«Sin más pretensiones que las de divertir y divertirse, Slade fueron el portaestandarte del rock proletario de la época, aficionados de taberna entre las refinadas huestes del glam, cuatro pueblerinos rescatados del anonimato»
Slade
«Feel the noize: Greatest hits»
POLYGRAM, 1994
Una sección de LUIS LAPUENTE.
De no ser por la respetuosa revisión de ‘Cum on feel the noize’ que facturó Oasis, cualquiera diría que más de treinta años después de la publicación de sus dos mejores álbumes («Slade alive» y «Slayed») habría desaparecido de la memoria colectiva del rock el nombre de los cuatro músicos más macarras surgidos en las Islas Británicas desde The Kinks y The Small Faces.
Y no es que Slade fueran nada del otro mundo, con esa pinta espantosa de «cockneys» estrafalarios, los pantalones de campana, los zapatos de plataforma y el rasca-rasca a lo Status Quo. No, no fueron el recambio de The Beatles ni la alternativa a The Rolling Stones, pero sí supieron encarnar como pocos el espíritu desenfadado y vivificante del rock and roll. Sin más pretensiones que las de divertir y divertirse, Slade fueron el portaestandarte del rock proletario de la época, aficionados de taberna entre las refinadas huestes del glam, cuatro pueblerinos rescatados del anonimato por el viejo zorro de Chas Chandler, exbajista de The Animals y exproductor de Jimi Hendrix. Su reinado fue breve, apenas tres o cuatro años de gloria, aunque ellos se resistieron a morir y aún siguieron manteniendo el tipo hasta bien entrada la década de los ochenta y todavía tuvieron arrestos para regresar fugazmente en 1991 con el single ‘Radio Wall of Sound’.
La gracia de este tremendo recopilatorio de 1994, dedicado a la memoria del malogrado Chas Chandler, consiste en rescatar y ordenar todos aquellos memorables singles del periodo 1971-75, títulos escritos en un imposible inglés de suburbio como ‘Cuz I luv you’, ‘Look wot you dun’, ‘Take me bak ‘ome’, ‘Mama weer all crazee now’, ‘Gudbuy t’Jane’, ‘Cum on feel the noize’, ‘My friend Stan’ o ‘Merry xmas everybody’, clásicos del rock and roll más descarado y festivo.
Obligatorio, aunque no vengan en ninguna lista de esas que resumen la historia de los últimos cincuenta años.
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