“Saca a los aires masivos unas maneras del rock español –Leño, Topo, Moris– que aunque estaban destinadas a acompañar el cambio generacional, eran a todas luces minoritarias, o sólo válidas en determinados espectros”
Josemi Valle
“Rock & Ríos. Lo hicieron porque no sabían que era imposible”
EFE EME
Texto: CÉSAR PRIETO.
He de reconocer que, en aquel tiempo, para nosotros era el enemigo. Un señor que se empeñaba a su edad en defender lo que considerábamos consabido y decrépito nos despertaba una despectiva indiferencia y aguantábamos de mala gana que nuestros amigos del barrio gritasen ese ‘Bienvenidos’ que nos producía tanta urticaria como a ellos ‘Branquias bajo el agua’ extremada hilaridad. Pero, por dios, cómo se iba a comparar la necesaria transgresión de nuestras canciones con ese repertorio falto de sutilidad y talento. Hoy, más de treinta años después, los conceptos de transgresión, sutilidad y talento no los tengo ya tan claros.
Y a esta incertidumbre me ha ayudado el libro de Josemi Valle que inaugura la colección Elepé, destinada a meter el bisturí en los discos que han resultado impactantes, revulsivos o significantes en nuestra música. Y vaya si lo ha sido este, del que he de reconocer ya muchas virtudes. La más importante, para el que les habla, sacar a los aires masivos unas maneras del rock español –Leño, Topo, Moris– que aunque estaban destinadas a acompañar el cambio generacional, eran a todas luces minoritarias, o solo válidas en determinados espectros. Porque lo cierto es que el “Rock & Ríos” tuvo éxito, mucho éxito, desaforado éxito. El libro de Josemi Valle explica el porqué.
En primer lugar, la grabación: cómo se van ajustando todas las piezas, los músicos, el productor Carlos Narea, la unidad móvil traída de Alemania. Pero no todo es tan sencillo, esta última tarda y ello provoca que solo se pueda grabar el concierto el segundo día. A todo o nada. Bien, ya está el escenario en marcha –nunca mejor dicho– y podemos detenernos en los antecedentes, en los inicios del rock urbano, en los grupos de los que toma canciones para el medley y en la carrera de Miguel Ríos en los setenta, con la trilogía que sirve de base al espectáculo. Y en las canciones, claro, una a una, con edificantes historias sobre cómo la casualidad hizo que surgieran ‘Bienvenidos’ o ‘Santa Lucía’ o con detalles sobre cada uno de los gestos y miradas que se ven tras las candilejas.
Grabado todo, llega el momento de las mezclas –que se describen al detalle– y de la carretera y la gira, y ello sirve para repasar el ambiente social del país por esos primeros ochenta, con el apoyo de constantes recortes periodísticos: los discos más vendidos, la televisión, la victoria del PSOE y el mundial de fútbol. Precisamente, en el concierto que lo celebraba, en Barcelona, estuvo a punto de producirse una avalancha que Miguel pudo milagrosamente frenar. A partir de este momento, se despliegan las vicisitudes de una gira con recintos masificados y picaresca extrema de los empresarios. Espectáculos grandiosos, sí, pero en los que se actuaba como un grupo de aficionados sin recordar que era esencial cierta logística: en ocasiones debían coger un taxi a las tantas para buscar algún bar abierto en la ciudad. Nadie se había preocupado antes de comprar unos bocadillos.
Hay más odiseas. Cuando se programa la necesaria edición del disco en CD no existe el master que tanto había costado grabar, y la casualidad hace que aparezca, perdido en un rincón. Un análisis detallado, pues, y de tintes épicos, que pone a cada uno en su lugar, y el del “Rock & Ríos” es grande. Hoy la música va por otros derroteros, el disco que comentamos abrió caminos, pero ya no es una referencia, Derribos Arias lamentablemente no supone más que una nota a pie de página. Pero, sin ser referentes, sí que son ambos emblema, y pasados estos treinta años las cosas aparecen más claras: al final han ganado los dos.
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