«Javier Pérez Andújar ama a su Ciudad y le duele también. Ha escrito un libro necesario porque es necesario mantener limpia la memoria, brillante y clara»
Javier Pérez Andújar
«Paseos con mi madre»
TUSQUETS
Texto: CÉSAR PRIETO.
Javier Pérez Andújar lleva casi un lustro cimentando una obra literaria excepcional, hace aún poco de la aparición de su segunda novela –sobre las Misiones Pedagógicas en la Segunda República– y ya da a la luz este conjunto de crónicas de la memoria que tiene más que ver, en todo caso, con la primera, “Los príncipes valientes”. Los mismos paisajes que antes contemplaban los ojos de un niño en su educación sentimental, ahora están vistos desde la presencia de un Andújar maduro ya, periodista también, incapaz de asistir impasible a la degradación moral de su pueblo, San Adrián del Besos. Y tras esta presentación, el aviso de que no podré ser objetivo en la reseña, son tantas cosas las que me unen al autor –aparte de la amistad– que si este libro son sus recuerdos son también los míos. Inevitablemente voy a hablar de mí porque tenemos la misma edad, estudiamos en las mismas aulas universitarias, leímos los mismos libros, transcribimos los mismos apuntes, descubrimos las mismas músicas y paseamos por las calles de ese San Adrián aún por hacer. Mis abuelos vivían ahí.
Y de esto se ocupa en parte el libro, de cantar el homenaje a lo que el autor estima, a su vida, que es la nuestra; una hilera de crónicas en las que observa, refleja, describe su mundo con metáforas escasas pero deslumbrantes. Tiene algo Andújar de la parquedad de Cela en sus Viajes, aunque él se sienta más Umbral. Y también tiene algo de narrativo al dejarse llevar en las crónicas de la mano de personajes que reaparecen en distintas situaciones: Toni Disco o Ignasi, el lector de Philip K. Dick. Andújar nos habla de su bosque, su territorio, su río, un paisaje que debe considerar como propio porque el que le pertenecía por herencia está irremediablemente perdido.
Y Barcelona, claro, hay un amor supremo por la ciudad que es a la vez un coto y una selva, por la Barcelona de los libros, de los tebeos y de la música. Por sus barrios, también, hay una inmensa melancolía en el relato de las fiestas del Guinardó o de Ciudad Meridiana. Por el idioma de Barcelona, un catalán contaminado pero autentico y un castellano que llega desde Quevedo a los quinquis y los paletas. Por esas luchas sociales que quedaron estragadas con la apertura de Prycas y la deglución de los jóvenes de esas calles muertas, construidas sobre los muertos del franquismo.
Javier Pérez Andújar ama a su Ciudad y le duele también. Ha escrito un libro necesario porque es necesario mantener limpia la memoria, brillante y clara. Y me temo que a a mi generación le empieza a tocar limpiar la suya.
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Anterior entrega de libros: “El gran Gatsby”, Francis Scott Fitzgerald.