escucho ‘Piratas’. En aquella época no había productores, ni grupos de doo wop. Los Troglos no sabían lo que era eso. Entonces te das cuenta de que estás haciendo lo correcto, dar un paso atrás para hacer dos hacia delante. Eres el primer artista español que se versiona a sí mismo. De repente todo explota, y uno sonríe, de repente todo se pone en su sitio. Te reivindicas a ti, te pones en equilibrio contigo mismo, reivindicas una banda que ha sido denostada, porque el rockabilly es el género más plagiado y más denostado. Hay que ser ortodoxo ahora, ¿por qué rockero se aplica a todo? Yo no soy como tú, punto. ¿Por qué me copias, por qué me imitas? Crea algo tú.
En este disco todas la canciones son balazos de tu discografía.
Son todas declaraciones de principios. Había entrado en una dinámica de investigar todo el rato. Ahora me toca a mí. Si no hubieran estado todos los demás, no hubiera llegado este. No hay ningún artista en este país que pueda hacer un disco como este, porque no tiene ni el «background» ni la antigüedad, ni ha sido pandillero en su vida. Porque hay un código: ¿qué hacéis todos vosotros con lo que utilizábamos nosotros con 18 o 19 años? Los que inventamos el rock and roll contemporáneo, después de la Transición en España, fuimos Los Rebeldes y nosotros. ¿Cómo es rock and roll y rockabilly no se puede decir? Todos queréis ser tan duros como Loquillo y tocar la guitarra como Carlos Segarra, pero no podéis, por eso habéis estado veinte años sepultando todo ese legado, pero utilizando todas las formas estéticas de eso. Cuando «El periódico de Cataluña» dice algo como “el rockero Antonio Orozco” o “el rockero Joaquín Sabina”, digo: vale, no tengo nada en contra de ellos, pero ya está bien. No son como nosotros. Es necesario ser absolutamente ortodoxo y sectáreo. Si ellos son rockeros yo soy thrash metal. Los conceptos más despreciados de la música en este país: el rock and roll, el rockabilly y el heavy. ¿Qué mola, el indie? Iros a tomar por el culo. Cuando ves a los indies haciendo rock sureño, les digo que escuchen a Los bombarderos, o a Los Ilegales.
Te refieres a que hay un problema de denominación de los grupos, por parte de los medios de comunicación, pero también por parte de los propios grupos.
Cuando Igor entró en la banda le dije que no iba a pedirle que fuera un traficante de drogas, ni de armas, yo soy de una generación que éramos así. Yo quiero de ti que toques rock and roll, no quiero que te tires el rollo de duro, eso lo hemos hecho nosotros, era otra época y otra España. Pero no voy a consentir que vengan cuatro advenedizos, cojan mis indicativos estéticos y se los lleven a su terreno. Aquí no. La gente que ve “Ocho apellidos vascos” es la gente que escucha a Fito. Lo siento, pero no tengo nada que ver con eso. Este disco reivindica un estilo de vida, unos códigos. No te metas en mi terreno. Es como cuando Gabriel y yo hicimos giras de poetas en el 95, nos tiraban de todo, y luego vienen todos los enterados a los teatros a hacer acústicos. Vete, paleto. Haz algo específico para el teatro, ten un poco de concepto ético y estético. Ha habido un artista en este país que ha utilizado el mismo fondo de un cartel mío para hacer una gira, no te voy a decir quién. Es muy fuerte. Cuando ves a El Canto del Loco, Sabina, con el micro Sure, les pido un respeto a Barón Rojo, y a mí. No son iguales que nosotros.
Volvamos hacia este disco. ¿Qué has aprendido mirando al pasado?
Bueno, solo se puede llegar a eso cuando haces un viaje interior, cuando eres capaz de tener un concepto de autocrítica, cuando te quieres tanto que te das cuenta de que has vivido mucho –tengo 54 años– y que solo tú mismo puedes cambiar eso. Ni tu manager, ni tu compañía, solo tú. Nadie en este país tiene una carrera de treinta y cinco años sacando discos cada año. Alaska y yo somos los únicos artistas de este país que hemos roto el mundo de reciclarnos. Otros como Los Enemigos dicen que se vuelven a juntar, que celebran aniversarios. No, no celebráis una mierda. Yo sí, porque he sacado un disco cada año, tú no, ¿a quién engañas? El problema de este país es el desprecio a todos los artistas y las bandas de los setenta y ochenta. Te llaman para tocar en festivales de revival, patético. Ves nombres de gente que era grande, ¿qué hacen tocando ahí? ¿Qué les ha pasado? Luego llegas a la conclusión de que se lo merecen, porque son una pandilla de gandules. Como decía Pepe Risi, tú eres el último disco que has hecho. ¿De qué sirve haber compuesto grandes canciones si hace quince años que no has compuesto ninguno?
Para volver a grabar temas de tu pasado, ¿te has tenido que reconciliar con tu repertorio, o nunca ha estado enfrentado a él?
No, me he reído mucho. Quien me conoce sabe que era una carta que yo tenía, que cuando decía que no iba a cantar ‘Quiero un camión’ en realidad esperaba el momento de grabarla como tenía que haberlo hecho en su momento. Lo que es absurdo es ver a los Trogloditas tocando en bares de doscientas personas, eso a mí me duele, porque lo tenían todo. Tenían al mejor cantante de rock and roll de este país y lo dejaron pasar. Yo tengo un montón de bandas tributo en España, y una es los Trogloditas. Cuando a veces hablamos Sabino y yo, que estamos trabajando en los temas del nuevo disco…
¿Ya trabajas en un nuevo disco? ¿En qué fase estás, entonces?
Estoy trabajando con Igor, con Sabino, con Gabriel Sopeña y Josu García, me meto en el estudio dentro de dos meses, no te lo pierdas. Esto es una manera de tocar los cojones. Estoy trabajando con cuatro grandes compositores. Te aseguro que va a ser muy grande, tengo a los mejores. Estoy muy excitado, soy el Loco y estoy trabajando con los mejores.
Adelántanos algo de ese disco que tienes en ciernes.
Lo van a producir Mario Cobo y Josu García, e Igor tiene mucho que ver en todo, es el hombre intermedio entre Gabriel y Sabino, el alter ego. Llevo trabajando en este disco cinco años, porque he ido trabajando con Sabino y Gabriel en temas y los he ido guardando. Lo voy a grabar con 55 años, la edad adecuada, en la que uno puede contar todo. Primero uno pone el pasado en su sitio, luego pongamos el presente. Es muy emocionante y muy necesario hacer un disco así, donde compositores como ellos puedan dar su madurez. Es importante que los productores sean gente más joven para que el chip cambie. Y por otro lado, va a ser muy divertida la cara de algunos, porque querrán hacer lo mismo. ¿Qué va a hacer el Loco ahora? Es muy divertido. Entramos en el estudio en mayo.
Vuelves a repetir la producción con tu persona de confianza, Josu García.
Es un hombre que ha hecho ciento cincuenta discos en este país, al cual alguien le robó su valía, alguien que se llevaba la producción mientras él hacía el trabajo. No digo nombres, me encantaría. Discos como “19 días y 500 noches”. Hay una cosa que se llama justicia poética, cuando aparece el Loco y reparte. Josu ha hecho “Código rocker”, el nuevo de Gabriel Sopeña y hará el nuevo disco de Loquillo.
Así que la mayoría de los tuyos no participan en “Código rocker” porque andabas preparando otro.
Igor también estaba con su disco. Es muy importante no caer en el error de no dejar que la gente crezca. La gente está conmigo no por lo que cobran, sino por lealtad. Están bien pagados, pero por otro lado saben que yo creo en ellos, y eso es un activo. La gente que trabaja conmigo cobra por bolo, no al mes, si no serían funcionarios. Eso es el código. Si no pagas bien a tu gente vendrá el contrario y les pagará más. Págales mejor y dales a entender un hecho diferencial, y sin mí no son lo mismo.
Y en tu caso, ¿quién es el contrario?
El némesis. Todos los que consideran que el rock es un trabajo por horas, que hacen todos los discos iguales porque les funciona, que dicen que son apolíticos. O desde el punto de vista simpático, los que se ponen un gato negro en la cabeza, que se pintan con tinte, son brutales. Yo si fuera tía alucinaría. Tipos de mi edad que se pintan el pelo o que se van a Nueva York a hacer un disco con músicos de tercera fila. Pero si aquí hay músicos brutales.
Es cierto, tú siempre grabas en España.
Sí, cometí el error de irme a Inglaterra en una etapa de mi vida en la que tomaba demasiada cocaína. Cometí un error, en el 96, con uno basta. El tío que se va a grabar a Nueva York o a Londres a grabar es un paleto.
«Si gana Podemos va a subvencionar la cultura. ¿A quién? ¿A Pablo Milanés, a Silvio Rodríguez?»
Lo consideras postureo.
Peor, ridículo. Pusilánime.
En la nota de prensa que ha escrito Susana Koska dices que en los últimos diez años has hecho discos que no han sido lo suficientemente valorados, pero que te han traído hasta aquí. ¿Cuáles?
“Nueve tragos”, un disco de jazz fundamental que hice en el 98. “Mujeres en pie de guerra” y en el que se refleja todo eso en el disco de Luis Alberto. Mis mejores discos en directo son “A por ellos” y “Loquillo en Madrid”. Y los discos fundamentales en mi carrera, aparte de Los Troglos, son “La vida por delante”, “Mujeres en pie de guerra”; el disco de Luis Alberto y este. Rosendo, Fito… ¿qué habéis hecho, además de lo que hacéis? ¿Habéis investigado? Qué aburrido. Es como follar siempre con la postura del misionero, con perdón de la expresión. No digo que lo hagas con mujeres diferentes, hazlo con la misma mujer pero de diferentes posturas. El rock and roll es sexo. ¿Sus mujeres qué opinan de eso?
Veo que escuchas a tus “enemigos”.
Yo echo a faltar enemigos, ojalá tuviera enemigos, es que son tan cutres que no puedo fijarme en ellos. Enrique [Bunbury] y yo no somos enemigos, pero hay una competencia. Pero no existe más competencia, son muy cutres. No se dedican a innovar, ni a cambiar de chip ni de estética. No van a ningún sitio. Ojalá tuviera enemigos. El otro día, cuando estuve con Jota de Los Planetas, me dije que menos mal que estaba con alguien inteligente. ¿Cuántos hay de estos?
¿Te refieres a todas las generaciones o a la tuya?
[Suspira] En mi generación había gente muy grande como Jaime Urrutia.
Había, dices.
Sí. En el tiempo que él ha sacado un disco yo he sacado cinco. Punto. Hace mucho tiempo que me alejé de esa generación, no me interesa. Se dedican a tocar en festivales de los ochenta, de revival. No me interesa. Aprendo más estando con Jota de Los Planetas, y con Santi Balmes, que me presentó a mi bajista Alfonso Alcalá. «Old» es viejo, caspa. No habéis aprendido nada. Yo soy referencia, que dure. Pero antes de que los indies hagan un disco homenaje a Loquillo, me lo hago yo mismo.
¿Qué discos de tu carrera han sido injustamente tratados?
Creo que ninguno. Creo que “Tiempos asesinos” es un disco mal hecho, la culpa es mía siempre, porque confié en gente que no debía. “Con elegancia” salió con una compañía equivocada. Después vino “Nueve tragos”… error tras error. “Cuero español” lo pagué yo y salió adelante, los Troglos no hicieron nada. Hay que aprender de los errores, ayudan a ser mejor. La gente va quedando en el camino. Si tu amigo es imbécil, igual es que no se ha puesto las pilas. Eso es lo que pasó con los Troglos, se acabaron porque había gente que no quería crecer y otra gente que no quería trabajar, así de claro. Ahora son un grupo revival como tantos. Gente que había estado aquí arriba. Fuerte, ¿verdad? ¿Quién queda? Los ambiciosos y los creadores. Estar en una banda de rock and roll con cincuenta años es un error, es complejo de Peter Pan. Mi hijo escucha a Miles Davis y a Charlie Parker, tiene 16 años. Es muy divertido. ¿Sabes lo que va a venir?
¿Qué? [Loquillo se ríe en silencio] Dilo con palabras.
Lo divertido viene ahora, como le pasó a Clint Eastwood con 54, o a Bob Dylan con 54. Si miras hacia atrás, ¿quién ha inventado esto? Yo. El primer artista contemporáneo soy yo. Después de Miguel Ríos, Los Salvajes, Ramoncín, Burning… puedo hacer lo que quiera, y con criterio.
Siempre has mostrado una gran seguridad en ti mismo, pero seguro que hay algo que no has hecho bien, algo de lo que te arrepientas.
Splo me arrepiento de una cosa: de haber sido generoso. Es algo que me jode, mi talante y mi carácter son generosos. Cuando Igor Paskual estaba con Babylon Chat fui a Gijón, me senté con él en la suite de un hotel y le dije: “¿Quieres tocar en bares, o quieres ser un número uno y ser una estrella del rock and roll?” Y me dijo que quería ser una estrella del rock and roll. Y le dije: “Estupendo, pues deja tu grupo de mierda y ven a tocar conmigo”. La vida es así. Lo hizo.
Igor tuvo que elegir.
Claro, siempre hay que elegir. Eso que hice con Igor lo he hecho con más gente, el problema es que alguno de ellos no respondió como debía. El único error que he cometido en mi vida es haber sido generoso con gente que no lo merecía. No se comportaron, no estuvieron a la altura. Pero en el resultado final gana lo bueno a lo malo. Si algo va mal la culpa es mía siempre, aunque la responsabilidad sea de otros. Yo se la he dado, así que la culpa es mía. Eso sí, al día siguiente están en la calle. No me tiembla la mano.
Acaba de cambiar la directiva de la SGAE, ¿cómo ves ahora la institución?
Quiero que el Estado intervenga la SGAE. Quiero que el Estado lleve a tribunales a la SGAE, que coloque a abogados, gestores y ejecutivos que hagan una auditoría para ver todo el dinero que se ha ido. Y una vez resuelto ese tema, elecciones. ¿Crees que va a cuidar de mi Sastrón? ¿Mercedes Ferrer? ¿Nacho Campillo? Que ganan una pasta a mi costa mientras yo estoy tocando… Que intervenga el Estado, por favor. Que hagan una auditoría.
Después de aquella reunión que tuviste hace poco más de un año con el ministro de Cultura, José Ignacio Wert, ¿has notado algún avance en el sector, o seguimos en las mismas?
IU, Ciudadanos, PSOE y Podemos están de acuerdo en bajar el IVA; me consta que Montoro quiere bajar el IVA cultural, Rajoy no. Te tengo que decir varias cosas para que las publiques. Cuando Sabina salió en La Sexta poniendo a parir al PP se olvidó de una cosa, de que su amigo Zapatero legalizó la piratería y pactó con Alierta. A mi me encantaría, díselo a tus lectores, pagar 4 millones al año, me encantaría, pero no los gano. Basta ya con los de la ceja, tenéis la vida resuelta, dejadnos a los demás. Ojalá yo ganase 4 millones de euros. ¿Y el malo es el PP? ¿Y Zapatero? A mí me consta que los otros partidos están para bajar el IVA, yo abogo por otra cosa: que no dependa de ellos. Debe ser que quieran los ciudadanos españoles, la cultura de España no tiene ideología. Federico García Lorca, utilizado por la izquierda, amigo de José Antonio Primo de Rivera, lo único que quería hacer era seguir con La Barraca. La cultura no es de nadie, es del ciudadano, no puede ser que la izquierda se crea que la puede utilizar y que la derecha se crea que no existe. Yo no puedo estar de acuerdo con eso. Y de mis impuestos va dinero al cine, no va a la música porque el Estado no subvenciona la música en nada.
Pero tú no crees en las subvenciones.
No, no deben existir. Debe haber para funcionar, pero no se puede dar un millón de euros a una película. Yo he hipotecado mi casa tres veces para hacer un disco. Que se busquen la vida Álex de la Iglesia y Almodóvar. Si gana Podemos va a subvencionar la cultura. ¿A quién? ¿A Pablo Milanés, a Silvio Rodríguez? Yo he hecho un disco de Luis Alberto de Cuenca y nadie me ha dado un duro. Pero para un disco de poemas de Alberti o de Neruda, el PSOE pone la pasta. Basta. En pleno siglo XXI la cultura no puede ser de izquierdas o de derechas.