Libros: «Todos los vampiros quieren ser estrellas del rock», de Octavio Gómez Milián

Autor:

«Tanto más pulso literario posee el autor cuanto más cercana o costumbrista es la historia»

 

Octavio Gómez Milián
«Todos los vampiros quieren ser estrellas del rock»
COMUNITER

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

La literatura española parece que tiende en los últimos años a explotar el subgénero de las narraciones apocalípticas y de zombis. Desde el temprano “Apocalipsis Z. Los días oscuros” de Manuel Loureiro hasta la colección de relatos de David Monteagudo que reseñábamos hace unas semanas, pasando por la creación de una editorial –Dolmen– que dedica colecciones al tema. Han pasado a ser –podríamos debatir en sobremesa el porqué– el último miembro de esa iconografía popular que anuda el pálpito de la fantasía con el de la perversión; no al nivel literario me refiero, sino a los cocos que entran en la maleta del niño occidental. Déjenme ilustrarlo con un caso propio; mi hija Julia está ahora mismo preparando un poema para el concurso literario de su colegio, ‘Cosas que dan miedo’, y entre brujas y esqueletos dedica un pareado a los zombis. Ni le he comprado un libro, ni le he hablado nunca de ellos. Tiene siete años.

En estos motivos se integra el libro de Octavio Gómez Milián, gestor en tiempos del fanzine «Las confesiones de Margot» y bullicioso generador de proyectos culturales. Gustará a quienes sean devotos del mundo que he apuntado antes; hay historias de vampiros, casas desoladas, lluvias contaminantes a lo Ballard o Philiph K. Dick, la muerte como un vendedor a domicilio y de colofón una psicotrónica película rodada por Buñuel en una Zaragoza sesentera, estremecedoramente ambientada con viejas estrellas del rock y del boxeo y bares mugrientos. Sin embargo, en todo este apocalipsis aparecen en ocasiones leves motas de ternura, como la de ese profesor convertido en superhéroe, escondido en un bunker para salvar a la humanidad y que solo piensa en su madre.

Por ello, tanto más pulso literario posee el autor cuanto más cercana o costumbrista es la historia. Las más fantásticas o simbólicas no dejan de ser ejercicios de estilo y las que calan en el lector son aquellas de tono menor, de palabra contenida. Sobre todo hay un par que resultan magistrales: ‘El aperitivo’, en el que la preparación de una simple velada cambia totalmente en el sorprendente final creado por un juego de narradores que, ahora sí, utiliza con maestría el misterio, y ‘Tu boquita pintada’, un poético juego de pasados perdidos, de palabras que no se dijeron. Es en estas distancias cortas, en la vida por dentro, donde Gómez Milián juega con mucha mayor soltura.

Anterior entrega de Libros: “La televisión durante la Transición española”, de Manuel Palacio.

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