«Lectura placentera para cualquier buen aficionado; y obligatoria para profesionales o aspirantes a periodista musical. Pura filigrana»
Ignacio Julià
«La nostalgia ya no es lo que era»
ALTERNIA
Texto: JUAN PUCHADES.
El primer texto de esta antología comienza con una confesión dejada caer en 2006: «He cumplido cincuenta años, una edad que ya no parece deseable doblar». Los manuales de periodismo arguyen la inconveniencia de emplear la primera persona, la necesidad de alejarse de la confesión. Pero cuando se alcanza ese kilómetro del camino vital –equidistante, a su vez, del de tinta impresa que acarreas bajo tu nombre a la espalda– que indica que definitivamente estás más próximo al destino que al punto de partida, las licencias están permitidas. Esencialmente cuando lo que tecleas se aproxima más a la crítica (término cada día más en desuso) y la reflexión que al periodismo. Y a eso se dedica básicamente Ignacio Julià, quien consciente de que a estas alturas le resta poco por demostrar en su oficio, permite que en sus piezas la (imaginaria) pluma trace renglones en los que la vida se enreda con la música pues sabe que una y otra van indefectiblemente unidas.
De ese modo, «La nostalgia ya no es lo que era» (frase que le regaló Kevin Rowland durante una entrevista) se aleja del modelo recopilatorio que el autor empleó en el lejano «Pulp-rock» (Editorial Milenio, 2005). Si en aquel Julià se ajustaba, por lo que uno recuerda, a las convenciones del artículo informativo/narrativo o la entrevista, en este volumen la libertad del escriba es completa pese a la variedad de registros en él recogidos (crítica pura, columna de opinión o entrevista publicados a lo largo de los últimos años en diferentes medios, incluyendo también algunas piezas sobre literatura y cine). En todo caso, las reglas de la ortodoxia no han sido rotas (Julià, aunque quizá no lo pretenda o no lo sepa, es un formalista), pero sí se juega con ellas porque tanto el lector como el mismo escrito merecen respeto. El autor es consciente de ello y entiende que este comienza por uno mismo, única vía desde la que transmitir verdad y emoción en lo firmado. Porque aunque se asegure que en este libro anide cierto escepticismo (que lo hay, sobre todo ante los tiempos agitados y de fibra óptica que vivimos), uno lo que encuentra en él es devoción por la música, pasión por el hecho musical.
Asume Julià el ejercicio de vanidad que supone agrupar y encuadernar textos desperdigados e inconexos, pero el lector halla en este ejemplar, por momentos abrumador de tan generoso, la gratificante palabra exacta, la reflexión meditada (tal vez parezca una «boutade», pero en días de inmediatez digital, la primera muchas veces está exenta de la segunda), pausada y ponderada. Por momentos obligando a la lectura calma, la que invita a detenerse y pensar, incluso a echar mano del lápiz para anotar o subrayar. Así, «La nostalgia ya no es lo que era» requiere del lector cómplice, predispuesto a dejar que las páginas duren, que no se agoten, a leer como el que paladea con delectación una copa a sorbos. Algo que no será nuevo para quienes, como uno mismo, inician la lectura mensual de «Ruta 66» por la columna opinadora de Julià (muchas de ellas recogidas aquí).
Estamos ante uno de esos libros que confirman que la literatura musical (de eso se trata) no es asunto menor, que se puede ser un «juntaletras» de los que simplemente tratan de ganarse el sustento o se puede intentar honrar este oficio convirtiéndolo en una forma de creación artística que engrandezca el arte al que se debe (la música, el rock y sus afluentes). Julià hace tiempo que transita el segundo camino. Por ello, «La nostalgia ya no es lo que era» resulta lectura placentera para cualquier buen aficionado; y obligatoria para profesionales o aspirantes a periodista musical. Pura e inspiradora filigrana.
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Anterior crítica de libros: “Mi vecino Miyazaki”, de Álvaro López Martín y Marta García Villar.