Lo que hay que tener: Earth, Wind & Fire

Autor:

«Earth, Wind & Fire componen con The Commodores y Kool & The Gang la gran tripleta central de profetas de la religión disco-funk»

earth-wind-fire-19-05-13

Earth, Wind & Fire
«The eternat dance»
SONY, 1992

 

Una sección de LUIS LAPUENTE.

 

Earth, Wind & Fire componen con The Commodores y Kool & The Gang la gran tripleta central de profetas de la religión disco-funk, tres bandas demoledoras, responsables de algunos de los mejores momentos registrados en el Libro de Oro del soul y el funk del período 1970-1985.

Originarios de Chicago, aunque afincados en Los Ángeles, Earth, Wind & Fire nacieron en 1969 como The Salty Peppers, liderados por el bajista Verdine White y su hermano Maurice White, expercusionista de sesión de la compañía Chess y exmiembro del Ramsey Lewis Trio. En 1971, Maurice rebautizó a su banda con el nombre definitivo de Earth, Wind & Fire, en clara referencia a los tres elementos (tierra, viento y fuego) de su signo zodiacal.

Fichados por Warner, publicaron un par de trabajos menores («Earth, Wind & Fire» y «The need of love») antes de pasar a la disciplina de Columbia, donde despegarían comercialmente tras haber cambiado a la mayoría de los músicos de su formación original. Un golpe de timón proverbial, que contó con la colaboración del malogrado compositor/productor Charles Stepney, viejo compinche de White y uno de los históricos de Chess, y que incluyó la incorporación de los esenciales Ronnie Laws (saxo y flauta) y, sobre todo; Phillip Bailey (percusión y voz), uno de los más grandes falsettos de la historia del soul.

Fuertemente influido por la astrología y la mitología egipcia, Maurice White convirtió los discos y los conciertos de su banda en un espectacular mosaico de polirritmias, vientos y percusiones deudores tanto del soul y el jazz como de las músicas africanas, brasileñasy latinas. Además de en la fabulosa grandilocuencia argumental, evidente en la imaginería de sus carátulas y escenografías, lo mejor de su legado hay que buscarlo en la rica frondosidad melódica de sus canciones, formidable epítome del street-soul y el disco-funk de los años setenta y ochenta. Casi todos sus álbumes de esa época merecen confianza, pero una buena selección debería incluir al menos «Head to the sky» (1973), «Open your eyes» (1974), «That’s the way of the world» (1975), «Gratitude» (1975), «All’n’all» (1977), «I am» (1979) y «Raisel» (1981). Tanto White como Laws y Bailey han firmado antes o después distintos trabajos en solitario, y White, por añadidura, ha desarrollado una intensa carrera como productor en su compañía Kalimba Productions, para la que han trabajado artistas tan prestigiosos como The Emotions, Deniece Williams o Weather Report.

Publicada en 1992, «The eternal dance» es la gran antología que esperaban los seguidores del grupo, un documento imprescindible para acercarse a las claves de un género arrebatador, que encontró en la música de Earth, Wind & Fire una de sus cimas indiscutibles. Además del habitual libreto con fotos de las portadas originales, artículos de opinión, discografía y créditos de las piezas compiladas, este cofre agrupa en tres volúmenes cincuenta y cinco temas del período 1971-87, con especial atención a los álbumes clásicos de la banda y presencia de un numeroso grupo de piezas inéditas, entre ellas la deliciosa ‘Ponta da Areia-Brazilian rhyme’, original de Milton Nascimento.

Anterior entrega de Lo que hay que tener: David Bowie.

Artículos relacionados