«Ha pasado de ser el niño retratado en las portadas de U2 a ser quien retrata al grupo, cerrando el círculo que se había iniciado treinta y dos años atrás»
El niño que apareció en la portada de «War» y en algunas más de U2, ha protagonizado una increíble historia que, décadas después, le ha unido de nuevo al grupo. Xavier Valiño nos la cuenta.
Una sección de XAVIER VALIÑO.
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Diseño: RX.
Fotografía: Ian Finlay.
Fecha de edición: 28 de febrero de 1983.
Discográfica: Island.
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No es difícil entender por qué U2, entre cientos, miles de bandas, ha llegado a ser una de las más exitosas de la historia del rock. Probablemente para todos aquellos que rodeaban al cuarteto en sus inicios dublineses aventurarlo entonces hubiera sido una temeridad, pero el grupo tuvo bien claro desde sus inicios todo aquello que les rodeaba. Aquella determinación, aquella confianza, aquella seguridad en sí mismos cuando aún no habían cumplido los veinte años, era algo extraordinario. La portada de su álbum de debut es el ejemplo perfecto.
Poco antes de editar su primer disco, U2 ya había publicado un epé y tres singles. El primero, «Three», era un epé de tirada limitada a mil copias y compuesto por tres canciones elegidas por los oyentes de un programa de radio irlandés dirigido por Dave Fanning de entre aquellas que formaban parte de su incipiente repertorio. En la cara A aparecía ‘Out of control’, mientras que en su reverso se hallaban ‘Stories for boys’ y ‘Boy-girl’.
Acorde con los títulos de los tres cortes, la portada mostraba a un niño en tres poses: en la que representaba a ‘Out of control’, la que ocupaba la imagen central e identificada con un cuadrado, se podía ver a este chaval con una expresión desafiante y el labio superior pintado de rojo; en ‘Stories for boys’, distinguida con un triángulo colocado hacia abajo, aparecía con un sombrero vaquero en su cabeza; por último, en ‘Boy-girl’, emparejada con un círculo, se encontraba mirando a una niña sonriente.
La relación con su contenido era clara pero, ¿quién era aquel chaval? Pocos conocían su identidad entonces, aunque con el tiempo acabó por descubrirse. Se trataba de Peter Rowan [en la foto, con el grupo], hermano de Guggi (Derek Rowan), uno de los dos líderes y fundadores del grupo irlandés The Virgin Prunes junto a Gavin Friday. Él y su hermano vivían en la misma calle que Bono.
Tanto Guggi como Friday habían formado años antes junto a Bono, el cantante de U2, una pandilla juvenil en Dublín llamada Lypton Village. Los tres estaban tan unidos que el apodo de Bono (de nombre real Paul David Hewson) se lo habían puesto sus dos amigos tras descubrir un audífono con el nombre de Bono Vox en una tienda de la calle comercial Mary Street de Dublín.
Tres singles siguieron a aquel epé, antes de la edición de su primer álbum: ‘Another day’, ’11 O’clock tick tock’ y ‘A day without me’. Los diseños de sus carátulas incorporaban elementos distintos. Sin embargo, cuando en octubre de 1980 aparecía por fin su debut en larga duración, titulado «Boy», aquel chaval era de nuevo el protagonista de su portada. Se puede decir que el mundo lo descubría entonces por primera vez, ya que el primer epé había tenido una circulación muy limitada.
En aquel momento, Peter Rowan contaba seis años, y el retrato que le tomaron, en el que mira fijamente a la cámara, con una cierta sensación de desamparo, hace referencia a una pose similar de Jim Morrison, tal vez la más conocida del líder de The Doors. Aquella icónica imagen, titulada «American poet» y realizada por Joel Brodsky, en la que Morrison posa con el torso desnudo y los brazos en cruz como Jesucristo, aparecía en la portada de «The best of the Doors».
La idea partió de Bono y contó con la fotografía de Hugh McGuinness, en un retrato simple, como todos lo que vendrían detrás con el mismo protagonista, pero cargados de fuerza. U2 quería que el disco se titulase «Boy» y sabía que una de aquellas imágenes del chico tenía que ser la portada. Con los retratos fueron a visitar al diseñador Steve Averill, quien había formado parte del grupo dublinés The Radiators from Space y era, además, amigo de la familia del bajista Adam Clayton.
Al igual que buena parte de los colaboradores de U2, tanto Hugh McGuinness como Steve Averill han seguido unidos al grupo durante los treinta y cinco años de trayectoria de la banda irlandesa, colaborando con ellos en varias ocasiones, algo nada extraño en el entorno de la banda, que mantiene aún sus cuatro componentes originales y sigue con el mismo mánager desde el primer día.
El diseño de ese primer álbum refleja claramente la seguridad de los casi adolescentes cuatro componentes de U2. Desde un principio quedó claro que no querían aparecer en la portada, a pesar de la insistencia de su compañía. Según Adam Clayton, “fue idea de Bono, en parte para que no se viese lo jóvenes que éramos y por otro lado para que no nos vendieran como un grupo de pop”.
Además, el cuarteto sabía muy bien qué es lo quería, y ni siquiera pusieron el título del disco en la cubierta. Aquella intrigante imagen del niño les pareció suficiente carta de presentación. “Pensaban cada una de las cosas que hacían”, aseguró el diseñador Steve Averill. “No iban a consentir cualquier idea que les dieses y cogerla añadiéndole una pizca de sal. Si les proponías algo, aceptaban alguna cosa y rechazaban otras, lo que les hacía bastante diferentes del resto. Pensaban que iban a ser el grupo más grande del mundo. Lo mismo piensan todos, aunque no deja de ser extraño haber acabado trabajando con uno que lo logró”.
En los Estados Unidos la imagen de la portada de «Boy» fue sustituida por una imagen borrosa de la fotógrafa Sandy Porter con los retratos de los cuatro componentes de la banda, ya que su discográfica en aquel país temía que el grupo fuera acusado de pedofilia. “Éramos tan ingenuos que ni se nos había ocurrido que podía suceder algo así”, aseguró Clayton. “Solo éramos una panda de jóvenes de Dublín con diecinueve años. Ni siquiera sabíamos qué era la pedofilia”. Hasta la reedición remasterizada de 2008 no se corrigió tal desaguisado en aquel país.
En octubre del mismo año, 1980, un cuarto single extraído del álbum (‘I will follow’) mostraba de nuevo a Peter Rowen en otra imagen en blanco y negro, sin camiseta y tocando el hombro con su boca abierta, que coincidía con la que había aparecido en la contraportada de «Boy». No sería la última vez que el chico aparecería en las portadas de U2, convirtiéndose en una imagen de marca recurrente del grupo a lo largo de los años.
La más recordada es la portada de su tercer álbum, «War», hecha cuando Rowen tenía ocho años. El grupo decidió volver a utilizarlo para comprobar cómo había cambiado su apariencia, qué había sucedido en su vida. En este caso, su inocencia parece haberse esfumado, mientras que su mirada es más agresiva, más desafiante y, por lo tanto, más relacionada con el título del disco, «Guerra». Si a alguien le había pasado desapercibido su protagonista en sus anteriores tres apariciones en discos del grupo, ahora ya era toda una presencia rotunda y definitivamente intrigante.
El equipo de diseño RX y el fotógrafo Ian Finlay se inspiraron en las fotografías de niños judíos que los nazis habían llevado a los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Sobre un fondo formado por una pared de ladrillos aparece el retrato de Rowen, reproduciendo la imagen de su debut pero con una expresión más enojada. Por su parte, el nombre del grupo y el título del álbum aparecen en grandes letras rojas dispuestas en el lateral izquierdo de la carátula.
Según la explicación de Bono, “al titular el disco así le estábamos dando una bofetada en la cara de la gente y, al mismo tiempo, nos alejábamos de la imagen amable que se tenía de U2. En lugar de poner tanques y armas en la portada, colocamos la cara de un niño. La guerra también puede ser una cosa mental, una cosa emocional entre quienes se aman. No tiene que ser algo físico”.
Tres de los singles de aquel álbum contaban también con el chaval en su cubierta. ‘Sunday bloody sunday’ y ‘Two hearts beat as one’ llevaban la misma imagen del álbum, aunque tomada a una mayor distancia, mientras que en ‘New year’s day’ aparecía agarrado al palo de lo que podría ser el mástil de una bandera con una expresión de disgusto o desconcierto.
Quince años tardaría el grupo en volver a utilizar una imagen de aquellas sesiones. En el single ‘The sweetest thing’ (octubre de 1998) el chaval de cinco años de la portada de «Boy» hacía su reaparición, en esta ocasión con su cara cubierta por una máscara de gas. El álbum que contenía esa canción inédita, el recopilatorio «The best of 1980-1990» (noviembre de 1998), recuperaba un retrato de Rowen descartado para la portada de «War», en el que se le veía con un casco militar. Según Bono, “se trataba de una gran fotografía, pero no fue usada en ‘War’ porque no tenía la emoción que buscábamos entonces”.
Su última aparición hasta el momento ha sido en «Early demos», un epé que acompañaba la caja «The complete U2» (noviembre de 2004), en el que se incluían las canciones ‘Street missions’, ‘Shadows and tall trees (Demo)’ y ‘The fool’. En su portada se podía ver al Peter Rowen de la época de «Boy» aunque en esta ocasión con la cara pintada, de nuevo sobre un fondo blanco y con el torso desnudo.
Curiosamente, hay otra imagen en la que él parece ser nuevamente el protagonista, pero nunca ha habido una confirmación oficial. Se trata del disco «B-sides», que aparecía en algunas copias de la edición limitada de «The best of 1980-1990» (noviembre de 1998). En este caso, el chaval parece haber sido fotografiado desde su espalda mientras posaba para la portada del single ‘I will follow’. Sin embargo, aquí el color de su cabello más oscuro apunta a que podría haberse hecho con otro niño buscando precisamente reproducir el reverso de aquella cubierta.
Peter Rowen [en la foto] cuenta hoy treinta y nueve años. Para él, participar en la portada de «Boy» no significó nada especial, aunque recuerda que pudo faltar al colegio un día y que, además de lo que pagaron a sus padres, él pudo atiborrarse de chocolatinas mientras realizaban la sesión. En cuanto a la portada de «War» todo lo que recuerda es que, tras la sesión, Bono lo llevó de vuelta a casa desde Dun Laoighaire (un suburbio costero de Dublín donde vivía el fotógrafo) y casi se estrella al estar enfrascado el cantante en una conversación con otro de los ocupantes del vehículo.
“Es cierto que soy más famoso por esas fotografías que por cualquier otra cosa que haya hecho desde entonces”, ha declarado en varias ocasiones. Por suerte, Rowen no está traumatizado como el protagonista de la carátula del disco de Nirvana «Nevermind», Spencer Elden, a quien todo el mundo conoce por una fotografía hecha cuando era un bebé en la que aparece desnudo.
Tras participar en aquellas portadas, Rowen fue expulsado del colegio a los quince años. En ese momento, un productor sueco lo descubrió en el vídeo de la canción de U2 ‘Two hearts beat as one’ y viajó hasta Dublín para ficharlo para una superproducción cinematográfica. Como resultado, Rowen buscó un agente, asistió a clases de interpretación y participó en anuncios de varias compañías como Fanta, así como haciendo pequeños papeles en las películas «The Commitments» (el tímido patinador) o «Café irlandés» (como Sonny Curley).
Después se fue alejando de aquel mundo en el que se había iniciado años atrás gracias a la banda irlandesa. Su creciente pasión por el monopatín le llevó a contar con varios patrocinadores y ganar trofeos en distintas competiciones, llegando a ser el campeón irlandés de esa disciplina. Tras retirarse, abrió la tienda Pete Skate en Dublín.
Al poco tiempo, empezó a compaginar su trabajo con el de asistente de un conocido fotógrafo de la ciudad, hasta que en 1996 montó su propio negocio. En una ocasión, vivió una anécdota curiosa. Lo enviaron a retratar a un conocido juez irlandés y acabaron charlando de su cámara Hasselblad. Tras seguir profundizando en la conversación, descubrió que se trataba de Ian Finlay, el autor de la instantánea para la portada de «War». Casi tres décadas después, con Finlay retirado de la fotografía y convertido en magistrado, los papeles se invertían: el retratado en aquella portada era ahora quien disparaba la cámara, mientras que el fotógrafo de entonces había pasado a ser el protagonista de la sesión.
Aunque está especializado en fotografía de bodas y ceremonias, en el 2001 Rowen cubrió un concierto de U2 en el Castillo Slane de Dublín para la revista «The Irish Times». Sin que el grupo lo supiera ni lo reconociera, estuvo retratándolos desde el foso delante del escenario. Meses después, The Edge, el guitarrista de la banda, vio aquellas fotografías y quedó gratamente impresionado.
A raíz de ello, el grupo invitó a Peter a acompañarles en tres de las ciudades por las que pasó la gira U2 360: Roma, París y Montreal. Las imágenes que tomó sirvieron posteriormente para ilustrar camisetas, posters e incluso el disco doble en directo «U22» de edición limitada para los suscriptores del portal u2.com. Finalmente, Peter Rowen ha acabado encontrando su vocación en aquello por lo que se había dado a conocer cuando tenía cinco años: la fotografía. Es más, ha pasado de ser el retratado en las portadas de U2 a ser quien retrata al grupo, cerrando el círculo que se había iniciado treinta y dos años atrás.
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Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: Supertramp, “Breakfast in America”.