Libros: «Cómo funciona la música», de David Byrne

Autor:

«Una preciosa y precisa guía en la que se puede encontrar cualquier dato que le interese a cualquier lector, desde el joven aficionado hasta al maduro ‘connaisseur»

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David Byrne
«Cómo funciona la música»
RESERVOIR BOOKS

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

El tomo que David Byrne lleva al mercado cabe directamente en el género «enciclopedia». Por su extensión y por el abordaje de todos los aspectos que conforman el mundo de la música desde el siglo XX hasta la actualidad, el volumen que el cantante de los Talking Heads ha construido con experiencias, erudición, buen gusto e ilusión es un verdadero manual de uso, útil y práctico en el que el autor se muestra cercano y asequible. Con todo ello se conforma una preciosa y precisa guía en la que se puede encontrar cualquier dato que le interese a cualquier lector, desde el joven aficionado hasta al maduro «connaisseur», desde el músico que se plantea estéticas o nivel de profesionalidad hasta el aficionado que quiere saber, simplemente, por qué disfruta.

Y como texto que aborda una misma materia pero desde enfoques muy diferentes, cabe una lectura lineal o esporádica. Tan fascinante es seguir página a página el volumen como acudir al capítulo que interesa. Básicamente encontramos dos líneas argumentales, en la primera se despliegan una breve autobiografía de sus inicios como músico y la historia de la grabación de cada uno de sus discos. Concluye que el espacio para el que se piensa condiciona necesariamente la creación –en un estudio detallado del CBGBs y de culturas ajenas a la anglosajona– y se hacen canciones para que encajen en unos determinados lugares. Sus influencias, desde el teatro japonés hasta el glam, desvelan también su concepto del espectáculo.

El segundo hilo presenta el contexto y la evolución de la música, comenzando por los avances en la tecnología, es el apartado más propiamente enciclopédico. Clarividente, Byrne expone obviedades que, sin pararse en ellas, resultan oscuras; es evidente –por ejemplo– que el uso de micrófonos permitió cantar en susurros. También reflexiona sobre formas musicales y su difusión –¿por qué triunfa el heavy en estadios y no el funky?– y enlaza con curiosas anécdotas que conectan la cinta de casete, los nazis y Bing Crosby. Cómo no, acaba este estudio con las diferencias de sonido entre vinilo y cedé.

Otro bloque temático es el de los cambios en la industria discográfica, especialmente desde los años ochenta. Y aquí sí que representa una excepcional guía para grupos al aclarar las diversas maneras de relacionarse con la industria, con indicaciones claras y lógicas. De hecho es un manual que enfoca en gran parte el mundo amateur, desde la presentación de su sencillo y abigarrado estudio casero –hay fotografías y descripciones– hasta útiles consejos sobre cómo enfocar la autoedición.

Quizás el capítulo más erudito sea el final, en que de forma expositiva indaga en la arqueología, la matemática y las ciencias neurológicas para imaginar las primeras canciones, retomar teorías pitagóricas o conectar el lenguaje humano con la música. Un libro ingente, necesario para cualquier aficionado, manual de uso que si aborda la música aborda al fin y al cabo nuestra cotidianidad. Entre las citas que recoge, una es especialmente significativa: “La música es una máquina de construir emociones”. Si olvidamos esto olvidaremos también simplemente las emociones, que es al fin y al cabo de lo que habla.

Anterior crítica de libros: “Afilado como un blues a medianoche”, de Javier Márquez Sánchez.

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