«Un mes tardó Dean en completar la cubierta, dedicándole más de doscientas horas. Dibujó todo a lápiz y luego lo coloreó con tinta y acuarelas para conseguir mayor relieve y efecto dramático en el paisaje»
El nombre de Roger Dean, en los setenta, estaba unido al progresivo, y la máxima expresión del sonido fue el grupo Yes, a los que les realizó todas las cubiertas. Esta es la historia de su disco más legendario: un doble de solo cuatro canciones.
Una sección de XAVIER VALIÑO.
Diseñador e ilustrador: Roger Dean.
Fecha de edición: 14 de diciembre de 1973.
Discográfica: Atlantic.
Un disco doble con cuatro canciones, una por cada cara. Cada una de estas suites superaba los veinte minutos. En ella, los cinco músicos mostraban sin reparos su virtuosismo, hasta tal punto que seguramente Gustav Mahler hubiera envidiado sus habilidades. Por si fuera poco, las letras de los cuatro temas partían de textos sánscritos y las palabras estaban minuciosamente seleccionadas por su sonido más que por su significado. Faltaban aún al menos tres años para que pareciese excesivo. Hoy se tiene otro concepto de discos como este, pero entonces era lo más avanzado a lo que el rock podía llegar, lo que se llamó el rock progresivo, con todas sus virtudes y defectos.
Pocos grupos como Yes se identifican con tanta propiedad con aquel estilo. Pocos discos están tan relacionados con él como «Tales from the topographic oceans», un título (Cuentos de los océanos topográficos) que sin saber nada de sus responsables o de su sonido, cualquiera puede intuir que su contenido no es precisamente asunto de fácil digestión. Y pocos artistas tienen un imaginario más directamente relacionado con todo aquello como Roger Dean, el autor de su portada.
Roger Dean había nacido en Kent en 1944. Su padre era un ingeniero del Ejército Británico, así que el chaval pasó la mayor parte de su infancia en bases de aquel país repartidas por Chipre, Hong Kong o Grecia, conociendo culturas y paisajes muy distintos. Tras licenciarse en Diseño Industrial por la Universidad de Canterbury, completó sus estudios matriculándose en Diseño de Interiores, lo que le sirvió para diseñar viviendas como las que vende en su propia web.
Uno de sus primeros trabajos en 1969 consistió precisamente en decorar el interior de la planta superior del conocido club londinense Ronnie’s Scott Jazz, donde se situaban las mesas y los sofás. Allí conoció a Jim Parsons, mánager del grupo Gun (que tuvo entre sus componentes a un tal Jon Anderson) y quien le pidió que diseñara la portada del álbum de debut de aquella banda. Al año siguiente, Richard Branson le encargó que diseñara el primer logotipo de su discográfica Virgin, curiosamente la misma que editaría más adelante los discos de Sex Pistols, el grupo asociado al movimiento punk que pondría en entredicho el trabajo de gran parte de los grupos con los que Dean se había asociado anteriormente.
Su ilustración para la portada del disco de debut del grupo africano Osibisa, en el que destacan varios mamuts volando, fue la que llamó la atención del ejecutivo del sello Atlantic Phil Carson, quien lo puso en contacto con la banda Yes. Ahí estaba ya todo lo que Dean perfeccionaría en los discos del quinteto a lo largo de buena parte de su carrera, empezando por su cuarto disco «Fragile» (1972), y continuando con la etapa más clásica de Yes, la que le daría mayor reconocimiento: «Close to the edge» (1972), «Yessongs» (1973), «Tales from the topographic oceans» (1973), «Relayer» (1974), «Yesterdays» (1974) y «Going for the one» (1979). A él también se le debe el logotipo del grupo en forma de lazo celta de tipografía psicodélica.
Su estilo ilustrativo parte de recreaciones de motivos fantásticos que, en ocasiones, también incluyen elementos futuristas como extraterrestres, monstruos fabulosos y naves espaciales. No obstante, el motivo más recurrente en su trabajo son vistas panorámicas de paisajes que recuerdan a la Tierra Media de Tolkien. Su influencia más clara serían ilustradores infantiles del Modernismo como Arthur Rackham o Edmund Dulac, aunque Dean condimentó todo ello con una imaginería psicodélica propia de la época.
Su cuarta colaboración con Yes iba a titularse en un principio «Tales from the turbographic oceans» (Cuentos de los océanos turbográficos), probablemente inspirado en el libro «Cuentos de imaginación y misterio» de Edgar Allan Poe. Sin embargo, Phil Carson comentó que le sonaba como «océanos topográficos». A su cantante, Jon Anderson, le gustó más esa variación del original, así que lo cambiaron inmediatamente. Según el cantante de Yes, este nuevo título tenía más que ver con su contenido, cuatro canciones que ilustraban la Verdad, el Conocimiento, la Cultura y la Libertad.
Estos cuatro conceptos los había conocido Anderson a través del libro «Autobiografía de un yogui», escrito por el gurú hindú Paramahansa Yogananda, fundador de la Self Realization Fellowship (Asociación para la Autorrealización). En él se refiere a las Escrituras Sánscritas, que durante siglos fueron consideradas como fuente de conocimiento especializado en materias como física, química o biología.
La obra había encontrado su primer contacto con el mundo de la música en 1964, cuando el peluquero de Elvis Presley, Larry Geller, se lo había dado al rey del rock, despertando sus intereses espirituales. Tres años después, The Beatles sintieron una llamada muy parecida, llegando a visitar la India. Unos años más tarde, Jamie Muir, percusionista de King Crimson, le dio una copia a Jon Anderson en la boda de Bill Bruford, quien tocaba el mismo instrumento en Yes. Se convirtió en el centro de su vida espiritual y decidió que el contenido del siguiente disco de su banda se basaría en aquellos rituales antiguos.
La segunda publicación crucial para esta carátula sería «Nueva visión sobre la Atlántida», libro de John Mitchell en el que especula sobre un nexo común entre lugares sagrados de la Antigüedad y sus precisas alineaciones y sistemas matemáticos, como Glastonbury Tor, Averbury [en la foto] o Stonehenge en el Reino Unido, la Gran Pirámide de Keops en Egipto o el templo maya de Chichen Itzá en la Península de Yucatán, México. Según el autor, ese hilo se remontaría a la civilización perdida de la Atlántida.
Roger Dean quería que sus trabajos para Yes tuviesen también un código o motivo común que trazase líneas que conectasen unas portadas con otras. Sin embargo, en este caso la idea para la cubierta no fue solo suya, a diferencia de los discos que había hecho previamente con Yes. Hasta entonces, Dean había tenido una idea, la había desarrollado, se la había presentado al grupo y la había llevado a cabo sin más.
Antes de realizar esta cubierta, Dean tuvo la oportunidad de compartir un largo vuelo con el grupo de Londres a Tokio, con una escala en Alaska. La primera etapa de aquel viaje se mantuvieron totalmente en silencio, después de probar una tarta casera con hachís que alguien del grupo había conseguido colar a bordo. En la segunda parte, Dean se enfrascó en una larga y detallada conversación con Jon Anderson a partir del libro de John Mitchell y de las panorámicas que podían contemplar desde la aeronave, con paisajes muy diversos.
Aquellas vistas causaron profunda mella en ellos y decidieron que ese entusiasmo recién descubierto tenía que tener reflejo visual en el próximo álbum de Yes. “Los paisajes siempre han sido mi principal motivo de inspiración”, aseguró Dean, “y siempre me he considerado en primer lugar como un pintor paisajístico. En «Tales from the topographic oceans» traté de plasmar aquel interés que Jon Anderson también compartía”.
Poco después, Dean empezaba a plasmar su idea. Aunque a simple vista parece una mezcla incongruente de elementos, tiene toda una explicación detrás y, sobre todo, un efecto rotundo para quien la contempla. Comenzó tomando como referentes formas geológicas reales. “No hay nada en ese portada que me haya inventado. Todo lo que hay ahí es la representación de algo real. El templo maya es el más obvio, pero todas las otras rocas existen. La que está a la izquierda se encuentra en Avebury y sale continuamente en las revistas. Lo fascinante es que todas las fotografías con las que me he cruzado se han tomado desde el mismo punto de vista que yo la pinté. La cascada está en Yorkshire. La verdad es que te podría llevar a ver cada una de esas piedras”.
Además de Avebury, en Wilshire, Dean incluyó formaciones rocosas tomadas de postales, como Last Rocks en Land’s End (Cornwall), a la que añadió un petroglifo navajo tallado en la piedra, Brimham Rocks en Yorkshire, Logan Rock en Treen (Escocia) y un monolito tomado de Stonehenge. Además, a petición de Jon Anderson, incorporó el templo de Chichen Itzá y, tras solicitárselo el baterista Alan White, dibujó también a los pies del templo una representación de las líneas de Nazca (Perú). En ellas parece leerse la palabra ‘step’ (‘peldaño’), lo que haría referencia a un zigurat o pirámide escalonada.
En la ilustración Dean incluyó también los signos del zodíaco de cada uno de los cinco componentes del grupo en las constelaciones del Cielo. Además, aparece una especie de pez prehistórico detrás de la roca principal y el fósil de un pez con patas en otra de las piedras. Por último, cuatro salmones y un celacanto (en el que algunos quisieron ver representado a Rick Wakeman, el teclista de la banda) parecen nadar en un haz de agua flotando sobre el desierto, iluminados por el sol que se eleva por encima de la pirámide maya.
Como se trataba de una imagen que cubría toda la portada desplegable y la única parte visible en las tiendas de discos sería la frontal, Dean hizo un dibujo que reclamara la atención del comprador de dos formas distintas: cuando simplemente se viera la parte delantera, el templo al fondo sería el centro, y si se contemplaba en su totalidad, el foco descansaría sobre la roca con la cascada.
Un mes tardó Dean en completar la cubierta, dedicándole más de doscientas horas. Dibujó todo a lápiz y luego lo coloreó con tinta y acuarelas para conseguir mayor relieve y efecto dramático en el paisaje. Por desgracia, los colores se fueron diluyendo, perdiendo su matiz y su tinte, así que tuvo que repintarlos. Tampoco logró evitar la degradación, con lo que acabó haciéndolo con acrílicos.
Aunque a Roger Dean siempre le gustaron más sus trabajos para Yes en «Close to the edge», «Yessongs» y «Relayer», Jon Anderson alabó la portada de este álbum desde el primer momento. “En aquella época le enviábamos maquetas de nuestras canciones para que se inspirase. Siempre adoré su estilo. Forma parte, en gran medida, de nuestro universo visual”.
Por mucho que se identifique con el rock progresivo, a Dean le llegaron encargos de bandas y estilos diferentes, llegando a trabajar incluso para el sello Motown, en concreto la cubierta del recopilatorio «Motown charbusters Vol. 6». Hoy puede parecer que sus diseños hayan quedado superados, pero hubo un momento en que Roger Dean era el rey del mundo en lo que al diseño de portadas se refiere. La misma sensación sintió años después el director James Cameron al ganar el Óscar por «Titanic». La relación no se acaba ahí y se extiende a otra de sus películas. Jon Anderson lo tiene claro: “Vean ‘Avatar’ [en la foto]. Todo Roger Dean está ahí”.
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Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: The Chemical Brothers, “Surrender”.