¡Lo tengo en vinilo!, de Óscar Avendaño

Autor:

LIBROS

«Este libro nos conduce a repasar nuestra relación con la música que siempre nos ha acompañado»

 

Óscar Avendaño
¡Lo tengo en vinilo!
NEO PERSON SOUNDS, 2024

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Cuando se disolvió Siniestro Total hace ahora dos años, su bajista Óscar Avendaño se quedó repentinamente sin el cobijo que le había dado la banda durante 21 años y sin su sustento principal. A diferencia del resto del grupo, ha pasado a situarse en un primer plano, algo que para lo que ya nos venía preparando con distintos proyectos como Los Profesionales, Reposado, Los Míticos GT’s o La Banda Fantasma, culminando con The Bo Derek’s. Ahora le suma este libro, ¡Lo tengo en vinilo!

Su título —y, sobre todo, el subtítulo: Una historia sobre la fidelidad y el amor… a un formato— no debe conducir a engaño: a Avendaño le gusta el vinilo, sí, pero escucha y ha escuchado discos también en casete y en compacto, como atestiguan las páginas de este, su primer libro. Más que amor al formato, lo que deja claro es su amor a la música, sin más.

Son noventa capítulos dedicados a otros tantos discos que han tenido un papel relevante en su formación y en distintos momentos de su vida, incluyendo tres de, precisamente, Siniestro Total. Con especial predilección por el rock —de Roy Orbison a Sex Pistols, por poner dos ejemplos—, y con atención a grupos españoles como Los Contentos, Los DelTonos, Los Enemigos, Doctor Explosión, Burning o Vincent von Reverb y Sus Vaqueros Eléctricos, hay también ocasionales incursiones en el pop con The Left Banke o Beach Boys, el folk de Fairport Convention, al tropicalismo de Os Mutantes o con las mismísimas Vainica Doble.

No obstante, no se trata de un libro en el que se desmenuzan los discos, como la mayoría que siguen un esquema similar. De hecho, un capítulo acaba con «Ah, es verdad: aún no he hablado del disco…». Se trata, más bien, de unas páginas que aportan otro tipo de valor, incluso mayor, y del que hay menos ejemplos: el sentimental, lo que representan para su autor. Avendaño se expresa con un verbo directo, como el de un amigo que te cuenta sus historias y las anécdotas alrededor de esos discos en la barra de un bar mientras te tomas una caña con él. Baste ese argumento utilizado en este tipo de conversaciones: «A ti lo que te pasa es que no tienes ni puta idea», para que el autor se vea liberado de sumergirse en reflexiones sesudas y pueda centrarse en otro tipo de vivencias con las que seguro que el lector empatizará más.

Según sus palabras, en AC/DC hay un pato Donald. Regalar un recopilatorio de Creedence Clearwater Revival puede llevar a que tu novia te deje considerándote un freak. Las chicas guapas siempre tienen una copia del debut de Violent Femmes. Con once años afirma que era más viejo que ahora. Un conocido le aseguró que Emerson, Lake & Palmer pasaron a ser su grupo favorito cuando se les unió Neil Young. En un álbum doble de Syd Barrett se encontró con que uno de los discos había sido sustituido por uno de Ray Conniff. Reconoce haber plagiado una canción sin querer…, más o menos como George Harrison. Incluso desvela una situación ridícula que prometió no contar nunca. Pero también consigue transmitir profunda emoción en pasajes como el que cierra el capítulo de Coles corner de Richard Hawley: «Allí, en medio de todo nuestro caos, se acurrucó en el sofá y me dijo: “Pon algo bonito antes de irnos a dormir. Pon “The ocean”».

Más de una vez, Avendaño reconoce haber llegado a estos discos a través del cine, descubriendo canciones como, por ejemplo, “Northern sky” de Nick Drake en Serendipity (2001). Esas películas aparecen mencionadas de vez en cuando, para revelar en un momento dado que no va a hablar más de cine. Leído lo leído, no sería de extrañar que le diese continuidad a este libro con otro volumen centrado en sus vivencias cinematográficas.

Avendaño cuenta todas estas historias personales en textos breves por cada disco, concisos pero sin paja, quedando claro en todo momento que sabe cómo acabar un capítulo, en todo lo alto, dejando al lector con apetito por pasar rápidamente al siguiente. Y lo mejor: si otros libros te empujan a escuchar la discografía del artista del que hablan, este nos conduce a repasar nuestra relación con la música que siempre nos ha acompañado. La relación con nuestra vida. Con tu vida.

Anterior crítica de libros: Sinatra, de Raúl Núñez.

Artículos relacionados