«Biografía detallada y extensa. Casi seiscientas páginas construidas a partir de cientos de entrevistas a todo aquel que haya tenido algo que ver con la vida del duque blanco»
Paul Trynka
«David Bowie. Starman. La biografía definitiva»
ALBA
Texto: CÉSAR PRIETO.
Si hay algo que se pueda apuntar de la biografía de David Bowie escrita por Paul Trynka y que recién ha traducido Alba Editorial, es que es detallada y extensa. Casi seiscientas páginas en total construidas a partir de cientos de entrevistas a todo aquel que haya tenido algo que ver –aunque sea en forma muy secundaria– con la vida del duque blanco. Las nuevas tendencias en las biografías musicales van por aquí, apostar por la historia oral y por la cotidianeidad en vez de por la hemeroteca y la obra artística.
Así Trynka desvela a la perfección de qué hablaba Bowie determinado día a determinada hora, pero olvida un tanto las canciones; desde luego las que considera esenciales –‘Heroes’, por ejemplo– tienen tratamiento: su sesión de grabación, su estructura y sus acordes son analizados al detalle, pero pasa con un breve adjetivo las que no le parecen esenciales. La discografía final es útil, pero pasa por alto recopilaciones y reediciones con extras. Y a pesar de hablar del directo en Santa Mónica en 1972, no estaría de más que hubiera recogido otros piratas importantes como el que presenta actuaciones televisivas con Marianne Faithfull o con Lulu, que por otra parte se relatan en el volumen. Falta también, y esto ya es devoción personal, aludir a la banda sonora de «Yo Cristina F”, excepcional e intensa la película –quizás la mejor traslación visual de la época berlinesa– y con inéditos como ‘TVC 15’.
Es la única tacha, menor en todo caso, para una obra que pese a su extensión resulta de agradable lectura y apunta algún criterio básico que no debería pasársele al aficionado a la música. El primero, que pese a que Bowie acabó siendo carne de MTV y produciendo discos convencionales –que no defectuosos– durante la década de los setenta supo aunar como nadie tradición y vanguardia y cambió las reglas de juego de la música pop, la transportó de los sesenta a la nueva ola. La segunda, algo que a mí me parece obvio, que había comentado yo en ocasiones, pero que nunca había visto argumentado: la importancia del glam-rock y cómo sus principios se manifiestan en el movimiento mod.
Tampoco revela el libro nada excepcional, la historia es sobradamente conocida: su infancia en el Brixton devastado tras la segunda guerra mundial, las primeras audiciones para Decca o Joe Meek, los primeros conjuntos y giras –una de ellas con The Kinks–, su aprendizaje con Lindsay Kemp, los viajes a Estados Unidos, sus producciones y amistades con Iggy Pop o Lou Reed, la vida en Berlín, su conocida forma de componer –un tarareo que los músicos han de interpretar–, cómo se relaciona con los estilos que van apareciendo –el punk o el britpop–…
No se trata, en todo caso, de una hagiografía, cuando Trynka considera que su actitud o sus canciones desmerecen, no duda en apuntarlo. Por el contrario, cuando determinado episodio se desvela como emocionante en la vida de Bowie, las palabras logran aspirar esta emoción; estremece por ejemplo leer cómo se estropeó su última colaboración con Marc Bolan y los párrafos en los que presenta su muerte. Al fin y al cabo, sin acudir a la parte emotiva, los libros sobre música serían meros catálogos. Y éste no lo es.
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Anterior entrega de Libros: “Violación. Una historia de amor”, de Joyce Carol Oates.