“Un batiburrillo de material –nuevo y antológico– en el que el barcelonés nos va dando su peculiar educación sentimental, casi un ajuste de cuentas consigo mismo y con una generación, la X o como se la llame ahora, que parece encontrar en la decadencia su lugar, años después de su momento álgido”
Juanjo Sáez
“Hit emocional”
SEXTO PISO
Texto: CÉSAR PRIETO.
Hace muchos años solía agenciarme en ciertos bares de Barcelona un pequeño fanzine, en páginas, en tamaño y en dibujos, apenas bosquejos de viñetas en blanco y negro. Era gratificante e inteligente, puesto que los autores, que parecían conocer muy bien el mundo pop de la ciudad condal, gestionaban enormes sarcasmos e intentaban quitar el aura sagrada a cualquier cosa que se moviera. Es una de las virtudes que tiene el mundo del pop, que elementos que están en su órbita pueden tirarle torpedos sin problemas. Prueben a hacerlo desde las filas heavies o de hip–hop… También me hacía gracia que el que parecía ser máximo responsable viviera en la Sagrera, lo cual quería decir que éramos vecinos, en ese barrio en el que nunca pasa nada. Ahhh, se llamaba Círculo Primigenio.
Un día se hicieron mayores y vi esos mismos dibujos, más coloreados, en las páginas de “Rock de Lux”. Aparentemente se trataba de dedicar una página entera a comentar en cómic una canción que entendiera Juanjo como especialmente significativa en su vida. Comenzó con el ‘Monkey gone to heaven’ de los Pixies y se fue desplegando sobre todo en grupos de indie y vanguardismo, aunque no hacía ascos a heavys –confiesa que es su primera y más fuerte pasión–, electrónica o al ‘Mediterráneo’ de Serrat.
El propósito del libro que presentamos es recopilar estos dibujos y añadir páginas escritas con sus impresiones, su familia, sus amigos, su barrio, aparte de dedicar capítulos, pequeños relatos memorialísticos, a narrar aventuras que le han acontecido –Doctor Music Festival, viaje a París–, sin pudor, con emoción, que de esta hay mucha. En ocasiones le da por las reflexiones, sencillas pero inteligentes, al afirmar por ejemplo que las canciones, como los perfumes, son cajas de recuerdos. O por cuadros sinópticos con derivaciones de estilos y grupos.
Así pues, un batiburrillo de material –nuevo y antológico– en el que el barcelonés nos va dando su peculiar educación sentimental, casi un ajuste de cuentas consigo mismo y con una generación, la X o como se la llame ahora, que parece encontrar en la decadencia su lugar, años después de su momento álgido. De ahí esas visiones catastrofistas que cierran el libro o esas reflexiones sobre la edad que dejan una sensación triste y a las que –crisis de los cuarenta– tampoco hay que hacerle mucho caso.
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Anterior crítica de libros: “Arde Madrid”, de Kiko Herrero.