«Sobre todo, rebosa pasión por la música, y al que habrá que volver cada tanto para refrescar ideas pues con él podemos entender un poco mejor a Xoel López y su obra»
Xoel López
«El asaltante de estaciones»
EDICIONES CHELSEA
Texto: JUAN PUCHADES.
La colección «Mis documentos», de la leonesa Chelsea Ediciones (dirigida por Álex Díez, alma de Los Flechazos y Cooper), es todo un hallazgo. La propuesta resulta tan sencilla como ingeniosa: se trata de proponerle a un músico que recoja materiales dispersos y con ellos dé forma a un libro, como crea conveniente. De tal forma que cada título deviene volumen esencial para fans del artista en cuestión pues permite aproximarse a su pensamiento, andanzas o a textos que de otro modo sería muy difícil de conseguir.
Xoel López se suma a la colección con «El asaltante de estaciones», título de una de las canciones de su «Atlántico» (que estos días se reedita en vinilo); de este modo, se imbrica claramente en el corpus de su obra, aparte de servir de definición del propio Xoel, o de los tiempos que ha vivido y a los que ese disco inagotable ha puesto colofón, al tiempo que abre la puerta a una etapa que no sabemos bien qué nos deparará. Por tanto, el libro es como una coda al mismo, una especie de carpeta de ideas y pensamientos que recorre toda la trayectoria de López, trasladándonos hasta aquel grupo primerizo y adolescente que fueron Los Covers, pasa por Elephant Band y Lovely Luna, atraviesa Deluxe y llega hasta la actualidad. Un camino que muchos no han entendido, o se han negado a entender, pero que para el oyente libre de prejuicios ha tenido tanto sentido como el andando por, pongamos por caso, Santiago Auserón o Enrique Bunbury. Es decir, el del artista a la búsqueda de su propia identidad más allá del caer reiteradamente en los lugares comunes en los que se espera que haga parada. Es lo que diferencia a los músicos en evolución de los creadores en crecimiento. Tan válido (y disfrutable para el oyente) es un modelo como el otro, pero quien opta por el segundo puede llevarse unas cuantas hostias durante el viaje, que no siempre se entiende que al crecer musicalmente puede cambiarse de registro o mudar de piel hasta dar con una en la que se sienta cómodo y pueda con ella desarrollar en plenitud su creatividad.
«El asaltante de estaciones», que se lee con enorme agrado, comienza no casualmente con la definición de la palabra «artesanía» dejada escrita por Xoel López para un catálogo: «La artesanía es el embrión, la semilla del arte y en muchos casos arte en sí mismo. No puedo entender la artesanía sin auténtica dedicación, constancia, concentración, cariño, pasión y en ocasiones diría incluso obsesión». Declaración de intenciones y valiente alineamiento artístico. Desde ahí, podemos disfrutar de textos dispersos que nos presentan sus canciones favoritas, el disco que le cambió la vida, fragmentos de entrevistas respondidas por mail, textos solicitados para publicaciones (la misma EFE EME), incluyendo materiales tan valiosos como el diario que fue escribiendo durante los días vividos en Buenos Aires durante el Laboratorio Ñ, el de grabación de «Fin de un viaje infinito» o una extensa carta explicando los primeros meses de su periplo americano.
Es un libro que, sobre todo, rebosa pasión por la música, y al que habrá que volver cada tanto para refrescar ideas pues con él podemos entender un poco mejor a este asaltante de estaciones y su obra. De paso sirve para hacer tiempo hasta que se anime a grabar un nuevo álbum. Y a ver si no tarda.
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Anterior crítica de libros: «Amor en un campo de minas», de Milagros Frías.