Aretha Franklin
Amazing grace
ATLANTIC/WARNER, 1972
Una sección de LUIS LAPUENTE.
El nombre de Aretha Franklin se encuentra indisolublemente unido al del devenir del soul (y ahora, al de la presidencia norteamericana, tras haber cantado en la ceremonia de toma de posesión de Obama), gracias a su extraordinaria serie de álbumes y singles publicados por el sello Atlantic entre 1967 (“I never loved a man (the way I love you)”) y 1976 (Sparkle). Sin embargo, Aretha fue y es sobre todo una intérprete de gospel y es en sus escasas grabaciones religiosas donde vibra en todo su esplendor su prodigiosa garganta, inflamada de emoción y profundidad.
Nacida en Memphis y afincada en Chicago, en el seno de una familia de hondas convicciones baptistas, Aretha Franklin convivió desde pequeña con las primeras figuras del gospel de la época, desde su padre, el reverendo C.L. Franklin, líder del Movimiento por los Derechos Civiles y amigo íntimo de Martin Luther King, hasta personajes como Mahalia Jackson, Clara Ward, The Soul Stirrers, The Mighty Clouds of Joy o el reverendo James Cleveland, asiduos visitantes del domicilio familiar. En 1956, Aretha publicó en el subsidiario Checker de Chess su primer álbum de gospel, titulado Songs of faith-The gospel soul of Aretha Franklin, registrado en directo en la iglesia de su padre, a quien rendiría tributo en su última grabación religiosa, One Lord, one Faith, one Baptism (1978). Entre medias queda el que ha sido probablemente su mejor trabajo, el sensacional Amazing grace (1972), doble álbum grabado en directo en el New Temple Missionary Baptist Church de Los Ángeles, con participación del reverendo James Cleveland y su célebre Southern California Community Choir, y una banda portentosa, liderada por el guitarrista Cornell Dupree y el baterista Bernad Purdie. Producido por Jerry Wexler y Arif Mardin, Amazing grace reparte su grandeza entre los viejos espirituales (“Precious Lord, take my hand”, de Thomas A. Dorsey), los himnos tradicionales (“Amazing grace”, “Never grow old”), los estándares (“You’ll never walk alone”, de Rodgers & Hammerstein) y los clásicos del pop (“You’ve got a friend”, de Carole King) y el soul (“Wholy holy”, de Marvin Gaye), y marca una de las cumbres de la música con alma de todos los tiempos.