«Seguramente, también sería inútil leer estas pequeñas crónicas como una historia de la lucha de la mujer, pero lo cierto es que está soterrada esta lucha»
Toni Castarnado
«Mujeres y música. 144 discos más que avalan esta relación»
66 RPM
Texto: CÉSAR PRIETO.
El compañero en lides informativas Toni Castarnado parece haberse especializado en voces femeninas dentro del mundo del rock. Si hace dos años y medio aparecía un volumen en el que daba cuenta de mujeres que habían marcado huella en la canción popular como solistas, en esta ocasión focaliza su visión en aquellas que aportan su carisma o su plenitud vocal a un grupo. Y aparecen justo aquellas que en su libro anterior habían sido claramente echadas en falta. Con merecimiento, Poison Ivy o Alaska son referentes importantes, pero desde luego no hubieran pasado a la cultura popular sin tener un grupo en el que sentirse integradas.
Aun así, el libro obvia en la medida de lo posible valorar a los conjuntos en su amplitud y decide centrarse en lo que aportan las mujeres en cada una de las canciones que le parecen destacables. Escoge únicamente una referencia de cada grupo y sobre ella esboza pequeñas pinceladas, suscribe un pequeño resumen de su evolución, argumenta los valores que le parecen atractivos y sobre todo destaca canciones, canciones que con un certero adjetivo quedan plásticamente iluminadas.
La lista es ingente y rebosa una saludable amplitud de criterio. Se encuentran media docena de “girls groups” de los sesenta y otras tantas referencias a las “riots girls” –un pequeño olvido, nunca las listas satisfarán a todos: Hello Cuca–, y entre medio pinceladas de todos los estilos habidos y por haber, así en páginas contiguas podemos encontrar a un grupo secreto como Caroline Chocolate Drops y otro hipervendedor como Carpenters, un sano batiburrillo en el que al fin y al cabo se defiende lo que se ha de defender: las canciones. Es saludable, pues, para los que creemos que las diferencias de estilos son secundarias respecto a la emoción, que aparezcan, aparte de los estilos que hemos citado, los únicos exclusivamente femeninos de toda la historia del pop, Las Grecas junto a Tulsa, Girlschool cerca de Fleetwood Mac y Vainica Doble al lado de la Velvet y de Aterciopelados. Cada voz con su matiz, su empatía.
Capítulo aparte puede considerarse la intro de Christina Rosenvinge, si alguien conoce bien los entramados de la industria es alguien que desde antes del ochenta ya formaba parte de Ella y los Neumáticos, y así puede analizar con todo detalle la relación de la mujer con la música, al menos en este país. Sus dificultades, el desprecio a veces contenido, el coraje para salir adelante –uno se plantea cuantos abandonos ha podido haber– en un mundo de la música en que la cantante denuncia que adopta los mismos perjuicios machistas que en la vida fuera de los camerinos. Seguramente nosotros, hombres, no lo percibimos. Seguramente, también sería inútil leer estas pequeñas crónicas como una historia de la lucha de la mujer, pero lo cierto es que está soterrada esta lucha. Aunque en ella las dificultades se hayan transformado en belleza.
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Anterior crítica de libros: “1001 discos que hay que escuchar antes de morir”.