León Benavente: «El mayor miedo como grupo es no seguir avanzando o que se agoten las vías de sorpresa»

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«Quizá este sea el disco más reflexivo. Tiene más que ver con lo que tenemos de puertas hacia dentro que con lo que tenemos fuera de casa»

 

Los leones rugen por tercera vez con Vamos a volvernos locos. Un paso más en un grupo de fundación joven, pero con una identidad a prueba de bomba. África Egido charla con Abraham Boba, vocalista, teclista y compositor de León Benavente.

 

Texto: ÁFRICA EGIDO.
Fotos: JORGE FUEMBUENA.

 

A León Benavente le han bastado tres discos y seis años para lograr la identidad y el respeto del que carecen muchas bandas de la última década. Quizá gracias a sus largas trayectorias previas (en solitario, en otras bandas o con Nacho Vegas), el cuarteto ha crecido alejado de esa marisma indie estancada por la escasez de ideas y la abundancia de patrones manidos.

Los cuatro leones (Abraham Boba, Eduardo Baos, Luis Rodríguez y César Berdú) publican ahora Vamos a volvernos locos, diez canciones que transitan por el rock, la electrónica y el post-punk de la mano de una enorme paleta de estilos que fluyen con naturalidad a lo largo de todo el álbum. Y en el centro de este cuadro sonoro, un hiperrealista retrato social, trazado con su habitual sarcasmo, atinadas alegorías y —en esta ocasión— una fuerte presencia del ser humano.

Hablamos con Abraham Boba de este nuevo trabajo, del presente y del futuro de la banda.

 

Tres años después de vuestro anterior álbum, por fin ha visto la luz Vamos a volvernos locos. ¿Qué sensaciones tenéis unos días después del lanzamiento?
Parece que el disco está gustando y sorprendiendo a partes iguales. Eso es lo que nos hace más felices de entrada. Es un disco en el que hemos estado muy centrados durante mucho tiempo, ha sido un trabajo bastante minucioso y meticuloso porque teníamos muchos días de estudio para trabajar. Estábamos esperando desde que lo acabamos a que pasase todo el verano para tener unas primeras impresiones, porque habíamos perdido un poco ya la perspectiva.

 

¿Cómo ha afectado al resultado del disco esa inmersión de la que hablas, todo ese tiempo «manipulando» cada sonido?
Eso te permite coger una canción y darle todas las vueltas que quieras, llevarla a un extremo que quizá no habías pensado en un primer momento, y que luego acaba siendo el camino más interesante. Pero muchas veces tener todo este tiempo es un poco arriesgado también, porque puedes encallar, ya no solo en una canción, sino en un sonido concreto. Lo que hicimos fue buscar detenidamente cada elemento que estaba en la canción, buscarlo mucho tiempo. Y eso hace que muchas veces acabes desechando canciones o descartándolas porque hay un mínimo detalle que no te convence o porque no funciona dentro del conjunto.

 

Habéis comentado que los cuatro habéis participado más activamente en la composición. ¿Cómo ha sido ese trabajo a cuatro manos?
Estábamos los cuatro para hacer música, retazos de música, protocanciones o materia prima que se convierte en canción. Lo que hicimos durante muchos días fue generar muchos momentos de música, que unas veces tenía una estructura un poco más concreta, más parecida a una canción, y otras no, era más bien una idea soltada ahí. Luego todo este material me lo llevaba y lo trabajaba de cara a la estructura, la letra, la melodía… y ahí es donde se convertía en canción. Lo que sí me parecería muy difícil es hacer una letra a cuatro manos… No muy difícil, me parece imposible.

 

«En este disco es cuando más hemos intentado exprimir los límites de nuestro sonido»

 

El discurso del disco ha seguido recayendo en ti, pero aseguráis que lo que narráis es la voz de los cuatro. ¿Buscas consenso al dar por bueno un texto? Supongo que pertenecer a una misma generación ayuda a identificarse con una visión del mundo…
Sí, sí, desde luego que ayuda. No lo había pensado de forma consciente. Está claro que las canciones tienen un componente generacional. No creo que sean canciones que solo puedan servir para un determinado público de una franja de edad, pero hay un componente generacional innegable en nuestras canciones, y eso hace más fácil que los cuatro podamos sentirnos identificados con lo que dicen las canciones. Cuando yo termino una letra y la canción está más o menos terminada, ellos son los primeros que la van a juzgar. Si a ellos no les funciona y no les sirve, o veo algún gesto en sus caras que me hace dudar de que les guste, esa canción ya no pasa el filtro. Porque ellos saben que van a tener que estar defendiendo esas canciones encima de un escenario durante años, y obviamente se quieren sentir parte identificada con el texto.

 

Dices que es importante que los cuatro sintonicéis con la lírica del disco, pero ¿os ocupa del mismo modo que ese mensaje lo entienda el público? Parece habitual en vuestros relatos —y más en este álbum— emplear alegorías y después bajarlas a la tierra para que el discurso se haga tangible y directo.
Esto que dices de subir las ideas para luego bajarlas a la altura de los ojos es una herramienta de composición que llevamos trabajando desde el primer disco. Puede ser que sí, que este disco tenga partes más poéticas, pero me parece el disco más concreto a nivel musical y lírico. Me parece que es cuando las ideas dan menos rodeos. Son las canciones que hace falta explicar menos.

 

Y aun así, hay canciones de cuyo relato se pueden extraer distintas lecturas…
Sí, pero eso es lo bonito. No hay que entenderlo como ver una película de Tarkovsky [risas]. No hay que entenderlo a la perfección, sino que te emocione, que te haga sentir, reflexionar, pensar… Para eso sirven también la música y las canciones, para que los creadores las suelten al oyente, él las haga suyas y participe de la experiencia plena, pero que surja de una manera subjetiva.

 

Eso ocurre ya desde el título: Vamos a volvernos locos puede ser una máxima para sobrevivir o el rumbo que toma el mundo.
Es exactamente eso. Esas son las dos vertientes que tiene el título y que dentro de la simplicidad de la frase es lo que le da un carácter especial. Depende de cómo se vea esa frase, son dos sensaciones completamente distintas.

 

En vuestros discos anteriores, el título pasa prácticamente inadvertido. El «vamos a volvernos locos», sin embargo, tiene peso, sugiere la esencia del disco. ¿Cómo llegasteis a él?
A mí me cuesta bastante ponerle título a las colecciones de canciones. Hay bastantes conceptos en las canciones de León Benavente como para que una frase o palabra los resuma. Quizá por eso los dos primeros no tenían títulos. Vamos a volvernos locos es una frase que aparece tal cual en una de las canciones, pero además hay varias referencias en distintas canciones al propio título. Puede ser una frase bastante común que podemos escuchar varias veces al día viniendo de boca de distintas personas, pero funciona bien con el planteamiento del disco, como dices, a nivel tanto musical como lírico, y también con esa doble lectura que tiene la frase, por simple que parezca, que puede funcionar como advertencia o como invitación.

 

¿Algo parecido ocurrió con la elección de «La piedra que flota» como adelanto del disco? Quizá sea la canción que mejor refleje el espíritu de este largo.
No somos especialistas en elegir singles ni trabajamos con esos conceptos. Le damos bastante importancia a hacer colecciones de canciones, y que las canciones en el disco se vayan completando unas a otras. Obviamente, son canciones independientes, pero también tienen un puesto dentro del discurso, del hilo argumental del disco. Por eso siempre se nos hace tan difícil elegir una primera canción que pueda resumir todo. Esta la elegimos porque era darle una vuelta al sonido de León Benavente, pero también es plenamente identificable con el grupo. Además, estaba incluida la frase que da título al disco.

 

«Es bueno que se exploren nuevos caminos, nuevas formas de hacer canciones, pero que no se convierta todo en una experimentación por la experimentación»

 

Ese hilo argumental también parece unir vuestro álbum anterior con éste. Abrís el disco con «Cuatro monos», una canción que se insinua como una continuación de «Habitación 615», el último corte del álbum anterior. ¿Fue casualidad?
En esas canciones del final del segundo disco y el comienzo de este sí hay un hilo que las une, que es una historia sobre nosotros cuatro. La canción que cerraba el disco 2, «Habitación 615», era una historia en la que se hablaba de nosotros en un momento y lugar concreto, y «Cuatro monos», que siempre vimos como comienzo de discurso del disco, puede ser un resumen de todo lo que ha pasado desde que se terminó esa canción hasta que ha comenzado este nuevo trabajo. Creo que es bonito hacer eso dentro de los discos. Al principio quizá dé un poco de pudor referirse de forma tan explícita a nosotros cuatro, al grupo, pero creo que si encuentras el camino y pierdes esa especie de vergüenza, también es una forma de comunicación sincera y muy poderosa.

 

Esa mayor presencia del «yo», de hecho, sobrevuela todo este álbum. En los dos primeros discos retratabais el panorama social y político, y en este aparecen más reacciones personales ante ese paisaje social. ¿Era necesario mirar hacia dentro?
De alguna manera, esto había aparecido en los discos anteriores, sobre todo en el segundo, lo que pasa es que en este está más desarrollado. Quizá este sea el disco más reflexivo. Este disco tiene más que ver con lo que tenemos de puertas hacia dentro que con lo que tenemos fuera de casa. En los dos primeros discos siempre se ha dicho que éramos un grupo reivindicativo, de reivindicación política o un grupo protesta. No sé si era así, o si era tan kafkianamente así. Siempre hemos tratado de hablar de todo lo que nos rodea como seres humanos, y eso va tanto del ámbito político social como al ámbito más íntimo de relaciones entre personas. Toda esa insatisfacción del clima político social del que se ha hablado en esos discos quizá ahora tenga más que ver con insatisfacciones creadas por sí, por lo que nos rodea, pero que se acaba sintetizando en cosas muy personales, internas y en lo que piensas cuando cierras las puertas de tu casa.

 

«Tu vida en directo» es el corte que cierra el cedé, y un tema compuesto hace cinco años que, sin embargo, suena actual. ¿Cómo resucitasteis esa canción?
Si la materia prima de una canción es buena, siempre se puede jugar con el sonido para adecuarla al discurso musical del disco, que es lo que pasó con esta canción. Era una grabación antigua que tenía en el teléfono móvil de un par de estrofas con la letra prácticamente como está ahora, pero era un esbozo que luego empezamos a trabajar. Cuando encuentras una canción de comienzo y cuando encuentras una canción de final, la sensación es de bastante alivio, porque sabes cómo vas a comenzar y cómo vas a terminar. Y en este caso, cuando escuché esta canción, lo primero que se me vino a la cabeza fue eso: era una buena manera de cerrar esta colección de canciones. Con esa lista de cosas que aparecen en la canción se están resumiendo muchas de las ideas que aparecen en el resto de canciones.

 

«Buscamos nuevos formatos de canción más que un sonido distinto»

 

Dicen que para escribir una buena historia, lo primero es tener claro el final, y los finales también parecen importantes en vuestra discografía.
Sí, sí, de hecho las canciones que cierran nuestros dos discos anteriores son canciones que se han hecho muy importantes. En el primer disco era «Ser brigada», que acabó siendo un poco la canción insignia de ese disco. El anterior acababa con «Habitación 615», un formato de canción que nuca habíamos hecho, una canción larga, cercana al fraseo del hiphop y con esto que hablábamos de ser autoreferencial, sobre los cuatro. Siempre es importante. Es verdad, tener un final te ayuda mucho a ver la perspectiva general de todo el trabajo, pero… tener un comienzo también cuenta [risas].

 

Cuenta y cuesta…
Sí, cuesta, cuesta [risas].

 

Decías que habéis podido experimentar mucho con este disco, y sin embargo, el álbum mantiene la impronta de León Benavente. Incluso cuando incorporáis, por ejemplo, un sampler de la película El planeta salvaje en «Volando alto», todo resulta natural. ¿Cómo trabajáis para que la experimentación no desvirtúe vuestro sonido?
Quiero pensar que sale de modo inconsciente. En este disco es cuando más hemos intentado exprimir los límites de nuestro sonido. Cuando alguno de nosotros intentaba tocar su instrumento en la forma en la que normalmente lo hacía, nos dábamos cuenta e intentábamos hacerlo de otra manera. Eso lo hemos hecho, lo que pasa es que unas veces es más evidente y otras menos. Supongo que cuando llevas muchos años haciendo música, y llevamos ya unos cuantos haciéndola juntos, siempre hay caminos que van a aparecer aunque tú quieras tomar otros. La identidad y la personalidad del grupo siempre va a estar ahí, y creo que es bueno que pase. Que se exploren nuevos caminos, nuevas formas de hacer canciones, pero que no se convierta todo en una experimentación por la experimentación y que sea: «No, vamos a hacerlo distinto y que no recuerde en absoluto a nosotros». No creo que sea eso lo que buscamos. Buscamos nuevos formatos de canción más que un sonido distinto.

 

Creo que era Mick Jagger quien decía que está muy bien dejarse ir siempre que uno sepa volver…
Exacto. Mick Jagger sabe bien lo que dice [ríe]. Creo que también dentro del sonido de León Benavente caben muchos sonidos y muchas posibilidades de canciones, y esa es una de las mejores cosas que tiene este grupo.

 

Cantáis que «hay una crisis mundial de salud mental», «gente con el grito en la garganta», que «el mundo está viejo» … ¿El hombre es un lobo para el hombre, como decía Plauto, o hay esperanza?
Sí, claro, siempre la tiene que haber, si no sería imposible avanzar. Y creo sinceramente que es un disco bastante optimista. La primera canción es una canción bastante optimista. «Amo», en cierto modo, también lo es. El ejemplo más claro es «Como la piedra que flota». Aunque no en el formato, creo que esa es la canción más luminosa, más vital o vitalista que tenemos. Hay un poco de todo eso en el disco. A mí me pasa que puedo tener días de ver luz y días totalmente oscuros. Eso también es bonito en un disco, que estén ambas partes para que se complementen.

 

«Uno de los grandes hallazgos de este grupo es que caben muchos tipos de canción dentro de nuestro discurso»

 

Aunque vuestra trayectoria individual es larga, como León Benavente lleváis apenas siete años de andadura. Sin embargo, lejos de lastrar comparaciones, la prensa alaba vuestra marcada personalidad. ¿Cuál es la clave?
La verdad es que no tengo ni idea. Lo que te puede hacer más feliz de todo esto es que haya una identidad de grupo. Crear esa identidad de grupo a través de las canciones y de cómo vayas manejando tu carrera me parece importante, por encima de cualquier estilo, etiqueta o pista que se pueda dar al oyente, aunque en el fondo desde el principio con León Benavente tampoco funcionó del todo. Parece que uno de los grandes hallazgos de este grupo es que caben muchos tipos de canción dentro de nuestro discurso y eso es bonito. Pero creo que lo que más nos alegra de todo lo que se dice es que cuando se escucha una canción de León Benavente se puede reconocer, aun siendo un estilo distinto de canción al que está acostumbrado al público y la crítica.

 

Tituláis una de vuestras canciones «No hay miedo». Ahora que parece que atravesáis un buen momento como banda, ¿existe algún miedo compartido?
Creo que el mayor miedo como grupo es no seguir avanzando o que haya un momento en el que se agoten las vías de sorpresa a la hora de hacer canciones, a la hora de subirse a un escenario y presentarlas, o el momento en el que veamos que estamos repitiendo fórmulas. Somos personas ambiciosas e inquietas, que es lo que nos ha hecho crear este grupo a una edad ya… no te voy a decir muy mayor, pero sí medio avanzada. Ya llevábamos muchos años en la música, pero lo que nos ha hecho crear este proyecto ha sido buscar siempre algo más. En el momento en que perdamos esa capacidad, creo que no podremos seguir avanzando y estará todo perdido. Por eso ese es el mayor miedo.

 

¿Cómo trasladaréis la intensidad que ya transmite el disco a los escenarios?
Este es el tercer disco que hacemos. La gira anterior fue muy larga, de 150 conciertos, y eso ya te hace desde un principio encarar la composición teniendo un contexto: tú sabes que esas canciones las tendrás que presentar en directo en diferentes lugares, en diferentes formatos de concierto. Siempre pensamos mucho en eso. Creo que uno de los fuertes de este grupo es precisamente grabar discos y luego hacer que esas canciones cobren todavía más vida en directo. Ya incluso en el momento de composición estamos pensando de forma bastante consciente en que esas canciones vamos a tener que defenderlas encima de un escenario.

 

Tenéis por delante una gira de nuevo extensa, que ya contempla fechas en México y Portugal. ¿Hay perspectivas de ampliar fechas fuera de nuestro país?
Sí, es nuestra intención. Tenemos recorrido ahora por las salas de España, hacemos el festival de Guadalajara, México, y luego tenemos eso de Oporto. También somos conscientes de que, cantando en castellano, Europa se hace un poco difícil. Parece mentira porque es lo que está más cercano, pero al final el territorio europeo es más complejo. Queremos intentarlo también, aunque solo sea como experiencia. El terreno latinoamericano imagino que sí, nos tocará hacer unos cuantos viajes.

 

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