«La primera novela de Christopher R. Beha ha sido saludada con la esperanza con la que se saludan las obras de calado y que anuncian prometedora carrera»
Cristopher R. Beha
«¿Qué fue de Sophie Wilder?»
LIBROS DEL ASTEROIDE
Texto: CÉSAR PRIETO.
La primera novela de Christopher R. Beha ha sido saludada con la esperanza con la que se saludan las obras de calado y que anuncian prometedora carrera. Sin embargo, no es un escritor bisoño, tiene en su haber un libro de memorias y continuas crónicas en los más prestigiosos periódicos neoyorquinos. Se trata, en todo caso, de su primera experiencia en el mundo de la ficción, y ha querido retratar en ella a un personaje más confuso que evanescente y un mundo de universitarios cuya ilusión antigua se convierte en un cinismo que seca cualquier gota de pureza. Sophie intenta conseguirla de nuevo a partir del sufrimiento, una contrafigura de esos universitarios marcada por el compromiso.
El punto de vista combina una visión en tercera persona y las andanzas como narrador testigo de Charlie Blakeman, autor de una primera novela que ha pasado desapercibida y trasnochador sin oficio ni beneficio en el apartamento que comparte con su primo Max. Un día, al volver, encuentra sentada en un sillón a Sophie Wilder, su amor de juventud, con la que había tenido una relación callada y calma a la que quizás ella renunciara por el temor de hacerle daño al no poder responder al ideal que estaban forjando, algo tan luminoso que puede más el miedo de que se apague que la luz. Un niño perdido hizo aflorar todos sus miedos. Así que acabó casándose con Tom, estudiante de derecho, joven y triunfador.
Su conversión al catolicismo y el cuidado de un enfermo terminal enmarcan la particular penitencia de Sophie y el final de su matimonio no deja de ser una leve anécdota menor ante esa expiación que busca sin descanso. Así que su plan para buscar a Charlie años después está perfectamente ideado, escrito. Es en la segunda parte cuando irrumpe el tema de las ilusiones perdidas, la muerte; variaciones sobre una misma melodía que encajan en abandonos sin medida.
Al mismo tiempo, en las conversaciones, en los deseos, la literatura se convierte en un veneno y una caricia, la pareja escribía sin descanso en sus años universitarios, Sophie recorre con Charlie los escenarios donde cuidó a ese enfermo terminal y programa una novela que surge de ello. Secos ya los antiguos amantes para las historias, en un amor en el que no hay atisbos de romanticismo, pero que es seguramente más fuerte cuando parece más frágil.
La última oportunidad de Sophie es la de un padre rechazado por su hijo y un antiguo misterio que la protagonista es imposible que pueda asimilar. Es entonces cuando recoge todo lo que puede salvar para salvarse a ella misma. Y por fin, logra lo que tanto anhelaba: desaparecer.
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Anterior crítica de libros: “Tres crímenes rituales”, de Marcel Jouhandeau.