«No extraña que ‘Salvajes’ defraude un poco, pero es que el registro es distinto, lo que en ‘El poder del perro’ era densidad narrativa combinada con un ritmo martilleante, aquí queda solo en trepidante estructura casi cinematográfica»
Don Winslow
«Salvajes»
MARTINEZ ROCA
Texto: JUAN PUCHADES.
Tras la merecidamente exitosa «El poder del perro», y a su calor y reclamo, llega la traducción de «Salvajes», penúltima novela del neoyorquino Don Winslow. Las expectativas eran muchas tras el desgarrador «tour de force» de aquella (en realidad es de 2005, aunque aquí fue editada en 2009), pero habrá que comenzar a asumir que allí Winslow echó el resto, puso toda la carne en el asador y, muy probablemente, tocó el techo de su capacidad narradora. Así que no extraña que «Salvajes» defraude un poco, pero es que el registro es distinto, lo que allí era densidad narrativa combinada con un ritmo martilleante, aquí queda solo en trepidante estructura casi cinematográfica.
Los protagonistas son Chon y Ben, el primero un exmarine formado en Afganistan y el segundo un cerebrín que practica el buenrollismo y que parece inspirado por los jovenzuelos triunfadores de Sillicon Valley. Pero en lugar de dedicarse a las nuevas tecnologías, ambos socios son cultivadores y vendedores de la mejor marihuana que se pueda imaginar. La trama se sitúa en San Diego, cuando un cartel mexicano quiere hacerse con su negocio y para ello secuestra a la díscola, pero no idiota, O, amante de ambos y con tendencia a disfrutar de sonoros multiorgasmos. Ellos tratarán de liberarla mientras aceptan las condiciones de los mexicanos y comprueban que los métodos expeditivos de Chon son los que, al final, tienen que regir sus actos, y no los casi zen de Ben. ¿Moraleja extrapolable más allá del papel impreso?
Por supuesto que la novela se deja leer con agrado y avanza como un huracán, pero, no es lo mejor de su autor y se queda en divertimento literario para pasar un par de noches en su compañía. Lo cierto es que hay docenas de escritores del género negro, o de intriga, que dejan a Winslow convertido en un eficiente artesano del montón, poco más.
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Anterior entrega de libros: “Mil violines”, de Kiko Amat.
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