«Es una novela policiaca sin serlo, no hay investigación policial, no hay pruebas, no hay más que dos cadáveres y unas existencias que se entrecruzan en la ciudad de Orense»
Diego Ameixeiras
«Dime algo sucio»
PULP BOOKS
Texto: CÉSAR PRIETO.
Déjenme decirles que la pequeña, la recatada Orense, es una de las ciudades más literarias de la Península. En gallego, naturalmente. Por si no lo creen ahí están “Xente ao lonxe” de Eduardo Blanco Amor, “O porco de pe” de Vicente Risco o la obra de de Otero Pedrayo. También está que fue abono para la aparición de la generación Nos. Pues bien, todos esos maestros se sentirían asombrados ante la lectura de “Dime algo sucio” de Diego Ameixeiras, que ahora goza de excelente traducción al castellano por parte de Carmen Pereiro. Por varias razones; en primer lugar, la crudeza de parte de su trama; en segundo lugar por su capacidad costumbrista, esa que ellos buscaron también; en tercer lugar por su prosa.
Vayamos por partes. “Dime algo sucio” pasa por ser una novela negra pero solo tiene de ella la escena de la violación inicial que se retoma al final con sorpresa añadida. Solo dos pequeñas escenas que siembran mal cuerpo, que dejan el ánimo reventado frente a las cien estampas restantes de la novela, breves escenas, vida intensa y personajes que se van cruzando, pocos de ellos asisten a la tragedia. Destacamos al taxista que lamenta su vida y Ánxela que no solo la lamenta sino que la odia, los adolescentes que descubren el amor o que intentan conseguir la marca de ropa interior que les siente mejor, Eduardo, su tienda de armas y su fijación por los cuerpos adolescentes. Es una novela policiaca sin serlo, no hay investigación policial, no hay pruebas, no hay más que dos cadáveres y unas existencias que se entrecruzan en la ciudad de Orense, aquí llamada Oregón. Los tiempos han cambiado, pero si le extraes a la novela esas breves dosis de tremendismo, lo que resta es una visión de los personajes amable, compasiva, levemente sarcástica.
Porque además el texto goza de una prosa cuidada y detallista, que a pesar de ser una traducción, se recrea en el detalle. Diego Ameixeiras, desde su productiva juventud que contempla varias novelas y guiones para cine y televisión, maneja el lenguaje de manera magistral. La crítica ha señalado que su tono es seco, duro; y no, es justamente al contrario, el propio autor en entrevistas señala que ha intentado que la frase tenga “la mayor información posible con los mínimos recursos”. Así la escena cuarta describe el temblor de Ánxela en un llanto seco, la trigésimo tercera el menú del taxista, valdrían como modelo de hondura, parece escueto pero las frases son cavernas, cada detalle duele. Al fin y al cabo la novela parece tener dos planos, la degradación y la vida común, pero no son más que dos caras del mismo, la degradación que impregna todo. Todo, la nave industrial donde se encuentran los cadáveres o el baño cuidadoso, metódico, de Laura a su abuela Asunción.
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Anterior entrega de libros: “Paseando con fantasmas. Antología del cuento gótico”.