Las nuevas orillas de Glen Hansard

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“Transmiten, de la manera más fiel hasta ahora, la extraordinaria atmósfera que se crea en esos conciertos en los que es absolutamente libre”

 

Hace unos días vio la luz “Between two shores”, el tercer disco en solitario de Glen Hansard tras su etapa en The Frames. Marta Sanz recorre este nuevo trabajo, de punta a punta, para descubrir las nuevas orillas del músico irlandés.

 

Texto: MARTA SANZ.

 

A pesar de que no deja un cabo suelto, hay algo en el último trabajo de Glen Hansard que sabe a historia incompleta, como si tras la última canción se pudieran adivinar tres puntos suspensivos. “Between two shores”, el tercer disco de estudio del músico irlandés, se gestó casi por casualidad, cuando hace un año viajó hasta Francia, y se encerró en los estudios Black Box con David Odlum, con el que compartió más de una década de éxito en The Frames. Odlum, exitoso productor en la actualidad, podría haber tirado de Hansard hacia el pasado. Sin embargo, esas intensas sesiones de grabación y búsqueda de sonido separaron a Hansard de todo lo que ha sido hasta adivinarse un prometedor paso hacia delante.

Las diez composiciones que conforman el nuevo álbum suenan diferentes, y con razón, ya que han sido producidas por su autor por primera vez en su carrera. Quizá por eso transmiten, de la manera más fiel hasta ahora, la extraordinaria atmósfera que se crea en esos conciertos en los que es absolutamente libre. Hablo, por ejemplo, de sus maravillosas noches en el Vicar Street de Dublín, con recitales que pueden alargarse durante horas y donde las canciones parecen contarse por primera vez. “Between two shores” guarda tanto su esencia que arranca con ‘Roll on slow’, una pieza perfecta para abrir una velada de música en directo. Arropada por la infaltable sección de vientos que le acompaña en los últimos años en sus giras, este rock intenso tiene tanta vida que parece que incluso de su grabación va a desgarrarse un improvisado bullicio instrumental en cualquier momento, de la mano de sus acólitos habituales sobre las tablas y que le acompañaron también en el estudio, los tres puntos cardinales que tantas veces le han completado: Graham Hopkins, Joseph Doyle y Rob Bochnik. Sin embargo, no es un tema representativo del trabajo que encabeza, cargado de temas reposados que lo suceden, entre los que solo sobresale ‘Wheels on fire’, un poderoso reproche al orden impuesto ante el que Hansard no tiene intención de plegarse. El ritmo, implacable, hace de esta composición un golpe sobre la mesa, y acumula toda la fuerza habitual en el discurso del músico.

 

 

Y hasta aquí, la fortaleza, porque el resto de temas están plagados de una hermosa vulnerabilidad desde la que desgarra las letras más desnudas, los ruegos más verdaderos. Letras que canta con los ojos cerrados, como ‘Why woman’, con frases rasas y repetidas, como el que no sabe qué decir, pero transmite una tristeza infinita. Y tras ella la reflexión sencilla de ‘Wreckless heart’, que parece haberse colado por casualidad, pero que enriquecen, de nuevo, los metales hasta un nivel digno del músico irlandés. Estas dos partes de una historia que parece cerrar la aceptación de ‘Lucky man’, que no sonaría extraña en la voz de Van Morrison, y que empieza a alumbrar cierto optimismo al que no quiere escapar.

Cuenta la nota de prensa que fue la sexta del repertorio, ‘Setting forth’, la que le llevó hasta el sonido que quería encontrar, aunque podría haber albergado perfectamente cualquiera de sus anteriores trabajos. Es una de esas canciones que parece un tren en marcha, escrita para escucharla con la mirada perdida en una ventanilla, que esconde incluso el traqueteo entre sus acordes. También es un Hansard muy reconocible el que canta ‘Your heart’s not in it’, desde donde podemos ver al hombre incansable que quiere seguir hacia delante.

Hay, entre las canciones llenas de futuro, una que ya le ha acompañado muchos años de gira, pero que aún no había encontrado su hueco en un disco de estudio. Y la espera ha merecido la pena, porque ‘Moving on’, maravillosa y sencilla, vestida de prodigiosa guitarra y voz rasgada, llena de luz este sombrío recorrido al que hemos sido invitados, el más íntimo de Glen Hansard. Pero como en sus conciertos, la despedida siempre es alegre, y por eso cierra el disco ‘Time will be the healer’, brillante, aullido esperanzador con el que el músico parece vaciarse y volver a recuperar la vida.

 

 

“Between two shores” es un disco inmenso, de escucha pausada, no necesariamente en bucle, o en bloque, pero de pequeñas joyas que sí pueden ser perfectas compañeras de largo recorrido. Debe su nombre y parte de su repertorio a esa proeza que el músico irlandés, junto a otros artistas de su país, culminaron en el verano de 2016, cuando en una pequeña barca y con la única fuerza de sus brazos remaron desde Irlanda hasta nuestras costas, para llevar a cabo el llamado “Camino por mar”. Poco después volvió solo, con poco más de una guitarra, para hacer una gira primaveral en ciudades como Granada, Oviedo o Ferrol. Ahora esperamos su llegada para que presente este maravilloso trabajo. Y si es posible, con toda esa prodigiosa banda que le acompaña en los conciertos de Vicar Street y que engrandecen aún más sus canciones. Un reto difícil.

 

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