Libros: «Música moderna», de Fernando Márquez

Autor:

«No busquen ‘movida’, que no aparece la palabra excepto en una cita de Poch, simplemente porque no existía, lo que existía era el punk y la nueva ola»

 

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Fernando Márquez
«Música moderna»
LA FONOTECA/LIBROS WALDEN

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Procuro tener siempre a mano mi ejemplar de “Música moderna”, manoseado, con páginas de bordes gastados y portada con arañazos. Desde luego, no lo he leído de tirón desde el 81, pero siempre que necesito algún dato concreto sobre cualquier cuestión que afecte a la música del periodo que va entre el 77 y el 80, mi primera fuente es el libro de Fernando Márquez; con un inmenso cuidado, eso sí, puesto que la obra está plagada de datos pero también de filias y fobias personales ineludibles –necesarias para el lector, diría yo– en alguien que vivió la historia desde los camerinos y los escenarios.

El libro estaba, indudablemente, desaparecido de cualquier tipo de comercio –si descontamos los onerosos trapicheos de la segunda mano– hasta que los chicos de La Fonoteca y de Libros Walden se han decidido a reeditarlo. Aparte del añadido de un prólogo de José Manuel Costa y de fotos inéditas de Javier Senovilla y Miguel Trillo, el texto de El Zurdo es exactamente el mismo que en el 81, sin cambiar ni una coma. Eso sí, los editores instan a que alguien realice una edición comentada, que contraste y amplíe la información. Si ellos no lo han hecho es por falta de tiempo y de dinero. Es lo que tiene ser independiente.

Pero vayamos al libro, una obra de encargo, al fin y al cabo, que presenta una estampa de lo que pasó en esos tres años en los que se gestó la actualidad que llega hasta 2014, una fotografía si se quiere desenfocada, o sea viva, de bares, locales, pisos particulares, personajes. No busquen movida, que no aparece la palabra excepto en una cita de Poch, simplemente porque no existía, lo que existía era el punk y la nueva ola; de ellos da noticia bastante completa, aunque si el lector observa que sus protagonistas son simplemente un par de docenas de personas, es que todo se gestó en ellas, y no más.

La mitad de la obra se concentra en Kaka de Luxe, Paraíso, Pegamoides y Radio Futura, y apunta datos sobre los nacientes Zombies, aunque la figura de Bonezzi puede aparecer por sorpresa en cualquier página. Es decir, el germen, la caída libre y las propuestas de futuro en un periodo de tres años en que el diario de ruta se alía con jugosas anécdotas. Así que no se esperarán que la génesis de Kaka de Luxe fuese una canción de las Runaways, que los primeros acompañantes de Alaska fuesen Los Secretos –aún se llamaban Tos– o que Canut y Berlanga estuvieron a punto de preparar un elepé para el ídolo «teen» Pedro Marín.

La obra se desvía tras las historias de primera mano a enjuiciar a los grupos sanos, después fueron babosos, a los que elogia si viene al caso –al que no le gusten Trastos es un anormal, proclama– los grupos con chica al frente y las nuevas hornadas de extracción tecno. También hay un recorrido por la situación «en provincias», el País Vasco de la mano de Poch y una Barcelona con la que El Zurdo mantiene una relación de amor-odio y que conoce sobradamente –no en vano Canut tomó contacto con la nueva Barcelona durante su servicio militar en la ciudad Condal, y le llevó la información–, hasta el punto de citar al genial y malogrado Jaume Quadreny, que era y sigue siendo un desconocido.

A todo esto, y leído el libro años después, uno no puede dejar de quitarse el sombrero ante la clarividencia del autor; digamos que las posiciones en la parrilla de salida del fenómeno condicionaron bastante, pero es necesario tener un fino radar para detectar que Radio Futura tendrían un futuro esplendoroso –estaban en ese «impasse» posterior al primer elepé–; que José María Granados era un genio comparable a un Rodrigo o un Guzmán o que Bernardo Bonezzi triunfará si sabe llevar las riendas hasta convertirse en un profesional de la música.

Todo esto conforma un libro esencial para los interesados en la época y a la par de lectura amena en su pulida mezcla de dietario, crónica y ensayo. Hace treinta años que se agotó y ahora solo se han tirado doscientos ejemplares. No lo vuelvan a dejar escapar.

Anterior crítica de libros: “100 illustrators”.

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