«Niega valor al punk y recupera a los Pink Floyd etapa Waters, y la calificación más amable sobre los macrofestivales es que son una mierda»
Fabián Casas
“Todos los ensayos bonsái”
MONDADORI
Texto: CÉSAR PRIETO.
A este humilde columnista le cuesta bien poco escoger los libros que van a desembocar en estas páginas. En primer lugar se vuelcan esos que le han embrujado y quiere compartir con ustedes y en segundo lugar aquellos que –aunque no sean estrictamente del género musical– contienen páginas en las que la música está presente. Cuando coinciden ambos factores, la cosa ya es una delicia. Es lo que ocurre con la recopilación de artículos de este porteño, poeta y periodista y una de las voces más frescas y a la vez innovadora de Hispanoamérica.
Tres obsesiones van recorriendo las casi trescientas páginas de la obra. Y la primera es el fútbol, las gradas entendidas como pasión y como infancia –ambas cosas tan ligadas…–; anécdotas de su club, la camiseta azulgrana del San Lorenzo de Almagro, pero también análisis sobre Messi o Maradona y sobre Mundiales, antiguos y presentes. La segunda es la literatura, defiende y ataca con criterio y lucidez excepcional. Así aparece un esplendido relato sobre las últimas horas de Silvia Plath, pone en contacto a Salinger con la serie “Lost” y a William Carlos Willians con Serrat o llora de forma sentida por Cortázar y Bolaño. Y de paso nos da pistas sobre escritores argentinos que no suelen llegar aquí.
Y pasamos al apartado más goloso para el lector de EFE EME: la música. Casas nunca defrauda y siempre estimula. Agárrense que es viaje largo: considera a unos Pixies –a los que adora–, la otra cara de un Kurt Cobain –al que ve con reservas–, hace un panegírico del “Abbey Road”, de Led Zeppelin, de Charly García y de las crónicas publicadas por Bob Dylan con retazos de su vida. A veces resultará extremadamente irreverente para algunos; niega, por ejemplo, valor al punk y recupera a los Pink Floyd etapa Waters, y la calificación más amable sobre los macrofestivales es que son una mierda. Intenta, en todo caso, algo dificilísimo con sus prosas sobre música, expresar la belleza y emoción de las canciones; «es imposible poner en palabras por qué ‘Lorena’ de Calamaro es genial», señala, pero Casas, con maestría y don, lo consigue.
De hecho, el nombre del libro define con precisión lo que representan los artículos, el mismo espíritu de Montaigne: un itinerario cultural que mira el envés de las cosas, la otra cara de la realidad, saltando limpiamente de un tema a otro. Normalmente parte de una noticia, de un pequeño encuentro en la calle, o de un recuerdo, lo atraviesa y lo espolvorea todo de pistas o ideas con las que defiende el supremo valor de la cultura; pero no se preocupen, nada hay de farragoso en la obra, de pesadez erudita; con giros inesperados, ingeniosos o humanos, lo envuelve todo de una inmensa y tierna humorada.
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Anterior entrega de Libros: “Un circo pasa”, de Patrick Modiano.