«Recoge instantáneas que repasan la vida de Serge Gainsbourg y Jane Birkin; pero no se trata de una recopilación de fotos oficiales, ni mucho menos, se trata simplemente de entrar en su ámbito familiar»
Andrew Birkin
«Jane & Serge. A family álbum»
TASCHEN
Texto: CÉSAR PRIETO.
La editorial Taschen es sin duda una de las más deliciosas del mundo. El ámbito de su actuación editorial abarca cuidadas ediciones de libros de fotografía y arte, volúmenes en que lo exquisito de su formato –imaginativo, elegante– esconde un contenido siempre asombroso; organizados en bloques temáticos, cronológicos, retrospectivos, los libros de Taschen son aquellos goces gráficos que siempre quieres llevar a casa al verlos, curioseando en cualquier librería. Pocas referencias dedican, eso sí, al mundo de la música pop, y aunque no desdeñan en general las manifestaciones culturales de lo popular, las que tienen participan de la exquisitez general. En esta ocasión sorprenden con un libro que recoge instantáneas –nunca mejor dicho, son delgado espectro de un momento– que repasan la vida de la pareja que formaron Serge Gainsbourg y Jane Birkin; pero no se trata de una recopilación de fotos oficiales, ni mucho menos, se trata simplemente de entrar en su ámbito familiar.
Desde el momento en que comenzó la relación, el hermano de Jane –Andrew, director de cuatro películas– los acompañaba con frecuencia en la vida de la pareja fuera de los focos, y su cámara tomaba escenas en las que muchas veces ni los retratados eran conscientes. Así, al lector le causa un poco de pudor entrar en este mundo con la esencia –incluso formal– del álbum de fotos que se guarda para los íntimos. De hecho hay un pequeño prefacio que inicia la colección en 1963, con una Jane de 17 años, aún adolescente, dos años antes de casarse con John Barry. Bellísima, no hace falta mucha sensibilidad para percibir un encanto especial mientras mira al claroscuro de la ventana o come una manzana de caramelo en la montaña rusa; encanto que la intimidad con el fotógrafo acrecienta de manera indudable. También pertenecen a esta prefacio las tiernas miradas que dirige a su primera hija, Kate; recién nacida.
Y en estas conoce a Serge. Es 1968 y en las páginas ya comienzan a multiplicarse los personajes y el disparo que siempre deja algo fuera de foco, las comidas en chiringuitos de la playa, las risas en Navidad frente al árbol, el acceso a una cotidianidad que parece incumbirnos poco y atraernos a la vez, por lo menos a los fans. Aún hay con el fondo de Londres unos primeros planos magistrales de Jane.
Y llegan los setenta, cerca ya el nacimiento de Charlotte mamá aparece embarazadísima y papá haciendo el payaso. Cuando llega el 72 casi le damos las papillas a la niña que en el 76 encontramos remando, en imágenes que después recuerdo de algún documental sobre el cantante. Y así, paso a paso, llegamos hasta el 78, con las fotos de la boda, y al año siguiente, justo uno antes de la separación, el álbum se adelgaza y los personajes parecen ir alejándose. Entre tanto hemos asistido a sus risas, sus bromas, los platos que tenían sobre la mesa.
Pero es que aún hay más, la colección nos ofrece regalos, un parche muy setentero, un poster, pegatinas, un libro con los negativos, un puñado de postales y un folleto en el que Jane y su hermano hablan de su infancia y se nos revelan –incluso con fotos– de niños. Al guardar todo el material uno se siente casi de la familia.
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Anterior crítica de libros: «Adentro», de Rulo y la Contrabanda.