«Esa fue la única vez en la historia del grupo y en la vida de Paul Simonon que destrozó un bajo. A pesar del cabreo de aquel día, al acabar recogió las piezas y se las llevó consigo. A día de hoy, aún las conserva»
Con el comienzo del año, inauguramos una nueva sección: «Las mejores portadas del rock», en la que, de la mano de Xavier Valiño, cada semana sabremos la historia que se esconde detrás de algunas de las más icónicas cubiertas de elepés. Para comenzar, «London calling», de los Clash.
Una sección de XAVIER VALIÑO.
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Diseñador: Ray Lowry.
Fotógrafa: Pennie Smith.
Fecha de edición: 14 de diciembre de 1979 (enero de 1980 en los EE.UU.).
Discográfica: CBS.
Productores: Guy Stevens y Mick Jones.
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“Elvis Presley fue un héroe para la mayoría, pero nunca significó una mierda para mí / El gilipollas era un completo racista / Simple y llanamente”. Esta estrofa la cantaba Public Enemy en ‘Fight the power’ (1989). Ya doce años antes, The Clash, otra de las bandas clave en la confrontación política de sus textos, decían algo similar en ‘1977’, canción que iba en la cara B de su single de debut, ‘White riot’: “No Elvis, Beatles o Rolling Stones en 1977”. Con estos antecedentes, no deja de ser curioso que para la cubierta de su álbum más celebrado, «London calling», The Clash recordasen la portada del debut de Elvis Presley allá por 1956. Y hablamos de una de las portadas más emblemáticas de la historia del rock, da igual que lo interpretemos como una copia o un homenaje.
Al igual que la portada del debut de Presley capturó perfectamente en una imagen la irrupción desatada del rock’n’roll, la de «London calling» hizo lo propio con el espíritu del punk y el post-punk, en un disco que asombrosamente incorporaba la iconografía de un pasado que parecía haber quedado definitivamente atrás y que sumaba también sus sonidos (ska, soul, funk, pop, reggae, rockabilly…), algunos de los cuales conducían precisamente hasta el momento en que Presley irrumpió en la escena para cambiar la música popular para siempre.
Vayamos a 1979, a tres meses de la edición de «London calling». The Clash se hallaban inmersos en su gira americana de septiembre 1979 llamada «Clash take the Fifth» («The Clash toman la Quinta» o, también, «El estruendo llega a la Quinta). Invitados por el grupo a acompañarles están dos personas que serán claves para la portada de su siguiente disco. Por un lado, la fotógrafa Pennie Smith, quien había trabajado para la revista «Frendz» y, posteriormente, para «New Musical Express», donde fue la responsable de la mayoría de sus portadas entre 1975 y 1982. Por otra, Ray Lowry, quien había comenzado como dibujante e ilustrador a finales de los sesenta y era habitual de publicaciones como «International Times», «Oz», «New Musical Express» o «The Face».
La noche del 21 de septiembre de 1979, The Clash daban un concierto en el Palladium de Nueva York. Pennie Smith estuvo pensando seriamente en quedarse en el hotel y no asistir al concierto. Al final acudió, pero otra decisión de última hora la hizo estar en el momento y el lugar adecuado para tomar la instantánea decisiva: normalmente se colocaba a los pies de Mick Jones, pero esa noche decidió cambiar de posición y situarse del lado de Simonon en un lateral del Palladium.
Smith llevaba una cámara Pentax ESII y le colocó un objetivo gran angular para hacer fotos de toda la banda. En un momento dado vio que el bajista Paul Simonon avanzaba amenazador en la dirección en la que se encontraba, así que no tuvo tiempo a cambiarlo, y disparó instintivamente su cámara mientras se echaba para atrás. “Lo vi muy, muy cabreado. Lo siguiente que recuerdo es verlo con el bajo en alto y dirigirse hacia mí. Lo primero que pensé es que yo lo había cabreado”. En ese mismo instante fue consciente de que Simonon iba a hacer algo extraordinario, y no se engañaba: el músico destrozó su bajo contra la tarima del escenario y allí quedó hecho añicos.
La imagen que Pennie Smith se encontró al revelar posteriormente su carrete TRIX 400 ASA mostraba a Simonon con las piernas abiertas, doblado hacia adelante y sujetando su bajo justo antes de estamparlo contra el suelo. No fue lo único que perdió aquella noche: además de estrellar su instrumento, al bajista se le rompió también su reloj de pulsera, que acabó regalándole a la fotógrafa después como recuerdo y quién sabe si también como disculpa por el susto.
A pesar de que para Joe Strummer aquel fue uno de los mejores conciertos del grupo en toda su trayectoria (“un alboroto total”, según afirmó, “una de esas raras noches en las que todo sale perfecto, en la que se produce una total comunión entre el público y el grupo”), el protagonista de la imagen no estaba muy seguro. “El concierto estaba yendo bien”, aseguró posteriormente Simonon, “pero no para mí, así que la tomé con el bajo. Si hubiera sido inteligente, hubiera cogido el bajo que llevaba normalmente de reserva, que no era tan bueno como el que destrocé. Cuando veo ahora la portada, pienso que me gustaría haber levantado y mostrado un más poco mi cara”. Según Strummer, “cuando años después bebíamos juntos y recordábamos el momento, Simonon aún se arrepentía de haberlo roto”.
Dos días después, el grupo se reunió para valorar varias fotos y elegir la imagen que iba a representar a «London calling», que en aquel momento aún tenía el título provisional de «The new testament». Aquella foto, cercana al punk pero ligada también a los primeros tiempos del rock and roll por su fuerza, fue la que los otros tres componentes del grupo (Joe Strummer, Mick Jones y Topper Headon) eligieron sin dudarlo. A Paul Simonon también le gustaba, pero prefirió no mostrar tan claramente sus preferencias por ser él el retratado y no acabar derivando la conversación en el típico problema de egos en los grupos por quién saldrá en la portada.
Sin embargo, a su autora Pennie Smith no le convencía tanto la foto: si se agrandaba para mostrar a Simonon más en primer plano, como pretendía el grupo y finalmente se hizo, se vería aún más desenfocada de lo que realmente estaba aquella imagen que no había tenido tiempo de enfocar por la actitud amenazante del bajista en el momento del disparo. Sin embargo, acabó accediendo ante la insistencia de Joe Strummer.
Al dibujante Ray Lowry le pidieron al llegar a San Francisco que diseñara la portada. Lowry había comprado una vieja copia del debut de Elvis Presley en Chicago, durante la gira, y dormía con ella al pide de su cama. Su intención, más que satirizar una portada icónica, fue “rendir un homenaje al genio totalmente original, desconocido e inspirado que creó el diseño del primer disco de rock and roll de Elvis Presley”. También reconoció haberse inspirado en “el extraño poder de las letras rosas y grises y la rotunda vitalidad de la foto de Elvis”.
Lowry trabajó en el diseño de la portada durante unos días en habitaciones de hoteles y en la sede de la CBS en Los Ángeles. Más tarde, con su boceto y su idea ya asimilada, se reunió en Londres con el departamento artístico de la CBS para el Reino Unido, donde trabajó también en el «caótico» diseño de la contraportada, algo que, al contrario que la portada, a su responsable nunca le gustó. Lo cierto es que en Londres el equipo de diseño estaba más preocupado por la portada del single de Shakin’ Stevens, ‘Hot dog’, así que, por suerte, a Lowry y «London calling» no les prestaron la más mínima atención; estaba claro dónde estaba el interés real de la compañía.
La imagen, repleta de fuerza y representativa como pocas de un grupo y su momento álgido, le debe mucho al oportunismo de la fotógrafa, ya que The Clash no era precisamente el tipo de grupo que se dedicaba a romper sus instrumentos en los conciertos, como sí podían ser The Who. No hay más que recordar que esa fue la única vez en la historia del grupo y en la vida de Paul Simonon que destrozó un bajo. A pesar del cabreo de aquel día, al acabar recogió las piezas y se las llevó consigo. A día de hoy, aún las conserva.