«En este libro se repasan los hitos más reconocidos de esta clase de álbumes, mucho más a la orden del día de lo que podríamos pensar»
Alberto Díaz / Xavi Martínez
«Discos conceptuales. 150 títulos imprescindibles»
LENOIR
Texto: XAVIER VALIÑO.
Para una importante cantidad de aficionados al rock y al pop leer o escuchar aquello de «disco conceptual» en relación a un álbum conduce, casi irremisiblemente, a castigarlo al olvido o escucharlo con los anteojos puestos. Es lo que tienen los prejuicios, tan extendidos ellos. Algo de cierto hay: realmente los excesos, los desmanes, la megalomanía, los egos desbocados, las obras inabarcables nos han llevado a esta situación.
Por suerte, no siempre lo de disco conceptual es sinónimo de álbum desmedido, desbordado, interminable, lo más parecido en música a una «empanada mental». El punk sirvió, entre otras cosas, para que algunos músicos se dieran cuenta de que la inmediatez también vale para expresarse, que las pretensiones y las ambiciones a veces no resultan como uno quiere o pretende.
De todas formas, todo es relativo, y no hay nada más evidente que las contradicciones; baste saber que también ha habido discos conceptuales dentro de la órbita punk. Por cada «Los demenciales chicos acelerados» (Eskorbuto) puede encontrarse un superventas como «American idiot», de Green Day.
Sí, el rock progresivo y el heavy, en todas su vertientes, han sido terreno abonado a facturar discos conceptuales con mucha más facilidad. Pero, como se ha visto, el punk y otros géneros no han escapado a ello. Alberto Díaz y Xavi Martínez, en una obra escrita a cuatro manos aunque dividiéndose los 150 discos que la componen entre ambos, repasan en «Discos conceptuales. 150 títulos imprescindibles» los hitos más reconocidos de esta clase de álbumes, mucho más a la orden del día de lo que podríamos pensar.
Esa cohesión argumental entre las canciones de un álbum siempre se ha dicho que comienza con «Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band» de The Beatles, aunque en este libro se citan seis discos que le precedieron, obras de Jackie Gleason, Frank Sinatra, Joe Meek and the Blue Men, Johnny Cash, The Beach Boys y The Mothers of Invention.
A partir de ahí, los autores desmenuzan otros 143 álbumes hilvanados por un vínculo temático. De todos los estilos (rock, pop, soul, electrónica, country, punk, heavy, sinfónico…) y de todas las décadas: los más conocidos, como los de la Santísima Trinidad de los álbumes conceptuales (The Who / The Kinks / Pink Floyd o, lo que es lo mismo, Pete Townshend / Ray Davies / Roger Waters), unos cuantos olvidados o que pasaron más desapercibidos (Savatage, Deltron 3030 o Gentle Giant, por citar algunos) e incluso otros bien sorprendentes e inesperados (William Shatner, el mismísimo Salvador Dalí o Christopher Lee).
El libro incluye, también, una selección final de otros 50 discos, brevemente comentados, que quedaron fuera. Pero lo que destaca es un sorprendente trabajo de documentación, que aporta numerosos detalles para su comprensión y que ayuda también a los autores a desbrozar esos hilos argumentales y las canciones que los enlazan. Se agradece, asimismo, un fino y acertado tono desenfadado, una cierta distancia respetuosa pero desmitificadora con los álbumes objeto de su estudio, que ayuda a una lectura más estimulante.
Es casi imposible resumir mejor y con más gracia la trayectoria de Queen que en las cuatro líneas finales que dedican a «Queen II»: “Esto solo fue el principio. Durante la década de los 70, Queen siguieron facturando álbumes imprescindibles hasta que cambiaron los colores de su paleta estilística en la década del aerobic; colores que con el discutible y discutido ‘Hot space’ pasaron de ser los del ajedrez a los de un tosco tablero de parchís. Jaque mate”.
A ese tono contribuyen, también, las atinadas clasificaciones por géneros de los discos que han creado. Así, entre sus definiciones encontramos perlas como «colleja burguesa» (Pau Riba), «megalomanía de museo» (Emerson, Lake & Palmer), «apocalypse prog!» (Aphrodite’s Child), «badass soul» (Curtis Mayfield), «electrónica sin peajes» (Kraftwerk), «Poe rock» (Alan Parsons Project), «barrockismo testosterónico» (Meat Loaf), «funk rock demócrata» (Funkadelic), «vanguardia esquimal» (The Residents), «art-rock paranoico» (Talking Heads), «concepto jondo» (Camarón)… Original en su enfoque y ciertamente ameno.
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