«No es un mero ensayo, Valiño no solamente conoce y opina sino que se documenta, rebusca en archivos, desbroza la materia»
Xavier Valiño
«Veneno en dosis camufladas. La censura en los discos de pop-rock durante el franquismo»
MILENIO
Texto: CÉSAR PRIETO.
En diciembre de 1972 uno de los censores que se encargaba de vigilar que la perniciosa influencia de los discos no corrompiese ni la moral ni las esencias patrióticas de la juventud española –al fin y al cabo la única consumidora– no veía claras las intenciones de Manuel Gerena en una veintena de canciones que le había presentado su compañía –Belter– para valorar. Había algo raro, turbio, pero no sabía el qué, sus letras eran ataques sin objetivo concreto, no llegaba a entenderlas, pero percibía que contenían alusiones graves, así que las autorizó al mismo tiempo que señalaba que tenían “veneno en dosis camufladas”. Sin saberlo él, era un poeta que dejó en bandeja el título de un libro que habla de la censura en los años que coincidieron franquismo y rock.
Lo curioso del caso es que se encargaron de los informes de todos los discos que aparecieron en España desde principios de los sesenta hasta ya casi cerrada la década de los setenta únicamente cuatro censores, cuatro vigilantes del océano que en una habitación con apenas una mesa canalizaron todos los discos que se editaron durante quince años. Acababan con su trabajo, preciso y culto, con los libros, y por las tardes buscaban un sobresueldo con las canciones. Cualquier narrador con autoridad pop podría escribir un cuento lisérgico en el que uno de ellos, poseído ya por ese veneno, tuviese una tercera vida en la noche madrileña en la que buscase locales en los que encontrar esas sensaciones que tenía que reprochar por la tarde, boîtes, sotanos… Se me ocurren candidatos pero no doy ideas.
La cuestión es que Xavier Valiño, gallego con suprema autoridad en la materia por sus libros y sus colaboraciones en radio y en prensa (colaborador de EFE EME), presenta aquí su tesis doctoral, no es un mero ensayo, no solamente conoce y opina sino que se documenta, rebusca en archivos, desbroza la materia. Así que hay un apartado en el que desgrana edictos, leyes y departamentos ministeriales –el más reciamente investigador– y otro en el que presenta ejemplos con textos, portadas, y páginas interiores; el más jugoso, desde luego.
Vayamos al jugo, que son las curiosidades básicamente. ¿Quieren ustedes creer que la golosina erótica de ‘Sex machine’ fue autorizada e incluso James Brown apareció en televisión y en cambio los recatados, pulcros, mormones The Osmond o los veraniegos George Baker Seleccion estaban censurados? Pues así es. ¿Se pueden ustedes creer que el censor interpretó que el ‘I’m waiting for the man’ de la Velvet Undergroud estaba dedicado a una chica que espera a su novio? Pues cierto. La cuestión de las portadas también suelta sorpresas, una de las más paradójicas que la edición española mejore –y en mucho– la presentación internacional. Véase para ello el “Diamond dogs» de David Bowie.
Otra apuesta interesante es dónde va a saltar la incongruencia. El ‘My sweet lord’, por ejemplo, es autorizado para George Harrison, pero vetado si lo canta Nina Simone. El ‘Imagine’ se niega porque es una canción totalmente negativa y el ‘Good vibrations’ en la versión de Hugo Montenegro –cuando ya estaba publicada en decenas de versiones– porque “pertenece a los ambientes de los grupos USA drogadictos del lumpen”. Más alucinante que la canción. Así pues, una obra rigurosa y divertida, precisa y jocosa, necesaria para el buen amante de la música de esas décadas. Ayuda a entender muchas cosas.
–
Anterior entrega de libros: “El gran golpe del gánster de Barcelona”, de Lluc Oliveras.