«Resulta imprescindible para los aficionados a la cosa rumbera, pues recoge todos los vinilos que Brown y algunos amigos han logrado reunir, editados entre 1961 y 1995»
Txarly Brown
«Achilibook»
MILENIO
Texto: JUAN PUCHADES.
Hay gente que si no existiera habría que inventarla. Y ese es el caso de Carles Closa, más conocido como Txarly Brown. Diseñador gráfico, DJ y coleccionista musical, hace una década le dio por indagar en los misterios de la rumba española, se le metió el bicho en el cuerpo y al poco, con un entusiasmo digno de encomio, contribuyó decisivamente a darle un nuevo impulso a la siempre somnolienta escena rumbera barcelonesa asumiendo el papel de aglutinador, animador y defensor del género. En paralelo, comenzó a rebuscar en cajones de discos de segunda mano (o tercera o cuarta) cuanta referencia rumbera se le ponía a tiro, contactó con otros coleccionistas y trató de ordenar la zigzagueante y enrevesada secuencia discográfica, conformada por diferentes estilos y escuelas. Lo que viene a ser casi como intentar ponerle puertas al mar. Pero parece que Brown no es de los que se amilanan, y el resultado de su paciente y laboriosa caza e investigación discográfica es este visual «Achilibook. Biografía gráfica de la rumba en España, 1961-1975», título con el que asocia el volumen a los «Achilifunk», los gozosos discos recopilatorios sobre el tema a los que dio forma hace un tiempo.
Lo primero que hay que decir de «Achilibook» es que es un libro necesario: la historia de la música popular española lo necesitaba. Pero además resulta imprescindible para los aficionados a la cosa rumbera, pues recoge todos los vinilos que Brown y algunos amigos han logrado reunir (más de mil cien), editados entre 1961 y 1995, tanto singles, como epés y elepés. Todo ello ordenado de forma cronológica atendiendo a los depósitos legales, con portadas reproducidas en color, incluyendo también breves fichas de los artistas imprescindibles y unas introducciones que presentan cada periodo, en las que sale el Brown más furibundo (repartiendo algunas galletas teóricas, y aunque no se compartan necesariamente todas sus opiniones, bien está que las ofrezca), el militante de un género hoy minoritario que, si no media milagro divino, está condenado a seguir siéndolo, añorando los cada vez más lejanos días de gloria.
Lo importante, en todo caso, es que este volumen visual es todo un festín que permite descubrir algún disco que a uno le falta o algún nombre que desconocía y, sobre todo, fascinarse ante la apabullante (a ratos pavorosa) iconografía que han dejado las diferentes escuelas rumberas: la flamenca, la pop, la catalana, la mesetaria, el sonido caño roto… Lo peor que se limite a vinilos y que, por tanto, finalice abruptamente en 1995, con la llegada del cedé, dejando con ganas de un segundo volumen que se amplíe a discos compactos, incluso a cintas de casete (algunas producciones rumberas solo conocieron este formato en los tiempos de máxima penuria). También se echa a faltar información de las canciones incluidas en cada disco, y puede ser un tanto confuso para el que se acerque de primeras al no hacer distingos entre discos oficiales y recopilatorios (más o menos chungos, eso importa poco) o ediciones especiales (para clubes o instituciones). Cuestiones menores que, en cualquier caso, tienen más que ver con preferencias personales y que no deben ensombrecer un libro importantísimo que viene a cubrir un vacío histórico, de esos vergonzosos en la bibliografía musical española. Los apasionados del género estamos ante una Biblia, nuestra particular «achilibiblia», ¡y plagada de estampitas de santos!
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Anterior crítica de libros: “El rey de los tejones”, de Philip Hensher.