“El clímax del concierto llegó con ‘Let love rule’ y su evolución a lo largo de unos veinte minutos que vieron fluctuar la canción por todos sus estadios terminando con Kravitz recorriendo a pie todo el recinto”
Cargado de rock, soul y funk, con un repertorio imbatible y una química continua con el público: así aterrizó el músico neoyorkino en Madrid para presentar en directo “Strut”, su décimo disco. Y parece que cautivó al respetable. Lo cuenta Wilma Lorenzo.
Lenny Kravitz
20 de julio de 2015
Barclaycard Center (Palacio de los Deportes), Madrid
Texto y fotos: WILMA LORENZO.
Si la seducción es un arte, Lenny Kravitz es doblemente artista. El lunes 20 de julio el Barclaycard Center de Madrid fue víctima del coqueteo y beneficiario de la pasión. Con una puesta en escena tan sencilla como cuidada, el músico neoyorkino convirtió su recital en un cara a cara implicando al público en un concierto de casi dos horas de duración en el que sin embargo solo fueron interpretados once temas. Pero qué once.
Kravitz salió al escenario acompañado por su banda, todos a una; nada de protagonismo extra para el artista que goza de la virtud innata de captar la atención. Ovaciones también para la batería Cindy Blackman y el guitarrista Craig Ross; los miembros más mediáticos de una banda de diez en la que coristas, bajista, teclista y vientos (especial mención al solo de saxo de Harlod Todd en ‘Always on the run’) dilataron el tiempo y reinventaron canciones, siempre en movimiento y con una sonrisa.
Tras la inicial ‘Frankenstein’ incluida en su último trabajo “Strut”, Kravitz no se anduvo con rodeos e hizo las delicias de los allí presentes con su mítica versión de ‘American woman’ original de The Guess Who y ‘It ain’t over ’til it’s over’. Un perfecto “Buenas noches Madrid”, una carcajada y Lenny ya tenía todo hecho. Su forma de bailar, sus gestos e interpretación, hicieron de ‘Dancin’ til dawn’, ‘Believe’ o ‘Sister’, verdaderas maniobras de cortejo. Lenny señalaba, miraba y saludaba a elegidos entre el público, estableciendo lazos y generando una ilusoria cercanía entre el adorado y los que lo adoran.
‘Always on the run’ fue generosamente transformado en un tema en el que se sucederían los solos y el baile de intensidades. Lenny Kravitz agradecería entonces el apoyo recibido en sus más de veinte años de carrera: “Sin vosotros no habría sido posible. Gracias por vuestro amor y apoyo a la música”. Un agradecimiento que remató con el derroche de sensualidad de ‘I belong to you’.
Pero el clímax del concierto llegó con ‘Let love rule’ y su evolución a lo largo de unos veinte minutos que vieron fluctuar la canción por todos sus estadios terminando con Kravitz recorriendo a pie todo el recinto, llevando su necesidad de interacción desde las primeras filas hasta las últimas sin olvidar las gradas laterales. Haciendo del flirteo, contacto; sin miedo a ser envuelto y abordado. Sabiéndose deseado y multiplicándolo.
El despliegue de ‘Fly away’ con la guitarra de Ross como principal culpable y, tras los bises, ‘Are you gonna go my way’; serían las encargadas de firmar y sellar este idilio rock con sabor a soul aderezado con gospel. Por primera vez en toda la noche, Kravitz se desprendía de sus gafas de sol y miraba directamente a sus víctimas que conscientes asumían que en esta relación, Lenny tiene la sartén por el mango.