CINE
“Continúa y confirma la personalidad cinematográfica de Julie Delpy y sus comedias anteriores: neuróticas, reivindicativas”
“Lolo”
(Julie Delpy, 2016)
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
En muchas de sus características, “Lolo” retoma la línea del díptico “Dos días en París” (2007) y “Dos días en Nueva York” (2012) y continúa y confirma la personalidad cinematográfica de Julie Delpy y sus comedias anteriores: neuróticas, reivindicativas, muy personales y decididas a explorar el universo femenino y su punto de vista en ese lugar en el que Hollywood (y los medios de comunicación en general) se adentran poco y mal: la existencia de vida más allá de los 40. Aunque menos divertida que estas dos, se mantiene aquí un estilo muy definido que recuerda al Woody Allen de los años ochenta y noventa (y que podría ser definido como “neoyorquino” en un sentido más amplio), basado en el uso de diálogos rápidos y deliberadas o accidentales confusiones entre los personajes que generan situaciones alocadas y conflictos personales.
De hecho, los mejores momentos del filme son las grotescas e hilarantes conversaciones de Violette (Delpy) con su mejor amiga Ariane, y casi parece haber más potencial humorístico y de reflejo de una realidad oculta en el cine más comercial en la relación y discusiones entre estos dos personajes que en la trama principal, la historia de Lolo. Lolo (Vincent Lacoste) es el hijo de Violette, que, en un intento por continuar siendo el único amor en la vida de su madre, intenta boicotear a Jean-René, su nuevo pretendiente. Si bien esta historia de dominación en cierta manera patriarcal de Violette ya no por parte de un marido sino de un hijo y la problemática relación que una mujer puede llegar a mantener con la maternidad es un tema fascinante y con mucho potencial (recordemos interesantísimas reflexiones como “La semilla del diablo” o la más reciente “Tenemos que hablar de Kevin”), Delpy parece fallar al tratar de combinar esta temática con la clásica comedia de enredos.
El resultado es menos divertido de lo que se pretende. Ni siquiera dentro de los parámetros de la comedia se puede aceptar el excesivo (y psicópata) complejo de Edipo de Lolo, cómo su madre y el resto de personajes lo ignoran y aceptan a partes iguales o el banal modo en que todo se resuelve. Los conflictos y confusiones terminan por resultar demasiado tópicos y no sirven para reforzar el posible poder subversivo de algunos de los valores que sin duda subyacen al proyecto. A pesar de esto, “Lolo” es una divertida y disfrutable comedia que no quita las ganas de seguir pendiente del ingenio y perspicacia de Julie Delpy.
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Anterior crítica de cine: “Infierno azul”, de Jaume Collet-Serra.