«Qué mejor que brindar con los tuyos y celebrar, además, que el presente guarda una preciosa relación con un pasado ya cicatrizado»
Tras un año y medio de vértigo, Leiva cerró el tour de Cuando te muerdes el labio haciendo un triplete en Madrid, invitando al escenario a Rubén Pozo y acompañado de los hermanos Ferreiro. Al último de los conciertos acudió Arancha Moreno.
Leiva
WiZink Center, Madrid
26 de diciembre de 2023
Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: SHARON LÓPEZ.
Había luna llena cuando Leiva se ajustó el sombrero para salir al escenario del WiZink Center por tercera vez en una semana. Y no era una noche cualquiera. Tocaba despedir Cuando te muerdes el labio, el disco con el que ha estado girando más de un año y medio. Decenas de noches de carretera, hoteles, aviones y viajes a ambos lados del charco. Quizá por eso escogió desplegar las alas por última vez en Madrid, al borde de casa y rodeado de amigos que son, como él dijo, «familia». Qué mejor que brindar con los tuyos y celebrar, además, que el presente guarda una preciosa relación con un pasado ya cicatrizado.
Cicatrices debe haber donde hubo química y disolución en plena ola de éxito. Le ocurrió en 2011 cuando enarbolaba la bandera de Pereza con Rubén Pozo. Muchos años de búsqueda independiente, y pequeñas aproximaciones en los últimos tiempos, han provocado que las viejas heridas se cierren con abrazos y nuevos encuentros. Había gran expectación por el fin de gira, entre otras cosas, porque decidió que Rubén fuese el artista invitado. Y Rubén, visiblemente emocionado, aceptó el envite. Lo siguiente fue demostrar que donde hubo fuego aún saltan chispas y que si ellos no han olvidado todo lo vivido, los de abajo tampoco.
«Leiva conquista el suelo nada más pisarlo, con esa efervescencia de fiesta ambulante que maneja como nadie»
Y aunque era la última gran noche de Leiva, este, generoso, quiso compartir su espacio con la gente que quiere. Primero subió al escenario Ainda, el grupo de la argentina Esmeralda Escalante, y después lo hizo Rubén, nieto de los Stones y de un Chuck Berry al que homenajeó replicando su famoso duck walk. Desplegó un puñado de hits solitarios y perezosos, entre los que nos dejó “Matar al cartero”, “Rucu rucu” o “Pirata”. Y precisamente así, vestido de corsario, nos pellizcó por vez primera recordando la historia de la reina del curso 92, “Margot”.
Cuando desapareció el pirata llegó la caballería. Y no tanto por el sombrero de ala ancha o la cazadora de flecos que portaba Leiva como por el aire wéstern que siempre ha tenido “Sincericidio”. Una canción perfecta para demostrar cómo conquista el suelo nada más pisarlo, con esa efervescencia de fiesta ambulante que maneja como nadie. En cuanto llega, lo hace fácil. El show, el ritmo, la invitación al baile. Lo tiene todo: buenas canciones, una gran banda y una puesta es escena que eleva el espectáculo apostando por las luces y las siluetas. Como ese sol naciente, de aura africano, que bien podría haberse escapado de El Rey León y que asumimos como el comienzo de su reinado, antes de explosionar con la siempre inquietante “Guerra Mundial Z” y la oscura “Lobos”.
No acostumbra Leiva a detener el show, salvo puntualmente para dar las gracias o la bienvenida. Las canciones se presentan solas, como una ristra de puñaladas directas al pecho. Nos sacude “La lluvia en los zapatos” antes de que la pantalla se dedique a generar lo que viene, o sea, “Infinitos”. Y después, el guiño a “Breaking bad”. Cuando uno contempla los miles de brazos levantados en la pista del WiZink entiende mejor ese vértigo que debe provocar perder el anonimato.
«Las canciones se presentan solas, como una ristra de puñaladas directas al pecho»
Dice Leiva que, después de tantísimas noches, la de hoy probablemente sea «la más especial», que va a echar el resto y va a disfrutar cada gesto, cada nota, cada instante. Porque mañana se habrá acabado «por un tiempito». Despacha “Stranger things” a dúo con una Esmeralda Escalante, que le ha acompañado en las voces de esta gira, haciendo equipo, y “Terriblemente cruel” suena, cómo no, a un tremendo himno de estadio que podía sacudir el River Plate de su querido Baires. Un rato después soltará la guitarra para marcarse un bailecito funk mientras suena el inicio de “Flecha” y escucharemos “Histéricos” contemplando un precioso contraluz en blanco y negro, solo roto desde la grada por una nube de humo, con olor a porro, que sale de un hormiguero cercano. Qué bonita suena la trompeta que abre “Godzilla”, qué bien la sostiene. Tan bien como el hermanísimo Juancho, vitoreado a rabiar cuando el protagonista presenta a su banda, que completan César Pop a los teclados, Luismi Romero a la percusión, José Bruno a la batería, Tuli al saxo, Gato Charro a la trompeta, Manuel Mejías al bajo y Esmeralda Escalante a las voces.
Pasan las canciones y llegan las sorpresas. Los que lamentamos ver que los Ferreiro habían sido el regalo navideño, pensando que no repetirían al día siguiente, nos llevamos una alegría al ver a Iván y Amaro saltando al escenario, abrazando a Leiva y defendiendo un “Turnedo” tan épico como juguetón, entrelazado con muchas otras canciones, muchas otras trincheras. En dos semanas, el 13 de enero, ellos pisarán también el WiZink. No es nada fácil remontar un momento así, admite Leiva, que decide hacerlo de la manera más valiente posible: quedándose solo con la guitarra para interpretar “Vis a vis”. En apenas unos segundos, logra apagar el rugido de un pabellón para concentrar ojos y oídos en sus seis cuerdas, como si estuviera a solas en su habitación dándole forma a una canción nueva. Como si nadie le estuviera mirando, invitando al público a dejar el móvil un momento en el bolsillo. Antes de que la canción se diluya por completo, reaparece la banda para tocar la goyesca “La llamada” y anunciar el momento más esperado de la noche. Doce años después de una separación que muchos no entendieron, como dice Leiva, ellos saben que fue lo mejor y ahora pueden resucitar a la banda porque, individualmente, también están vivos, curados y unidos.
«Quiero mucho a este cabrón», le espeta Rubén Pozo a su viejo compañero, que le ha hecho el mejor regalo de Navidad de su vida y le invita a cantar “Madrid”, tratando de dar lo mejor tras una estocada de neumonía que ha tenido hace solo unos días. Y otra explosión de nostalgia en el pecho al sonar “Pienso en aquella tarde”, “Cómo lo tienes tú” coleando con “Hey Jude” y la “Estrella polar” que César Pop imaginó en un taxi. De pronto, los que nacimos en los ochenta vemos pasar nuestra vida en un tráiler, con Pereza colándose en los viajes en coche y en cada disco de varios que nos grabábamos los unos a los otros en 2005. Ahí están, jugando a ser, como cantaban entonces, “el puto amo, Rubén, el puto amo, y el puto amo, Leiva, el puto amo”.
Aún toca reponerse de nuevo para los bises, con esa invitación a beberse la vida de un trago que es “Como si fueras a morir mañana”. Otro himno del tipo que se odia en el espejo, que exorciza sus miedos y sus comeduras de tarro para transformarlos no ya en un diario, sino en una épica colectiva que le cura los temores, las inseguridades, las caídas. Un conjuro que recita el público desde el principio hasta la traca final, para la que guarda “Princesas” y un último hit para el que invita a salir a toda la «pandilla». El broche de oro lo pone un “Lady Madrid” que es todo abrazos, besos y picos entre los Pereza, los Ferreiro y el resto de la banda. Cuánto amor en el escenario, cuánto disfrute con los viejos tiempos, cuánto pasado y cuantísimo presente. Abandonamos el WiZink tarareando «la estrella de los tejados» y recordando aquellos maravillosos años, cuando los gatos andábamos colgados con Pereza y Los Piratas y la vida estaba todavía completamente por escribir.
«Cuánto amor en el escenario, cuánto disfrute con los viejos tiempos, cuánto pasado y cuantísimo presente»
Repertorio:
Sincericidio
Guerra mundial Z
Lobos
La lluvia en los zapatos
Infinitos
Breaking Bad
Premio de consolación
Stranger Things
Terriblemente cruel
Superpoderes
Flecha
Histéricos
Godzilla
Turnedo
Vis a vis
La llamada
Madrid
Pienso en aquella tarde
Como lo tienes tú
Estrella polar
Bises:
No te preocupes por mí
Como si fueras a morir mañana
Princesas
Lady Madrid