“Superó con creces la prueba de fuego expandiendo su virtud al directo; emergiendo de la oscuridad para silenciar hasta el último aliento con la interpretación de ‘River’”
La cálida acogida internacional de su debut discográfico, “Coming home”, ha traído al joven estadounidense hasta los escenarios españoles. En su concierto en Madrid estuvo Wilma Lorenzo.
Leon Bridges
19 de septiembre 2015
Sala La Riviera, Madrid.
Texto y fotos: WILMA LORENZO.
Leon Bridges no hace música, es música. Para ofrecer un show a la altura de lo que ocurrió el pasado sábado 19 de septiembre en la sala La Riviera (Madrid); hay que tener la cualidad innata de convertir emoción en sonido. Y el joven estadounidense la tiene: posee ese don infalible herencia directa de Sam Cooke, Otis Redding o Marvin Gaye. Tiene swing, desprende groove. Y eso no se aprende, se tiene.
Fueron más de mil los asistentes que acudieron a la cita con la intención de comprobar si aquello que habían previsto en “Coming home” (Columbia Records, 2015), el álbum debut de Bridges, terminaba por completarse en vivo. Y el joven de 26 años superó con creces la prueba de fuego expandiendo su virtud al directo; emergiendo de la oscuridad para silenciar hasta el último aliento con la interpretación de ‘River’. Sería una de las pocas veces que veríamos al intérprete a la guitarra: el resto del concierto estaría protagonizado por él con el micrófono en movimiento. Su forma de bailar, sus gestos, sus palabras; todo en Bridges irradia clase.
Sobre el escenario estuvo respaldado por una banda impecable que contaba con Austin Jenkins y Josh Block de White Denim (Texas) entre sus filas; ambos descubridores y productores del primer trabajo de Bridges. Saxofón, teclados y coros (brillante Brittni Jessie), se suman a la banda base otorgando al protagonista el perfecto sustento a sus composiciones, que sobrepasan la barrera generacional gracias al garbo, la elegancia y la presencia de su autor.
Si ‘Smooth sailin’ hacía bailar descaradamente a toda la sala, la delicada ‘Lisa Sawyer’ –según sus palabras, “escrita a la mujer que más sacrificios ha hecho por mí, mi madre”– mecería a los asistentes en un tímido pero constante contoneo. Y es que Leon Bridges genera movimiento: conecta con nuestro lado más sensual, conmueve, llena. La honestidad y la realidad detrás de las canciones convierten lo que podría ser un mero un ejercicio de estilo en una causa propia. Así Nueva Orleans, su familia y sus raíces no solo brotaron de las letras, sino que ocuparon un primer plano en sus interacciones con el público. Canciones como ‘Twistin’ & groovin’ encontraron su sitio una vez Bridges explicó el motivo de su existencia; en este caso, el relato del primer encuentro entre sus abuelos. Verdades contrastadas por varios “gracias” y sonrisas que no pudieron resultar más sinceras.
“¿Alguna vez habéis estado enamorados?”, preguntaría antes de interpretar su hit, ‘Coming home’. “Yo una vez lo estuve”. Y nosotros en ese instante también. De él: aquel que convirtió 2015 en los años cincuenta, la ciudad de Madrid en Louisiana y la sala La Riviera en un mítico club de jazz. ‘Mississippi kisses’ para decir adiós tras una primera cita que no deja lugar a dudas: esta relación va para largo.