“Aquí hay mucho más que un retrato de la explosión y los años de gloria de la música electrónica en la ciudad alemana. Hablamos, y esto hay que tenerlo muy en cuenta, de un momento histórico trascendental de la segunda mitad del pasado siglo: la caída del Muro de la vergüenza”
“Der Klang der Familie. Berlín, el techno y la caída del Muro”
Felix Denk y Sven von Thülen
ALPHA DECAY
Texto: FERNANDO BALLESTEROS.
Me voy a esforzar para aclarar los motivos por los que la historia oral del techno en Berlín ha interesado, de principio a fin, a una persona como la que firma esto, que apenas ha dedicado tiempo de su vida a escuchar la música y los artistas de los que se habla.
La primera aclaración es que el trabajo de Felix Denk y Sven von Thülen, consistente en liarse la manta a la cabeza y entrevistar a los protagonistas del invento, es esforzado, casi titánico, pero también muy agradecido. Las historias orales, los relatos corales de una determinada escena, enganchan. Y esta no es una excepción. Pero aquí hay mucho más que un retrato de la explosión y los años de gloria de la música electrónica en la ciudad alemana. Hablamos, y esto hay que tenerlo muy en cuenta, de un momento histórico trascendental de la segunda mitad del pasado siglo: la caída del Muro de la vergüenza. Aquella revolución sonora que comenzaron unos cuantos pioneros que prestan su voz para explicar cómo empezó todo, se erigieron en banda sonora de esa reunificación y, aún más, de pegamento de dos sociedades que venían de mundos radicalmente diferentes y enfrentados hasta un minuto antes.
Por esta obra desfilan, Alec Empire, Wolle XDP, Marusha o Danielle de Picciotto entre otros muchos, pero también lo hacen el Tresor, el E-Werk y todos aquellos clubes que surgieron en los días de auge y que se convierten en un personaje más del relato. Los locales, muchas veces edificios medio en ruinas del este desocupado reconvertidos para la ocasión; los Dj´s, la tienda Hard Wax, los artífices de las primeras fiestas Tekknozid en el lado este del muro; los primeros pasos del más tarde multitudinario Love Parade con Dr Motte a la cabeza, las drogas; todo encuentra su sitio en una narración entretenida y rápida que tiene como línea de meta, precisamente, la eclosión del Love Parade.
Antes, en los comienzos, un sonido que venía de Detroit había unido a jóvenes del este y el oeste, con gente como Derrick May o Juan Atkins (cuyo testimonio también leemos). Y lo había hecho por los tres motivos de los que hablan los autores en el prólogo: el ímpetu del nuevo sonido, la magia de los lugares y la promesa de libertad que aquella música encerraba. Cuatrocientas páginas más tarde, entendemos mucho mejor lo que quieren decir Felix y Sven.
Y cierro como empezaba, reiterando mi condición de desconocedor en la materia del techno berlinés y de cualquier lugar que quieran poner ustedes. Esa ignorancia es, posiblemente, la causante de que apenas le encuentre pegas a esta obra. Ahora bien, algún iniciado en la materia me ha puesto sobre la pista de una parte considerable de la escena, más subterránea, que no aparece en estas páginas.
Para ser sincero, solo puedo ser categórico al asegurar que aquí, para mi, no sobra nada. De lo que pueda faltar no podemos hablar esta vez.
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Anterior crítica de libros: ¡Eso es todo amigos!, de Cruz Delgado Sánchez y Alfons Moliné.