Bob Dylan
Tell tale signs (Rare and unreleased 1989-2006)
COLUMBIA/SONY BMG, 2008
Una sección de LUIS LAPUENTE.
Hay un raro consenso en torno a Dylan, referente a su supuesta dejadez a la hora de afrontar proyectos artísticos, al menos desde la que muchos consideran la última de sus etapas mágicas, mediados los años 70 del siglo pasado. Se dice que Bob deja los discos inacabados, que graba lo primero que se le pasa por la cabeza sin cuidar la producción, que descuida los detalles. Quizás la edición del último, por el momento, de sus Bootlegs, titulado Tell tale signs (Rare and Unreleased 1989-2006), termine de una vez por todas con esa errónea apreciación.
Porque, sin llegar a los niveles de puntillismo de un Neil Young que nunca termina de ordenar y publicar sus ya legendarios Archivos, Dylan demuestra en este álbum, una vez más, la riqueza de su repertorio oculto, el mimo con que prepara cada uno de sus trabajos, envuelto como está desde hace años en ese “never ending tour” que a muchos dejaría exhaustos y huérfanos de creatividad, absorto en la edición de sus Crónicas escritas y atento a sus numerosos compromisos públicos.
Tell tale signs remite a uno de los mejores Dylan posibles, el que arranca en Oh Mercy y culmina en Modern times, quince años de por medio en la carrera de un músico que vive quién sabe si su tercera, cuarta o quinta época dorada. La edición de lujo, más que recomendable, presenta en tres volúmenes digitales treinta y nueve canciones, todas inéditas menos dos (de las bandas sonoras de Lucky y Gods and generals), rescatadas de las sesiones de grabación de los dos álbumes citados y de los también gloriosos Time out of mind y World gone wrong, además de algunas piezas en directo y otras rarezas, por ejemplo, las que Dylan se saca de la chistera del disco registrado en 1992 con el folksinger David Bromberg, que nunca llegó a ver la luz. Y hay aquí numerosas muestras del perfeccionismo artístico y la sabiduría musical del autor de “Mr. Tambourine Man”: desde las distintas variantes (rockabilly, folk desnudo) del maravilloso “Dignity” hasta la sorprendente revisión del clásico de Robert Johnson “32-20 Blues” (que quedó fuera del repertorio de World gone wrong) o esas canciones sublimes, canónicas en su libro de estilo, como son “Cross the green mountain” (del “soundtrack” de Gods and generals) o “Red river shore” (inexplicablemente descartada de Time out of mind). Además, quienes pasen de largo por la edición normal (doble CD) y se aventuren a hacerse con este bonito (y nada barato) cofre, encontrarán también un documentado libreto con toda clase de información sobre las grabaciones y otro libro que reproduce las portadas de los singles publicados por Dylan a lo largo de su carrera en distintos países del mundo. Signos reveladores de un artista en permanente estado de gracia.