Los críticos de cine Jordi Revert, Elisa Hernández y Héctor Gómez escogen las quince mejores películas del año que ahora termina, encabezadas por “Del revés”, el indiscutible fenómeno de Pixar.
1/
“Del revés” (“Inside Out”)
Pete Docter y Ronnie del Carmen, 2015
La gran capacidad imaginativa de los creadores de la película se traslada en pantalla en un increíble y maravilloso universo creado a partir de juegos de palabras y conceptos e ideas abstractos o difíciles de imaginar. El resultado final es toda una experiencia cinematográfica que ofrece una original y fascinante imagen de la complejidad de la mente humana y que hace que el viaje al interior del cerebro de Riley esté cargado de grandes emociones y sorpresas extraordinarias. Y es que con “Del revés”, Pixar nos ha demostrado una vez más que la creatividad en el cine de los grandes estudios no sólo no ha muerto sino que todavía tiene mucho que ofrecer. Por Elisa Hernández.
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2/
“The Assassin” (“Nie yin niang”)
Hou Hsiao-Hsien, 2015
Con Zhang Yimou, la tradición wuxia en la pantalla alcanzó su expresión espectacular pero no siempre profunda. Hou Hsiao-Hsien, en cambio, ha consagrado siete años de su vida a construir una monumental obra que devuelve el género a su vertiente más realista. The Assassin es extraordinaria en su belleza críptica: en ella cada plano parece perseguir la cristalización del tiempo de manera serena y paciente. La luz penetra en el encuadre y desestabiliza la imagen de un jardín o acaricia la estampa de una reunión familiar. Las batallas son filmadas desde la distancia, extrañadas en la lejanía de la acción. El paisaje épico es solo eso, un paisaje en el que la cámara rastrea el brotar de lo humano en esa asesina perfecta (Qi Shu). Cuando la consciencia del otro germina y la piedad nace en el personaje, es como si una quimérica búsqueda en el infinito encontrara milagrosamente sus frutos. Y con ellos la certeza de hallarnos ante una obra maestra que trasciende desde su sinfín de lecturas cualquier circunstancialidad o contexto. Por Jordi Revert.
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3/
“Mad Max: Furia en la carretera”
George Miller, 2015
No hay que despreciar el riesgo que suponía adaptar una franquicia tan decididamente ochentera y que ha envejecido peor de lo deseable −a excepción quizá de la muy meritoria “Mad Max 2: El guerrero de la carretera” (“Mad Max 2”, George Miller, 1981)− a unos nuevos tiempos que exigen suplir el déficit de atención del público mayoritario con dosis excesivas de acción. Pero en este caso la apuesta ha salido a la perfección, gracias especialmente por contar con el director de la saga original y por anteponer el olor de la gasolina al de los píxeles. “Mad Max: Furia en la carretera” es el blockbuster definitivo, dos horas de acción sin freno que te impiden abandonar el filo de la butaca, y unos personajes carismáticos que auguran un buen futuro a esta nueva franquicia. Lo del debate sobre si la película es machista o feminista, ya tal. Por Héctor Gómez.
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4/
“Ex Machina”
Alex Garland, 2015
Detrás de lo que podría parecer el típico argumento sobre creación de inteligencia artificial y sus consecuencias éticas se esconde un thriller perturbador y muy elaborado a nivel visual. Las reflexiones filosóficas se mezclan con la ciencia-ficción y el terror a medida que la incertidumbre va aumentando de una manera sutil hasta crear un ambiente claustrofóbico casi inaguantable. La audiencia, como el ingenuo Caleb, se pasea por la inquietante mansión en que sucede la película, sufre su misma confusión y desconcierto y finalmente ve todas sus expectativas retorcidas en un film que, co-protagonizado por una Alicia Vikander (como Ava) fascinante a la par que espeluznante, no dejará indiferente a nadie. Por Elisa Hernández.
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5/
“It follows”
David Robert Mitchell, 2014
Hubo un tiempo en que el cine de terror con protagonistas jóvenes tendía al “slasher” de pacotilla y a la casquería fácil. Pues bien, olviden ese tópico y piensen en la película de terror definitiva de la generación “emo”. El miedo se construye a través de los tiempos muertos y de un uso brillante de la profundidad de campo, que hace que la amenaza en principio menos amenazante (por lo poco espectacular) acabe poniéndonos los pelos de punta. Y, por si fuera poco, como todo buen filme de terror que se precie, “It follows” tiene también su lectura social e ideológica representada en esa maldición que se transmite a través del contacto sexual. Chavales, ya habréis oido mil veces que tengáis cuidado con quién os lleváis a la cama. Por Héctor Gómez.
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6/
“Whiplash”
Damien Chazelle, 2014
La gran sorpresa de los Oscars 2015 fue esta pequeña película que además de poner en el mapa a Miles Teller −ya se encargó de estropear su año protagonizando “Cuatro Fantásticos” (“Fantastic four”, Josh Trank, 2015)− y de reconocer justamente el magnetismo de J.K. Simmons, nos tuvo en vilo durante algo más de cien minutos para ver cómo se resolvía el “tour de force” entre el aplicado estudiante de batería y el diabólico profesor que se saltó la clase en la que hablaban del refuerzo positivo. “Whiplash” va creciendo en intensidad como los virtuosos solos de batería, dejando por el camino un reguero de sangre, sudor y lágrimas que nosotros como espectadores no podemos sino compartir. Por Héctor Gómez.
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7/
“Fuerza mayor” (“Force majeure”,)
Ruben Östlund, 2014
Sin duda una de las comedias más tristes (o dramas más divertidos) que hemos visto recientemente, “Fuerza mayor” parte de lo que deberían ser las vacaciones de una familia burguesa en los Alpes y termina por ser una reflexión sobre la fragilidad de la imagen autoconstruida del sujeto en el mundo contemporáneo. La película crea una atmósfera muy especial y la mantiene a lo largo de todo el metraje. Irreverente, hipnótica e incómoda, “Fuerza mayor” es toda una sátira (al tiempo que un espeluznante espejo) del comportamiento humano, capaz de mostrar lo ridículo de la auto-imposición de estereotipos y conceptos como “familia feliz” o “masculinidad” y, sobre todo, lo artificial de todos ellos. Por Elisa Hernández.
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8/
“Babadook” (“The babadook”)
Jennifer Kent, 2014
Mientras que “It follows” (David Robert Mitchell, 2014) se erige como estimulante pero evidente ensayo que explicita el valor del encuadre y la profundidad de campo dentro del cine de terror, “Babadook” sería una alternativa naturalista que se adentra en las raíces psicológicas del terror sin dejar de proponer su propia gramática. Jennifer Kent funda el terror en una cotidianeidad desoladora, que compone desde el naturalismo de su puesta en escena, la brillante interpretación de Essie Davis y el árido montaje de Simon Njoo. Tampoco desaprovecha las jugosas implicaciones que articula ese monstruo de cuento de terror para niños, una figura tan memorable como etérea que recuerda la estrecha relación del fantaterror con la infancia y propone sutilmente una expedición al origen de los miedos propios sin necesidad de que exhibir auto-consciencia. Por Jordi Revert.
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9/
“Victoria”
Sebastian Schipper, 2015
Uno de los experimentos técnicos más impresionantes del pasado año. De más de dos horas de duración y rodada en una sola toma en un amanecer berlinés, la película presenta la casual implicación de una chica española en un robo al banco perpetrado por cuatro jóvenes alemanes. “Victoria” se construye como thriller excitante y sobrecogedor, además de ser un prodigio de planificación y trabajo actoral. O quizás precisamente gracias a ello: el uso del tiempo real, la falta de pausas o elipsis y las emociones a flor de piel de los personajes hacen que la adrenalina parezca correr también por las venas del espectador, incapaz de despegar los ojos de la pantalla. Por Elisa Hernández.
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10/
“Puro vicio”
Paul Thomas Anderson, 2014
Estimados distribuidores de cine en España, hagánselo mirar. Paul Thomas Anderson es uno de los mejores directores del cine mundial de los últimos veinte años. Y punto. Por eso no se explica que una película como “Puro vicio” (“Inherent vice”) pasara de puntillas por la cartelera. Quizá sea por lo endiabladamente enrevesado de su trama, adaptación fiel de la lisérgica novela del maldito Thomas Pynchon. O por lo estrafalario de unos personajes que se mueven en una historia de novela negra con la estupefacción propia de un mal viaje de ácido. Por lo que sea, ese Philip Marlowe en horas bajas y con patillas al que da vida de forma magistral Joaquin Phoenix no consiguió calar entre los críticos y el público. Más motivos para que se convierta en un título de culto instantáneo. Por Héctor Gómez.
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11/
“Citizenfour”
Laura Poitras, 2014
Citizenfour cuenta el momento en que Edward Snowden decidió hacer públicas las políticas invasoras de la privacidad de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana. Lo que fascina sobre la película y la hace tan especial es que no solo cuenta esto sino que lo presencia. Laura Poitras nos da todos los datos de contexto y circunstancias necesarias para comprender las enormes implicaciones de lo revelado por Snowden, pero además es testigo directo del momento en que el analista de la NSA se pone en contacto con periodistas por primera vez. Mitad documental, mitad filme de espías, “Citizenfour” es Historia reciente desarrollándose ante nuestros ojos. Por Elisa Hernández.
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12/
“The Duke of Burgundy”
Peter Strickland, 2015
“Berberian sound studio” (“Strickland”, 2012) era la promesa de un cineasta en extremo perturbador y sensorial, que da una importancia capital al sonido. Aquel catálogo de perversiones fuera de cuadro del “giallo” ha dado paso a una obra más delicada y transgresora, un estudio sobre la naturaleza del deseo y sus interferencias pesadillescas en el amor en el que se conjugan prácticas sadomasoquistas y entomología. “The Duke of Burgundy” seduce la mirada del espectador desde su impecable puesta en escena, pero luego lo arrastra a infiernos personalísimos que se confirman en vaporosos planos de alcoba y en el rostro abismal de Chiara D’Anna. Por Jordi Revert.
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13/
“Güeros”
Alonso Ruizpalacios, 2014
Si hubiera algo parecido a un filme generacional en el cine mexicano de los últimos años, ese sin duda sería “Güeros”. Una película que engaña con su apariencia pseudo-hipster (protagonismo de estudiantes desubicados, fotografía en blanco y negro), cuando en realidad es mucho más. Es el relato de descubrimiento de la vida adulta de un niño conflictivo al juntarse con su hermano mayor y sus peculiares amigos. Pero sobre todo es el retrato de un México DF que huye tanto de la postal amable como de la miseria demagógica. Una ciudad (personaje clave dentro del filme) que bulle de actividad, de contestación y de cultura, y que cobija a unos protagonistas en una contínua búsqueda de su lugar en el mundo. Por Héctor Gómez.
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14/
“El año más violento” (“A most violent’s year”)
J.C. Chandor, 2014
La tercera película de J.C. Chandor completa de forma brillante una trilogía –espiritual, al menos− sobre el capitalismo. “Margin call” (Chandor, 2011) era el relato matizado pero espectacularizado del inicio de la crisis económica. “Cuando todo está perdido” (“All is lost”, Chandor, 2013) ponía el contrapunto emocional desde el hombre que debe sobrevivir en medio de la travesía. En “El año más violento”, Chandor adopta la raza de Sidney Lumet para narrar una historia de ascenso y poder que se cobra como víctima todo el idealismo del sueño americano. Pero lo realmente fascinante es el modo en que la película abarca la lógica sistémica y la violencia implícita en esta: el inmigrante empeñado en levantar honradamente su imperio (Oscar Isaac) empujado inexorablemente por su entorno a tomar la ley por su mano, liquidar a su competencia y, entonces sí, acceder al trono. Por Jordi Revert.
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15/
“La mirada del silencio” (“The look of silence”)
Joshua Oppenheimer, 2014
“La mirada del silencio” deja a un lado las reflexiones ontológicas y los artificios de “The act of killing” (Oppenheimer y Christine Cynn, 2012) para entrar de lleno en una intimidad menos espectacular pero si cabe más terrible: la erosión del tiempo sobre la memoria, enterrada bajo el olvido colectivo, la vergüenza y el trauma. Oppenheimer hace esa cotidianeidad densa e insoportable, construye su metáfora más perspicaz en un oculista que corrige la vista de un perpetrador y, en última instancia, transgrede los límites de su posición ética como cineasta. Desde su bello título hasta su conclusiva explosión emocional, se trata de una de las muestras de documental político más fascinantes de los últimos tiempos. Por Jordi Revert.
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