Lo que te falta, de Soleá Morente

Autor:

DISCOS

«Un discurso sónico más compacto y maduro, con el amor y el mal de amores en el horizonte»

 

Soleá Morente
Lo que te falta
ELEFANT RECORDS, 2020

 

Texto: DAVID PÉREZ MARÍN.

 

«Si no aparece el camino / no sé qué va a pasar / tendrá que haber un camino / que me lleve a donde puedas estar…». Eso cantó el gran Enrique Morente en aquel epílogo planetario de La leyenda del espacio (2007), y sí, estaba en lo cierto. Siempre hay un camino y Soleá Morente parece haber encontrado el suyo de pleno en su flamante tercera entrega en solitario, Lo que te falta (2020). Senda a la que se acercó ya notablemente en su anterior y festivo Ole lorelei (2018), donde impuso su sello y dejó que su ADN tomara el mando, cohesionando un ramillete colorido de canciones bajo una luna de espejos lunera, a base de electro pop, rumba bailonga y susurros flamencos, con la atenta mirada y sonrisa eterna de su padre presente en el aire.

Antes, sin pasos en falso, su carrera comenzó a despegar siguiendo su instinto y a los discípulos/amigos rockeros de su progenitor, con J y Antonio Arias como gurús iniciáticos en aquella misa eléctrica que le rindieron como tributo al Ronco del Albaicín, Homenaje a Enrique Morente (2012). Tras cantar “La estrella” y “Yo poeta decadente” en aquella primera parte, ópera prima de Los Evangelistas, las atmósferas planetarias siguieron su curso y fue la voz protagonista de la continuación del homenaje en Encuentro (2013). Y finalmente, pasó a tomar las riendas y firmó su debut al mando en Tendrá que haber un camino (2015), bien arropada por la amplia y heterogénea familia musical granadina, dejando la marca de su quejío pop aterciopelado en adaptaciones de letras que cantó Enrique y otras de amigos, con J y la Bien Querida al frente.

Con los cimientos firmes y claros, si en Ole lorelei fue el espíritu de Jeanette y Las Grecas el que sopló con fuerza bajo sus alas, abrazando la electrónica rumbera, a medio camino entre Joe Crepúsculo y Camela, rompiendo cualquier cadena y dejando caer todo lastre (con soleá de Bernarda de Utrera filtrada por auto-tune incluida), ahora, en este tiempo tan raro que nos ha tocado vivir, nos regala Lo que te falta, un rayo de energía propia cargado de la espontaneidad y empoderamiento de las más grandes, de María Jiménez a Bambino pasando por la garra y coraje de Rocío Jurado. Una docena de canciones frescas y luminosas en las que Soleá adelanta la primavera a base de pasión, alegría y cariño, bajo una fina lluvia sintetizada y un sol reinante por rumbas pop interpretadas desde dentro. Un discurso sónico más compacto y maduro, con el amor y el mal de amores en el horizonte.

Si en Ole lorelei Alonso Díaz (Napoleón Solo) fue importante para conseguir el sonido del álbum, en Lo que te falta el máximo culpable es el músico y productor David Rodríguez (La Estrella de David), al que acudió Soleá buscando cierta radicalidad sonora, pero finalmente, terminaron por pactar una vuelta a los orígenes con una producción sobresaliente que le viene como anillo al dedo, dejando brotar sus raíces con valentía y fundiendo pasado, presente y futuro con el desparpajo y la seguridad de una artista que parece venir de vuelta.

Así, firmando algunas de sus primeras letras y sin repetir ni doblar voces, cantando a corazón abierto y con ese «fuego rumbero camina conmigo» como motor y desenfreno, sin perder un ápice de la permeabilidad sonora y la espontaneidad que le corre por la sangre, hace suyo el “Cariño” de La Estrella de David e inicia una fiesta que necesitábamos más que nunca. Y si en “No puedo dormir” nos mece con regusto a bolero y esa seductora dulzura de terciopelo y espinas tan suya, bien flanqueada por Las Negris y Alonso Díaz, más una preciosista orquestación, en las dos siguientes piezas echa el resto y nos deja tocados y hundidos. Primero en esa “Viniste a buscarme”, con María Jiménez rezumando por los poros, y luego en la titular y definitiva interpretación de “Lo que te falta”, arañándose el alma y erizando hasta el aire, con «La más grande» aplaudiendo allí donde esté.

Seguimos quebrantando las piedras que laten en el pecho, cantando al desamor y al olvido en la imprescindible “Ducati”, con las Cariño a los coros (repiten en “Cosa buenas”) y versos prestados del “Ducati Luv” de Yung Beef y Somadamantina. Referencias presentes que siguen zigzagueando por los surcos, como ese «yo solo quiero un goonie que me quiera bien» de La Zowi, que baila al son de Peret o Pescaílla, poniendo el tablao boca abajo en “Tutti frutti”, una de las rumbas más personales y afiladas del lote.

Los coros y jaleos siguen su curso como el agua clara que baja del monte, con Las Negris, Rocío Morales, José Bonaparte, Tomasito, Kiki Morente, Antonio Carbonell, Cariño o Miryam Levy, entre otros muchos amigos que se van sumando a la verbena. Omnipresente la dirección musical de David Rodríguez y ese espíritu colaborativo y familiar que Enrique siempre enarboló como bandera, en estudio y en directo. El elenco de músicos va del pulso al bajo de Checopolaco a las percusiones vitales de Popo Gabarre y Ginés Pozas, más las guitarras de Eduardo Espín, Víctor Iniesta y los enjambres noise del propio Rodríguez, pasando por apariciones estelares de su hermana Estrella a los coros en el bellísimo final a fuego lento de “Condiciones de Luna” y ese mano a mano con su hermano Kiki, en el eterno poema de San Juan de la Cruz que Enrique adaptó y cantó por tangos como nadie, y hoy vuelve a brillar relampagueante como un nuevo homenaje en “Pero es de noche”.

De ese “Mundo nuevo” con coro y palmeo rociero que entra como una brisa imparable y nos lleva en volandas con su «tú eres pa mi lo primero», a continuar el alboroto en “Coca-cola”, con los temblores de Dolores Vargas «La Terremoto» resonando entre teclados sintetizados y jolgorio del bueno, con La Estrella de David remarcando su presencia, hasta llegar a “Olvidarme de ti” (La Bien Querida rules) y ese cierre escrito a medias con J que «nos lleva lejos de aquí…».

Lo que nos falta, una obra de total reafirmación que, con ese Prado negro aún floreciente de poesía en “Las mimbres” (2019) y un proyecto pendiente en el que cantará a Paco Ibáñez, consagran a la mediana de los Morente como una de las artista más magnéticas y efervescentes del momento. Ya lo canta Soleá: «Gitanita como yo no la vas a encontrar, / así se vuelva gitana toíta la humanidad». Así que no rebusquen más, dejen el Lexatin u otras benzodiazepinas varias, suban el volumen y a rumbear en casa, que falta nos hace.

Anterior crítica de discos: Álbum, de Marta Plumilla.

 

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