Bob Dylan
«New Morning»
SONY, 1970
«Planet Waves»
SONY, 1974
Una sección de LUIS LAPUENTE.
En 1965, Dylan revolucionó el folk y el rock con un álbum de título devastador y absolutamente definitorio: «Bringing It All Back Home» («Devolviéndolo todo a casa»).
Enseguida llegaron nuevas obras maestras, probablemente los discos capitales de todo el rock de la década prodigiosa: «Highway 61 Revisited» (1965) y «Blonde On Blonde» (1966), soberbias colecciones de piezas ácidas, visionarias, desencantadas, feroces, poesía al borde del abismo.
Luego, el accidente de moto que casi le cuesta la vida, el retiro en Nashville, el distanciamiento, el reencuentro con la serenidad y con el amor, la inmersión en el country, el gusto por la balada, sin abandonar la poesía visionaria: «John Weshley Harding» (1968) y «Nashville Skyline» (1969).
El mes de junio de 1970, los dylanólogos se rasgan las vestiduras ante la aparición de un doble LP de versiones titulado «Selfprotrait»: para muchos, un lamentable delirio de autocomplacencia; para unos pocos, entre los que me cuento, una curiosidad con bastantes momentos notables.
A esas alturas, se supone que ya nadie en su sano juicio debería esperar que Bob Dylan mantuviese una línea artística y/o ideológica coherente. Sin embargo, aún no había terminado la edad de oro del viejo tahúr de Greenwich Village. Cuatro meses después de «Selfportrait», Mr. Zimmerman reapareció con otra espléndida colección de piezas de vocación country y temática amorosa. El título, «New Morning», ya avisaba de las intenciones de su autor, plácidamente instalado en un colchón de felicidad conyugal y alejado de los supuestos sueños revolucionarios de sus años jóvenes. Dylan se sabía intocable y sólo se preocupaba de escribir canciones sencillas, aunque prodigiosas. Hermosas declaraciones de amor y felicidad como ‘If Not For You’ o ‘New Morning’, deliciosos himnos panteístas como ‘Father Of Night’, pequeñas delicadezas melancólicas como ‘Time Passes Slowly’ o ‘Winterlude’, delirios decadentes como ‘If Dogs Run Free’ (una de las joyas del álbum). El gusto por la poesía surreal, por las cosas pequeñas, el Dylan más vitalista y, quizás, incomprendido.
Después de «New Morning», el paréntesis de «Pat Garret And Billy The Kid» (1973), el regreso al compromiso con el single ‘George Jackson’ y la huida de CBS, castigada por la compañía con la edición de un álbum de refritos y versiones («Dylan») aún más controvertido que «Autorretrato».
Luego, una breve estancia en el sello Asylum y el regreso triunfal a CBS con el último de sus discos magistrales, el extraordinario «Blood On The Tracks», del que algún día hablaremos con veneración desde aquí.
Pero volviendo atrás la mirada, tenemos a Dylan en 1974, ya fuera de CBS. Es el momento de reconstruir su relación con The Band y oficializarla en un disco que entonces pasó casi como uno más y que hoy puede considerarse una de las obras maestras ocultas de Dylan. Me refiero, claro, al fantástico «Planet Waves», que empieza (‘On A Night Like This’) donde terminó «New Morning», pero enseguida adopta vida propia en canciones magistrales como ‘Tough Mama’, ‘Something There Is About You’, ‘Dirge’ (“Me odio a mí mismo por amarte y por la debilidad que ello conlleva…”), ‘Never Say Goodbye’ o las irresistibles ‘The Wedding Song’ y ‘You Angel You’. Una Banda extraordinaria, un sonido prístino, cimbreante, un compositor en estado de gracia y un intérprete en uno de los mejores momentos de su historia. «Planet Waves»: hay que volver a este Dylan una y otra vez.
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