Las ventanas de mi alma, de Luz Casal

Autor:

DISCOS

«De nuevo un clásico y de actualidad, explorando nuevos sonidos. De nuevo emocionante»

 

Luz Casal
Las ventanas de mi alma
Universal, 2023

 


Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Cada nuevo disco de Luz Casal reconforta antes de escucharlo porque sabemos que va a dotarnos de una docena de canciones más que llevar a nuestro acervo. Melodías, arreglos y letras que encandilan van a apuntalar un poco más la soberbia carrera de la cantante gallega. No hay tacha, la única posible es que podría salirse un tanto del estilo que vuelve a reiterar disco tras disco; pero como nadie hay en el país que parezca acoger ese estilo y Luz lo lleva a la perfección, tampoco hace falta que innove. Innovar está bien para el que busca su camino, no para el que lo ha encontrado. Aunque lo hace, en parte, en “A ciegas”, con un inicio de sintetizador más duro de lo habitual, que se alía con molduras y trenzados de fondos clásicos. Quizá también en “Las ventanas de mi alma”, con un principio de guitarra flamenca bajo los dedos de Paco Salazar, donde encontramos la voz de la cantante con quejido y el alma de los boleros que tan bien se le dan. Es la primera canción, se inicia bien, creíble y magnética.

Las dos rengleras, pues, por las que Luz Casal transita son el sendero del rock y el camino sentimental de lo latino, a grandes rasgos. En el primero, encontramos “La inocencia”, con esa dureza que atesoraba en algunas canciones de sus primeros tiempos y que atiende a la búsqueda de una nueva vida, o “Antes que tú” —un resumen de toda su carrera—, cortesía de la guitarra de Ovidi Tormo, que también la ha puesto al servicio de Ariel Rot o Leiva, y una frenética batería de Tino di Geraldo.

La parte sofisticada tiene su extremo en “Suave es la noche”, terciopelo selecto con un emocionante final de saxo, que viene a ser el estilo propio, el más valorado, de la cantante gallega. De vez en cuando se agradece que rompa con la balada que está hecha para ella y que no duda en ajustar siempre a su molde. Aquí lo hace con una cierta animación tropical. También posee esta estructura “Quizás”, compuesta al alimón con Pablo Sycet que, desde hace tiempo, bascula entre la ayuda al entorno de Alaska y al de Luz Casal. “Quizás” es un perfecto bolero que termina también con decorados bailables y sofisticados.

En las letras es el elepé más íntimo y personal de la cantante gallega, y alcanza cotas altas de familiaridad en “Hola, qué tal”, un recorrido por las llamadas de desconocidos que recibía durante el confinamiento. No todo es angustia: acaba con dejes de rumba y es un animoso manual de empatía, de cuando nos apoyábamos los unos a los otros como naipes en un castillo. Conectada con ella está “Dame tu mano”, donde la ayuda ha de buscar salida en los sentimientos y ha de hacerlo de manera angélica.

Sentimientos que también despuntan, y mucho, en “Estaba escrito”, una preciosa historia de amor que germina en dos niños que pierden el contacto, pero que, años después, se reencuentran. Y que se vuelven dramáticos en “Duele”, la primera canción escrita tras la muerte de su madre. Ahora, si hay una canción que resulta sorprendente es “Un poco más de amor”. Está compuesta junto a Carmen Santonja e iba a entrar en A contraluz, pero la dureza de su letra hizo que Luz la descartara. Ahora, con la guerra de Ucrania, resulta tan demoledora como hace dos décadas.

Hacía cinco años —desde Qué corra el aire— que Luz no editaba un disco, y la producción de Paco Salazar y Paco Trinidad —históricos— sabe resolver ahora perfectamente este decimosexto de su carrera. De nuevo un clásico y de actualidad, explorando nuevos sonidos. De nuevo emocionante.

Anterior crítica de discos: Entre amigos (reedición 40º aniversario), de Luis Eduardo Aute.

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