Lo que hay que tener: Etta James

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«El eco de su música vitalista y contagiosa pervive hoy en la memoria del soul al mismo nivel que el primer elepé de Aretha Franklin o el segundo de Wilson Pickett en Atlantic»

 

 

Etta James
«Tell mama»
CHESS, 1968

 

Una sección de LUIS LAPUENTE.

 

«Éramos un puñado de jóvenes de Alabama enamorados de la música soul.» (Norbert Putman, bajista de Muscle Shoals.) La esencia, la magia de los estudios Fame, en Muscle Shoals, uno de los cuatro pueblos de Alabama –con Florence, Sheffield y Tuscumbia– limítrofes con el río Tennessee: el gran secreto a voces del soul sureño. De allí surgieron las grabaciones más tórridas, los discos más hermosos y auténticos de la segunda mitad de los años sesenta, la leyenda de Wilson Pickett, Aretha Franklin y Percy Sledge. De allí, el álbum que inmortalizó a la gran dama de Chess, «Tell mama», un clásico entre los clásicos del southern soul, el «disco-que-hay-que-tener» de Etta James.

Grabado el 22, 23 y 24 de agosto de 1967 –excepto ‘The same rope’, ‘Security’ y ‘My mother-in-law’, que fueron grabados el 30 de noviembre y el 6 de diciembre de ese mismo año–, y producido por el capo de Fame, Rick Hall, «Tell mama» tan solo proporcionó a Etta dos entradas en las listas de singles, ‘Tell mama’ y ‘Security’, pero el eco de su música vitalista y contagiosa pervive hoy en la memoria del soul al mismo nivel que el primer elepé de Aretha Franklin o el segundo de Wilson Pickett en Atlantic. Un eco prodigioso y atronador, presente no solo en los citados ‘Tell mama’, de Clarence Carter, y ‘Security’, de Otis Redding –no es extraño que uno de los proyectos frustrados del malogrado vocalista fuese producir un álbum a Etta James–, sino también en la espantosa desolación de ‘I’d rather go blind’, con esa atmósfera perturbadora de gospel mundano sustentada sobre el fondo de órgano de Dewey Oldham y la voz enfangada de Miss James, y en la inmediatez rítmica de los dos originales de Don Covay (‘Watch dog’ e ‘I’m gonna take what he’s got’) y en el infeccioso aroma country-soul de los restantes temas, soberbios clásicos del subsuelo del soul sureño escritos por Rick Hall, Charles Chalmers, Roscoe Gordon, Jimmy Hughes, Leonard Caston, Lloyd Webster, Ed Townsend, George David, Lee Diamond, Lyndom Oldham, músicos blancos en su mayoría, con el virus del soul inoculado en su organismo: basta con escuchar maravillas como ‘The love of my man’, ‘Don’t lose your good thing’ o ‘The same rope’ para entender los secretos del soul sin necesidad de más explicaciones.

Por desgracia, la inesperada muerte de Leonard Chess, el auténtico motor de Chess Records, dio al traste con la mágica asociación entre Etta James y Muscle Shoals e hizo descender varios grados la temperatura emocional de sus grabaciones posteriores para el sello de Chicago. Pero eso es historia y los surcos de «Tell mama» esperan ahora humeantes en el reproductor de cedés para estallar en un extraordinario arco iris de emociones y revivir la atmósfera irrepetible de aquel memorable mes de agosto de 1967 en Alabama.

Anterior entrega de Lo que hay que tener: Joni Mitchell.

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