Leiva: Las canciones por encima de todo

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«Me identifico con un tío que cuenta cosas parecidas a las que a mí me pasan. Hay que ser muy honesto en la música y en la vida en general; asumir lo que uno es y andar hacia delante»

 

Leiva tiene nuevo disco, «Pólvora», el segundo en solitario, producido por él mismo y Carlos Raya. Tras más de diez años desde que empezó a grabar con Pereza, hace mucho que no tiene nada que justificar: es una realidad incuestionable del rock español.

 

Texto: WILMA LORENZO (@wilma_lorenzo).

 

Una canción puede ser un arma poderosa a la vez que escudo. Leiva siempre ha sido consciente de ello, y ha sabido transformar melodías en sensaciones y disfrazar con palabras delicadamente escogidas sentimientos que todos conocemos. Y hacer así que su música no solo cobre vida en su máximo esplendor, sino que además forme parte de la nuestra. La fórmula se repite: sencillez que camina de la mano de un absoluto cuidado de los detalles, pero al fin y al cabo, sencillez. Canciones a las que todos podemos acudir y que siendo nuevas parece que ya las hayamos escuchado antes. Porque «Pólvora» (2014. Sony Music) son trece historias que ya hemos vivido y en los que el artista una vez más nos entrega una parcela de su mundo interior. Trece cortes para los que Carlos Raya ha compartido protagonismo con el mismo Leiva en la producción; y Joe Blaney se ha encargado de la grabación del sonido. Él no quiere llamarlo madurez pero cada paso que da es más firme y estable; cada decisión es suya y a la vez acertada. Puede que tenga razón y no sea “madurez” la palabra que buscamos. Tampoco se trata de responsabilidad, ni si quiera de compromiso. Quizás la palabra que mejor le defina sea aquella que define su esencia. Tal vez la palabra sencillamente sea  “canción”.

 

Mañana [la entrevista tuvo lugar el lunes pasado] sale a la venta «Pólvora», tu segundo álbum. ¿Cómo se encuentra uno el día antes de sacar un disco?
No diría nervioso pero sí que hay una vulnerabilidad que nunca te la puedes saltar el día antes de sacar tu disco. Es imposible que desaparezca del todo. Pero afortunadamente la ilusión sirve de anestésico. La ilusión puede con la vulnerabilidad.

 

«Pólvora» llega después de dos años de rodar en solitario, presentar «Diciembre» y a la vez testear al público viejo y al nuevo. Ahora que ya no está todo en el aire y te has acostumbrado a ver «Leiva» en los carteles, ¿eso se traduce en que estás más tranquilo?
Sí, pero la tranquilidad no me la da el haber visto lo que ha pasado con «Diciembre». La tranquilidad viene al sacar un disco del que estoy orgulloso y que es exactamente lo que quería hacer. Siento que salgo con un disco que está a la altura de «Diciembre». Estoy tranquilo porque tengo un disco que creo que es bueno y con el que estoy plenamente satisfecho.

 

Abres el álbum con ‘Los Cantantes’ un homenaje a tu profesión que conlleva un estilo de vida muy particular. ¿Por qué esta canción y por qué ahora?
‘Los cantantes’ es un homenaje al oficio, poniéndome a la cola de Rubén Blades que tiene un tema que se llama ‘El cantante’ y es una maravilla. Me apetecía contar el tobogán de emociones y lo vertiginoso y lo maravilloso que es la inestabilidad del oficio. Y eso es algo que nunca lo dejas de sentir. Lo sentía del mismo modo cuando estaba en Pereza y tocaba en Las Ventas, que con «Diciembre» tocando en La Riviera. Es algo que siempre está y estará. Me siento un privilegiado por tener este oficio y me gusta hablar de los vértigos que ello conlleva.

 

¿Crees que la música es el origen o el resultado de esa vida y tobogán de emociones?
Yo creo que es el resultado. Sin duda ese tipo de vida es muy inspirador y el germen de muchas canciones… Es un oficio que tiene muchos años –no he llegado yo a inventarme nada– y es el mismo oficio el que te da la fórmula para hacer canciones.

 

Ya lo dijeron con «Diciembre» e imagino que lo volverán a hacer con «Pólvora» y dirán que es un trabajo más maduro, pero ¿qué significa para ti madurar en la música?
Pues no tengo ni puta idea de lo que significa la madurez [risas]. Sinceramente. No sé si es bueno o es malo. Me gustan las carreras largas, me gustaría seguir haciendo discos, como hace Dylan… y joder, si mi disco es “más maduro”, ¿los discos de Dylan qué son? [risas]. Por lo tanto, pienso que lo de la madurez no se ajusta a mí, más bien a cada disco voy encontrando mi personalidad. “Madurez” no sé bien qué significa.

 

Has afirmado que en este disco están las canciones que tienen que estar. Las mejores. Independientemente del tempo o el estilo. En «Road song DS3», con Lino Portela, llegaste a comentar que si de todas las canciones compuestas, las mejores fueran todas lentas, así habría sido el disco.  ¿Sería esto un síntoma de esa madurez?
Sí, creo que todo se basa en el compromiso que yo tengo con la música. Creo en las canciones por encima de los estilos, y en definitiva, por encima todo. Si una canción es emocionante para mí, va a jugar de titular siempre. Si predominan los medios tiempos o los temas urgentes, es menos importante para mí. Lo más importante y mi máxima siempre, y en «Pólvora» aún más, es que sean canciones emocionantes. Las mejores canciones son las que van a ir en el disco y ellas mismas van a dibujar el estilo del mismo. Yo no estoy pensando en un disco rock o un disco pop, yo estoy pensando en un disco de bonitas canciones.

 

¿Alguien desde fuera sí te ha dicho algo al respecto en algún momento?
No… Carlos Raya, que es una figura muy importante en «Pólvora», me ha dado sabios consejos. Es una de las personas que, desde su perspectiva sobre el equilibrio estilístico de las canciones, me ha ayudado a formar el repertorio de «Pólvora»; y sí es cierto que una opinión de fuera siempre te va a ayudar y en este caso la opinión de Carlos ha sido muy importante para la configuración del repertorio.

 

¿Has sido capaz de ceder y perder en cierto sentido todo el control?
Sí. Repartir responsabilidad con Carlos me ha hecho poder disfrutar de grabar y tocar. Con «Diciembre» tocaba todo, producía… estaba muy pendiente y a final eso me quitaba energía y fuelle para tocar y grabar. Y bueno, no es solo delegar y repartir responsabilidades, es que yo admiro a Carlos. No me ha costado dejarle hueco, sino todo lo contrario. Sabe más que yo y tengo muchas cosas que aprender de él. Ha sido una verdadera gozada trabajar a su lado.

 

¿Por eso decides cambiar la forma de grabar respecto a tu trabajo anterior? Delegas parte del trabajo y además vuelves a grabar en directo.
Sí, hacía muchos años que no grababa en directo. Desde los primeros discos de Pereza no me junto con una banda en una habitación, ponemos micrófonos, tocamos; y lo que sale de esa habitación se convierte en el disco. Ese punto ha sido muy divertido y quizás hace que el disco tenga una mágica imperfección y que «Pólvora» sea especial y diferente a «Diciembre». Además creo que esto lo hace más interesante.

 

Hablando de esa mágica imperfección, ¿te consideras perfeccionista?
Sí. Asquerosamente perfeccionista conmigo mismo. De hecho, con mi trabajo soy un poco terrorista. Afortunadamente he identificado a tiempo que necesitaba a alguien que me ayudara porque sino yo me iba a autodestruir [risas].

 

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«Conforme tienes un público que te sigue, que está contigo y es fiel; sientes el compromiso de estar a la altura de las expectativas. Con esto no quiero decir que no sea libre de hacer la música que quiera y como quiera»

 

¿Crees que la experiencia y el tiempo sobre los escenarios te hacen más responsable de cara al público?
No sé si es responsabilidad. Lo que siento es más compromiso con el público y con la música. Conforme tienes un público que te sigue, que está contigo y es fiel; sientes el compromiso de estar a la altura de las expectativas. Con esto no quiero decir que no sea libre de hacer la música que quiera y como quiera, pero sí que el tiempo me ha hecho tener más compromiso con el público.

 

¿Cuándo te has sentido más libre?, ¿con el primer disco que hiciste o con el último?
Me sentía más inconsciente con el primer disco que hice y me siento más libre con el último.

 

Has afirmado que en este disco querías “protegerte más”. Entiendo que hablas de mostrar menos de ti, ¿por qué?
Sí, bueno, al final hay veces que cuando estás escribiendo una canción y te sale un verso bueno de algo tuyo muy de dentro, piensas “hostia, en este verso me estoy mostrando demasiado”. Pero al final llega la dicotomía de: “vale, hay dos opciones o te muestras demasiado o buscas otro verso que puede ser peor”. Y al final me quedo con ese verso porque probablemente sea mejor.

 

¿No crees que en eso radica el éxito, en aquellos que consiguen abrirse a los demás y hacerles partícipes de lo que les ocurre?
Sí, por supuesto. A mí los músicos que me interesan son aquellos que cuentan cosas que se parecen a mi vida. Una canción de un músico que solo habla de su yate y de sus problemas que tiene en su avión privado, no va a conseguir que me identifique con él. Me identifico con un tío que cuenta cosas parecidas a las que a mí me pasan. Hay que ser muy honesto en la música y en la vida en general; asumir lo que uno es y andar hacia delante.

 

¿Sabes dónde te metes cuándo empiezas una canción?
No te das cuenta… Creo que fue Manolo García el que dijo que cuando haces una canción, la terminas y te preguntan que cómo la has hecho, dices “es imposible que la vuelva a reproducir”. Hay un aliciente de magia que ocurre en la composición, uno no sabe de dónde tira. En mi caso sí es verdad que tiro de un verso o de una melodía, pero la composición tiene un halo de magia que nunca se debe perder. Es emocionante pensar que no sé cómo he hecho «Pólvora». Ahora mismo, si me preguntas “¿cuál ha sido el proceso?”; me lo voy a inventar [risas]. Sé más o menos, me acuerdo de cosas, pero no sé de dónde ha salido.

 

¿Podrías describir cómo surge en ti una de ellas?
Veo una imagen en la que me parece que hay una canción. Por ejemplo, con ‘Terriblemente cruel’, veo un chico buscando en la basura en Buenos Aires. Cuando veo esa imagen sé que me va a llevar a una canción. Entonces le pongo un nombre a esa imagen y digo “eso es terriblemente cruel”. Y a partir de ese título me pongo a tirar y tirar, hago una melodía en la que tenga que aparecer algo que necesariamente sea terriblemente cruel, y a partir de ahí ya no sé cómo se hace [risas], pero se termina.

 

Con Pereza y en solitario, te has mantenido al margen de la fiebre de los festivales. ¿seguirás al margen?
No es una filosofía, de hecho tengo algunos festivales cerrados. Simplemente se trata de encontrar un festival en el que me encuentre muy a gusto. No considero que esté en “tierra de nadie”. Ahora mismo en todos los pueblos de España hay un festival indie. Esto indica que ahora, casi casi, el mainstream está siendo el indie. Y lo cierto es que me encanta que haya festivales indies en cada pueblo porque eso es muy bueno para la música. Es buenísimo que los grupos alternativos sean los que están abanderando la escena musical hoy en día. En mi caso me gusta cuidar en qué festival toco ya que en los festivales desde la prueba de sonido hasta todo lo demás, es todo muy a mata caballo. Pero mi filosofía no es no tocar, todo lo contrario.

 

¿Qué tiene que ocurrir con «Pólvora» para que consideres que has dado un paso más allá respecto a ‘Diciembre’?
Tiene que ocurrir que tenga más trabajo en América. Que mi carrera crezca más en México, Argentina… Conseguir avanzar más allí es lo que me haría pensar que hemos sumado un nuevo triunfo. No porque España esté conquistada, ni mucho menos, queda mucho por conquistar, pero me apetece hacer más trabajo fuera.

 

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