León Benavente: «El rock and roll lleva teniendo futuro desde que nació en los cincuenta»

Autor:

«A nivel de composición estamos atentos a lo que pasa en la música, pero no tanto a la hora de tomar decisiones»


A principios de año, León Benavente publicaban su cuarto álbum de estudio, ERA (Dro/Warner, 2022). Un disco concebido en tiempos de pandemia, superviviente de ella y con un carácter fuerte y marcado, tanto en trasfondo y mensaje, como en sonido e innovación. Embarcados ya en la gira de presentación, los cuatro leones hablan con Miguel Tébar A.

 

Texto: MIGUEL TÉBAR A.
Fotos: CECILIA ÁLVAREZ-HEVIA ARIAS.

 

León Benavente nacieron, no como supergrupo, sino como grupazo. Quienes tuvimos el privilegio de ver el alumbramiento de aquella camada, guardamos la sensación de haber visto el mejor concierto de una nueva banda desde hacía muchos años. Casi una década ha pasado, cuatro álbumes, un par de epés y los dos sencillos extra, que aquí se refieren, los avalan como cancionistas y como experimentados músicos.

Tanto en las distancias cortas, como bajo los escenarios de grandes festivales, el público suele caer en su campo magnético. Tener un frontman como el suyo es elemento que siempre cotiza al alza, incluso construyendo un obra que trata de lo que otros entenderían como temáticas complicadas. Pero, por qué hacerlo difícil si se puede llegar aún más lejos cantándole al desamor. ¿Compromiso, pasión? Podría haber sido peor, que resumió un incomprendido Abraham Boba tras su paso por Limbo Starr. Era otra era. Ahora es esta ERA.

A través de la pantalla de un ordenador hablo con los leones al completo: Abraham Boba -alias de David Cobas- (voz y Farfisa, y ahora también piano acústico); Luis Rodríguez (exguitarra, ahora bajo); Eduardo Baos (exbajo y sintetizador, ahora programaciones) y César Verdú (batería, y ahora también cajas de ritmos). Ellos desde Emerge, su oficina; yo, desde Murcia.

 

¿Dónde pacen actualmente un gallego, un asturiano, un aragonés y un murciano?
César: Ahora mismo Abraham está viviendo en Vigo, Edu sigue en Mozota, cerca de Zaragoza; y Luis y yo estamos en Madrid instalados. Así que cada uno en un sitio. Aunque estoy fuera de mi tierra, me encuentro bien aquí. Edu volvió a la suya.
Edu: Mal del todo no se les ve.
Luis: Yo vivo justo encima de un restaurante asturiano, con lo cual la morriña se lleva bien.

 

¿Qué tal os han ido las siete primeras fechas de esta nueva gira, que arrancasteis con todas las localidades agotadas?
César: Eso es. Empezamos en Avilés y aprovechamos la semana antes para preparar lo que es el stage, que es como los ensayos generales, con todas las luces, el sonido y demás. Y la segunda fecha fue en el Circo Price, también con todo vendido, y la verdad es que estuvo muy bien. El fin de semana pasado estuvimos en Santiago de Compostela, que también fue fenomenal; sobre todo echábamos en falta los conciertos donde la gente está de pie, consumiendo y bailando. Veníamos de ver en verano a todo el mundo sentado y han sido los bolos más raros de nuestra vida.

 

Entiendo que si ya consumen, podrán cantar las canciones y los veis gesticular ¿no?
César: Sí, por lo menos se les ve el gesto y hay un feedback un poco mayor del que había en los conciertos de estos dos últimos años en pandemia.

 

De momento, habéis anunciado otras dieciséis fechas antes de que llegue el verano. Me llama la atención que no aparezca la ciudad en la cual debutasteis (16 de mayo de 2013) y donde, creo recordar, presentasteis vuestro anterior espectáculo (septiembre de 2019). ¿Cuánto os queda por sumar y cómo se prevé la presencia de León Benavente en festivales de este año?
César: La fecha de Murcia estamos a punto de anunciarla por sorpresa, todavía no lo hemos podido hacer por cuestiones logísticas. Pero sí, Murcia siempre es una ciudad que entra en nuestras giras por lo que bien apuntas. De momento vamos a hacer las fechas que nos quedan y en festivales empezaremos en junio. Pero a ver también cómo llegan los festivales, porque todo está tan extraño y raro…

 

O sea, que sí habrá presencia de los leones en festivales, aunque no estén anunciados.
César: Sí, supongo.

 

Hace un mes y algunos días, aquel que os escribiera el texto El Centro de un estado para presentaros, y de paso etiquetaros como road pop, comenzó a presentar su nuevo proyecto. ¿Cómo veis a Nacho Vegas una vez que navegáis fuera de su órbita?
Abraham: A mí el disco me ha gustado mucho. En concierto no le visto todavía, pero me parece que ha hecho un buen trabajo.
César: Desde fuera vemos que le está yendo bien. Separarnos era algo inevitable, tenía que suceder. Nacho no deja de ser un gran amigo al que le deseamos lo mejor. Y cuanto mejor le vaya a él, más felices vamos a ser también nosotros. Vamos, que es una relación muy saludable la que ha quedado después de dejar su proyecto.
Luis: Echamos de menos la compañía de los otros músicos, además de Nacho; pues fueron muchos años en los que vivimos muchas cosas.

 

Me parece que gracias al de Gijón conocisteis a Bunbury, con quien grabasteis el sencillo «Televisión». Supongo estáis al tanto de su decisión sobre retirarse de los escenarios ¿Cómo se recibe una noticia de este calibre sobre un colega?
Eduardo: Enrique siempre ha sido un referente, tanto aquí, como en Latinoamérica. Tuvo uno de los grupos más grandes que ha habido en España y él en solitario también ha tenido una trayectoria increíble de muchos años. Entonces ya puede hacer lo que sea y es totalmente respetable lo que elija. Vamos, faltaría más. Sin duda, es una pena; pero también es una alegría porque si insiste en las giras irá a peor. Lo deseable es que todo el mundo conserve buena salud mental y física, eso es lo más importante.
Luis: Aunque ya he leído en muchos sitios, a gente opinando, que volverá antes de lo que se cree. Y algunos muy cercanos a él.

 

«Estaría bien escuchar el disco tal cual lo proponemos, de la primera a la última canción. Intentando entender por qué lo hemos hecho así»

 

En este ERA (Warner, 2022), observamos que repetís diseñador gráfico, ingeniero de grabación y estudio, así como vosotros mismos en labor de producción. Pero explicadnos, a los no músicos, ¿qué beneficios aporta mezclar y masterizar en lugares como Nueva York?
Abraham: El lugar no tiene nada que ver, sino la persona. La masterización acaba siendo un proceso menos complejo que las mezclas. Es cierto que mezclar nuestros discos siempre ha llevado bastante tiempo y siempre habíamos estado presentes durante ese proceso. En este caso, conocimos el trabajo de Jake Aron por el último disco de Maria Arnal i Marcel Bagés, que nos gustó mucho, y le preguntamos a ella qué tal había sido trabajar con el estadounidense a distancia. Porque lo que pasa cuando buscas a una persona de fuera para trabajar es que, normalmente, está en muchos proyectos simultáneos, y acaba dedicando un tiempo residual al grupo que viene de fuera y que ni siquiera conoce. Pero María nos dijo era un tío que desde el principio trabajaba muy bien y, sobre todo, que tenía una respuesta muy rápida por si había algún cambio en cualquier momento. Nos pusimos en contacto, le pasamos una canción para probar a ver qué tal lo hacía. Y la verdad es que la primera mezcla que envió estaba súper acertada e hizo crecer mucho la canción, entendiendo perfectamente el concepto que queríamos.
Eduardo: Si hubiese sido de Soria posiblemente también hubiéramos trabajado con él.

 

La fidelidad que venís demostrando ¿la recibís de vuestro público? ¿Apreciáis renovación generacional tras nueve años de curro? ¿Los que estaban siguen estando?
Abraham: Sí, sí. Hay gente que nos está sorprendiendo verdaderamente porque, si bien es cierto que León Benavente tiene un público más o menos amplio, es principalmente de nuestra generación. Ahora, después de estos conciertos, estamos viendo a mucha gente joven que está viniendo por primera vez a vernos e incluso a chavales que eran críos cuando venían con sus padres a los primeros directos y, ahora, ya tienen la edad de hacerlo solos y actuar como les dé la gana.

 

Leyendo a mi compañera Sara Morales, supe de vuestro cambio de roles en el disco antes de oírlo y que concierne a vuestro actual momento ¿Sois de los que leéis sobre los músicos y sus músicas o «restáis importancia a lo que la gente piensa»?
Eduardo: La verdad es que a nivel de composición estamos muy atentos a lo que pasa en la música, pero no tanto a la hora de tomar decisiones sobre lo que queremos hacer. No nos fijamos en nada en concreto.
Abraham: A ver, estamos atentos… y claro que nos importa. Cuando llevas mucho tiempo trabajando en un disco, como nosotros, que somos muy meticulosos y trabajamos mucho las canciones, cuando las sacas por primera vez te gusta tener un feedback. Que la gente te diga lo que piensa siempre es importante, pero una vez que el trabajo ya está hecho. Previamente nos basamos solo en nuestros criterios, el disco sale a la luz cuando está totalmente terminado y con la idea más aproximada a lo que teníamos en la cabeza. Luego ya, como la gente lo escuche, es otra cosa… Aunque somos gente que nos gusta recibir tanto comentarios positivos como negativos…
Eduardo: Mientras estos últimos sean constructivos.

 

Volvéis a colaborar con Miren Iza, de Tulsa; además de Isabel Cea y Rodrigo Caamaño, de Triángulo de Amor Bizarro, y del creativo Phillip Peterson ¿Cómo surgieron los arreglos de este último, para cerrar con «La cámara de ecos» este cuarto álbum?
César: Bueno, fue bastante fácil. Phil trabajó en un disco que hice con Fino Oyonarte y, a través de Daniel Lorca, de Nada Surf, lo contactamos en su momento porque necesitábamos un arreglista. Para esta canción nos pareció buena idea poder meter arreglos de cuerda, y quién mejor que él, que ha estado trabajando con Lana del Rey o St. Vincent, y es una persona muy fácil para trabajar. Más allá del nivel en el que se encuentra, es bastante accesible a nivel humano. Se lo propusimos y es de los que se adapta al presupuesto, a lo que es el grupo (no necesariamente tiene que ser alguien de alcance internacional); y la verdad es que tiene muy buen gusto. Nos quedamos encantados con todo lo que nos propuso.

 

Supongo que esa colaboración, como buena parte de vuestro trabajo interno, ha sido teletrabajo, ¿verdad?
César: Sí, fue totalmente a distancia. Al igual que pasó con la colaboración de Triángulo de Amor Bizarro. Les dimos unas pequeñas pistas y al final ellos hicieron lo que mejor vieron para la canción. Nosotros tampoco interferimos mucho, puesto que lo más importante a la hora de colaborar con alguien es que deje su sello propio. Con Isa y Rodrigo pasó lo mejor que puede suceder y fue algo maravilloso; ellos sí que transformaron bastante la idea que les ofrecimos. Es decir, donde les comentábamos que podrían cantar, cantaron en otras partes diferentes; donde creíamos que iban a meter una guitarra distorsionada, de repente nos metían una acústica. Fue todo menos lo esperado y también fue lo que mejor pudo quedar.

 

“Líbrame del mal” fue el primer adelanto del disco, la canción que lo abre y la que parece haber terminado titulándolo. En ella, entre otras referencias, citáis a Rafa Berrio, de quien precisamente versionasteis su “Niño futuro” cuatro meses antes, con todo un ejercicio de spoken word. En estos días que se espera, vía Granada, un homenaje plastificado al donostiarra ¿Cómo se justifica que no solamos dar un justo reconocimiento en vida a algunos de nuestros héroes?
Abraham: Yo creo que en el fondo Rafa era el artista que quería ser. Él nunca pretendió tener más repercusión de la que tuvo. O sea, era un tío que le gustaba hacer canciones. Era un artista muy comprometido con su obra, que llevó su vida también muy paralela a su obra. Ese tipo de artistas que hacen las cosas de verdad, no por una repercusión mediática, ni de público, sino por un compromiso con su trabajo. Hacer canciones y escribir era suficiente para él. Estaba por encima de todo. Además estas cosas siempre han sucedido, cuando alguien no está es cuando se le empieza a hacer un poco más de caso. No sé, yo creo que posiblemente desde donde esté se reirá un poco. Es extraño pensar en alguna vez que hemos tocado ese tema en un festival, ante cinco o seis mil personas, y en la condición underground que Berrio mantuvo hasta el final.

 

Precisamente, él reivindicaba el concepto del álbum como obra que ha de ser escuchada de principio a fin. ¿Cuál es vuestra opinión al respecto?
Abraham:  Desde nuestro primer disco siempre ha sido muy importante, porque somos personas que venimos de escucharlos así, no en canciones sueltas. Intentando entender por qué un disco tiene esas canciones y no otras, por qué están ordenadas de esa manera, si hay algún hilo conductor entre todas, que una se complementa a las otras, etc. Es nuestra manera de entender la composición. De hecho, trabajamos por tandas; no decimos: «vamos a juntarnos a grabar una canción y ya vemos». Al menos por el momento ha sido así. Y concretamente este disco, de todos los que hemos hecho, es el que más refuerza esa idea. Creemos que, al menos en unas primeras aproximaciones, estaría bien escucharlo tal cual lo proponemos de la primera a la última canción. Intentando entender por qué lo hemos hecho así y no de otra manera. Hay una información que es el concepto, que posiblemente se entienda mejor y se disfrute más de principio a fin.

 

«Estamos viendo a mucha gente joven que está viniendo por primera vez a vernos»

 

Tras el segundo sencillo, «Di no a la nostalgia», me atrevo a preguntaros si seríais capaces de disfrutar, por ejemplo, el 40º aniversario Rock & Ríos, de Miguel Ríos.
[Todos sonríen y callan]
Luis: Yo, seguramente sí.
Abraham:  Es que no tiene que ver con disfrutar o no. Está tan guay ir a ver el concierto de Miguel Ríos como uno de Cupido o de Carolina Durante. No todo tiene que ser lo que ya pasó, o muy historiado; aunque también tiene que estar ahí.

 

¿Cuál es el futuro inmediato del rock and roll?
Abraham: El rock and roll lleva teniendo futuro desde que nació en los años cincuenta, y ya era una cosa totalmente distinta a lo que ahora se entiende como tal. Creo que estamos en un momento en el que los estilos ya no son tan fácilmente identificables, y todo se ha fusionado de tal manera, que hablar del término… Si ya la etiqueta rock era amplia de por sí, ahora ya engloba una cantidad de cosas en la que hay tanto… Grupos que siguen haciendo la misma música que se hacía en los años setenta o grupos como nosotros que, en el fondo, somos una banda de rock, más o menos sofisticada, que usa elementos de electrónica o de otros tipos de música… ¡El futuro del rock somos nosotros!

 

Desde el inicio vuestro planteamiento es «siempre hacia adelante» ¿Cómo definiríais la actual era, en la que no llega revolución alguna?
Abraham: Crees que no hay ningún tipo de revolución ¿Sí, verdad? Es bastante curioso, porque nuestro primer disco nació en la época post 15M en la que parecía que había cosas que iban a cambiar. Luego se ha visto que todo aquello se quedó un poco como en buenas ideas, pero pocas intenciones. Aquel mismo disco ya hablaba de la desilusión y del hartazgo que provocaba ver que las cosas están mal a tu alrededor y que, muchas veces, no hay manera de cambiar. O sea que, a día de hoy, posiblemente se haya incrementado. Lo que pasa es que, como cualquier tipo de revolución cultural, creo que después de estos dos últimos años en los que prácticamente todo se ha parado y se ha dejado de prestar más atención a ciertas cosas, estamos lejos de hacer que las cosas que cambien. Aunque la sociedad probablemente cambiaría muchas de las cosas a su alrededor. Sí, no sé, quizá estamos en un momento de mayor hartazgo.

 

Permitidme, por la presencia aquí de Abraham Boba, una cuestión que suelo plantearle a los músicos que entrevisto cuando no son letristas. ¿Vuestras historias coinciden con las contadas por la voz cantante?
Eduardo: Abraham tiene la facultad de escribir las letras de tal forma que todos nos sintamos identificados, aunque cuando él escribe lo hace desde su prisma. Y creo que siempre tiene presente que es un texto que va a ser escuchado por la gente.
Luis: Y que vamos a defender en el escenario todos. Por otra parte, creo que el hecho de que todos pertenezcamos a esta misma generación, y pasemos casi todo el tiempo que tenemos juntos, hace que vivamos una realidad un poco parecida. Con muchos matices, por supuesto. Es fácil defender este tipo de letras en una canción, a pesar de no haberlas escrito. Ese es su talento. Es fácil hacerlas tuyas.
Abraham: Al final, si ellos no se sienten muy identificados con los textos, no lo va a hacer tampoco el público. Es un primer filtro muy necesario. Si ves que algo, desde un principio, no les cuadra, es muy difícil que luego esa canción llegue a comunicar lo que todos queremos.

 

No recuerdo haberos visto con telonero alguno, pero ¿a quién elegiríais y por qué?
César: La palabra teloneros no nos gusta. Pero hay muchos con quien compartir escenario. Por ejemplo, Triángulo de Amor Bizarro, que en Santander tocaremos con ellos. Cuando lo hemos hecho con El Columpio Asesino también ha estado muy bien. Incluso nos gustaría, por ejemplo, con Carolina Durante; con quienes también tenemos una amistad. Al final, más allá de lo musical, también es por la gente con la que te llevas bien o porque tienes cierta relación y agradeces ese momento de coincidir con ellos en un concierto.

 

Por último, indicadnos un par de canciones que os quiten el sueño.
Luis: Yo siempre duermo con la radio puesta y hay una nación que, cuando sonaba, me despertaba con una pena gustosa: «Noches de blanco satén», de The Moody Blues.
Abraham: A mí quitar no, yo te voy a decir uno que da. Hay un disco que hizo Max Richter, que se llama Sleep, y dura ocho horas y media, que es una maravilla para conciliar el sueño, sobre todo cuando llego a un hotel y no me puedo dormir.

Artículos relacionados