Las mejores portadas del rock: The Rolling Stones, “Sticky fingers”

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«La fotografía de la portada mostraba la entrepierna de un pantalón vaquero con un prominente miembro viril que se intuía debajo, con una cremallera auténtica que se podía bajar»

 

La portada seleccionada esta semana por Xavier Valiño en su recorrido por las mejores del rock, es toda una leyenda: la de «Sticky fingers», de los Rolling Stones, diseñada por Andy Warhol. La versión española, no se queda rezagada.

 

Una sección de XAVIER VALIÑO.

EDICIÓN INTERNACIONAL:
Concepto: Andy Warhol.
Diseño: Craig Braun.
Fotografía: Billy Name (fotógrafo funda interior: Peter Webb).
Fecha de edición: 23 de abril de 1971.

EDICIÓN ESPAÑOLA:
Diseño: John Pasche.
Fotografía: Phil Jude.

“Escondan a sus mujeres y encierren a sus hijas”. Esa parecía ser una de las imágenes que de The Rolling Stones se daba a finales de los sesenta, principios de los setenta. Con esa referencia sexual se ponía en evidencia el supuesto peligro público que representaban sus componentes, aunque sus escarceos con las drogas fuesen el principal motivo de ese temor, como reflejaban sus encuentros con la policía y las letras de varias canciones. De hecho, ninguna de las portadas del grupo hasta 1971 tuvo un contenido abiertamente sexual.

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Tuvo que ser Andy Warhol el responsable de traducir aquella frase tantas veces citada en contra de la banda –y que era aprovechada en su astuta promoción– en una imagen gráfica. Lo hizo en la portada de «Sticky fingers», una cubierta que, sin ir más lejos, la cadena de televisión VH1 eligió en 2003 como la mejor de la historia del rock. Aunque hoy cuesta separar ese envoltorio de su contenido, esa no había sido la primera opción para revestir aquel disco.

Anteriormente, el grupo y su entorno habían trabajado también con la idea de mostrar el castillo de Mick Jagger en el Sur de Francia en una carpeta desplegable. Una segunda propuesta pretendía presentar el disco en una funda transparente con líquidos sensibles a la luz, de forma que el comprador pudiese crear su propio espectáculo de luz en su hogar.

Al mismo tiempo, The Rolling Stones le habían encargado al fotógrafo Peter Webb varios retratos del grupo con el objeto de escoger uno para la portada. Tras pedirle un par de originales de dos fotos en blanco y negro que les habían gustado, y después de alabar su trabajo, Webb descubriría meses después que su imagen no aparecía en la portada, sino en la funda interior, y que además habían utilizado una copia de calidad deficiente de la imagen en la que precisamente aparecía Mick Jagger bostezando.

En cuanto a Andy Warhol, por entonces no se llevaba precisamente bien con The Rolling Stones, ya que estaba convencido de que en el recopilatorio «Trough the past darkly» el grupo había utilizado sin su permiso un diseño que les había presentado previamente y que estos habían rehusado. No había sido la única vez: tras sugerirles envolver el disco «Let it bleed» en unas medias de mujer dentro de unos vaqueros cortados, se encontró con un nuevo rechazo.

Sin embargo, Warhol mantenía abierta las relaciones con los componentes de la banda. En una fiesta en Nueva York en 1970 le había comentado a Mick Jagger la idea de poner una cremallera en la portada de un disco. Al cantante le gustó, así que pensó en contar con él para el que sería el primer álbum en su propia compañía recién creada, Rolling Stones Records, y en el que sería también su primer trabajo con Mick Taylor y sin Brian Jones, el primero de los años setenta, el debut de Mick Jagger con la guitarra en uno de sus discos y la presentación en sociedad del famoso logotipo de la lengua.

Antes de ponerse con su nuevo encargo, Warhol había hecho varios retratos y bocetos de un buen amigo, Stephen Bruce, el dueño del restaurante Serendipity que frecuentaba a menudo. En uno de ellos dibujó su entrepierna y le gustó tanto que creyó que podía emplear de nuevo una imagen similar. Uniendo ambos conceptos, llegó a la conclusión de que podría montar la cremallera sobre la entrepierna de unos vaqueros muy ajustados para la portada del disco de los Rolling Stones, dejando la parte de atrás de ese pantalón vaquero en la contraportada.

Finalmente, la fotografía de la portada mostraba la entrepierna de un pantalón vaquero con un prominente miembro viril que se intuía debajo, con una cremallera auténtica que se podía bajar. Ya desde el momento de su edición se especuló con que Mick Jagger había posado para aquel particular retrato, aunque el cantante ni pasó por allí. Joe Dallesandro, estrella del entorno de Warhol y protagonista de varias de sus películas, siempre mantuvo que él era el protagonista de la portada. Sin embargo, los que intervinieron en su realización no tardaron mucho en negarlo, aunque el actor sí tendría su protagonismo en la portada de otro disco, el debut de The Smiths.

Warhol nunca reveló quién fue el modelo que finalmente apareció en la portada, pero sí se sabe que en aquella sesión intervinieron tres modelos. La versión más aceptada es que se trata de Jed Johnson, por entonces amante de Warhol, o, si acaso, de su hermano gemelo Jay [ambos en la foto con Warhol]. De hecho, en las primeras fotografías tomadas a Jay su miembro viril no tenía la preponderancia que Warhol andaba buscando, así que le dieron un breve descanso para conseguir el tamaño deseado. Corey Tippin, el mejor amigo de Jeb Johnson, también posó en aquella sesión, aunque parece claro que sus imágenes fueron desechadas.

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Sobre aquella fotografía, en la edición inglesa, la más identificable con el disco, se colocó el nombre del grupo y el título del álbum a la izquierda de la imagen. En ella la tipografía de color rojo, enmarcada en rectángulos, parece simular haber sido estampada con dos sellos de goma. Por su parte, en la edición estadounidense del álbum el nombre y el título se colocaron sin enmarcar superpuestos al cinturón.

Hubo una segunda sesión fotográfica por indicación de Craig Braun cuando este se dio cuenta de que necesitaban una fotografía para una funda interior que protegiera al vinilo de la cremallera. Warhol llegó entonces a la conclusión de que lo más lógico era que al bajarla se descubriera debajo de aquel pantalón unos calzoncillos. Sobre ellos se estampó el nombre Andy Warhol en un color dorado y una frase que decía “This photograph may not be – etc.” (“Puede que esta fotografía no sea – etc.”).

En esta segunda ocasión, el retratado fu Glenn O’Brien, quien trabajaba en la revista «Interview» del emporio del artista-fotógrafo. El redactor se bajó sus vaqueros y se arrodilló para que le tomaran la imagen. Según recuerda, en aquel momento entraron varios hombres de negocios que habían confundido el estudio con la oficina de un arquitecto. Al encontrarse en medio de toda aquella atípica sesión, salieron corriendo asustados como si les fuera la vida en ello.

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Craig Braun se encargó a continuación de darle forma definitiva a la carpeta, aunque tan pronto se editó el disco empezaron los problemas. Muchos compradores se quejaron a la compañía Atlantic de que la bragueta metálica rayaba los surcos del vinilo, generalmente a la altura de ‘Sister morphine’. Atlantic amenazó con demandar al diseñador, así que este tuvo que buscar una solución de urgencia para una segunda edición del disco: rebajar la altura de la cremallera en la planta de producción hasta la mitad, antes de su distribución, de modo que como mucho lo que estropease fuese la etiqueta del vinilo, no las estrías del mismo. De todas formas, no consiguió evitar que se dañasen otros discos cuando se colocaban junto a «Sticky fingers», por lo que en posteriores ediciones la cremallera dejó de ser real y pasó a formar parte de la fotografía.

Todos estos contratiempos influyeron poco después en el diseño de «School’s out» de Alice Cooper, en el que también intervino Braun, quien estaba especialmente sensibilizado con la posibilidad de un proceso judicial. El vinilo venía en este caso envuelto en un pupitre a imagen y semejanza de uno real, pero que podía caerse de su atípica funda. Para evitarlo y prevenir también el riesgo de ser demandado por la compañía de discos, Braun cubrió aquel disco con unas bragas de papel.

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El diseño de «Sticky fingers» también tiene especial relevancia porque en él apareció por vez primera el famoso logotipo de la banda, los morros y la lengua de color rojo, un diseño original de Ernie Cefalu. Craig Braun, en una entrevista para darle un trabajo a Cefalu, le pidió que rehiciera en una hora un dibujo similar de la etiqueta del disco promocional «Dolls alive» que este último había hecho para la compañía International Paper. Mick Jagger, por su parte, siempre ha mantenido que la idea fue suya y que no se inspiró en su propia boca, sino en un calendario hindú en el que la lengua salía de la boca de la diosa Khali.

En cualquier caso, el trabajo de Cefalu, por el que le pagaron doscientos dólares, apareció en todos los productos comerciales imaginables de la banda en aquellos meses. De todas formas, cuando Craig Braun le enseñó el logotipo al grupo, estos le pidieron a otro diseñador, John Pasche, que lo retocase para convertirse en su emblema definitivo, el que finalmente aparecería en el álbum.

No fue esta la primera carátula de un disco del grupo que tenía problemas. Para «Beggar’s banquet», el fotógrafo Barry Feinstein había fotografiado una pared de un retrete sucio y lleno de grafitis que había llamado poderosamente la atención de Mick Jagger y Keith Richards. Sin embargo, la compañía de discos no estaba de acuerdo, y retuvo el lanzamiento del álbum nueve meses hasta que la banda recapituló y aceptó que se editara en su lugar una portada con un fondo crema con nada más que el nombre del grupo y el título del álbum.

A pesar de todos los contratiempos, la portada de «Sticky fingers» no ha dejado de tener imitadores, aunque ninguno de ellos intentó incorporar una cremallera como el original. Entre ellos están Herman Brood («Shpritsz», 1978), Motley Crue («Too fast for love», 1982), Madonna («Like a prayer», 1989), Bracket («Stinky fingers», 1994), Brother to Brother («Heart of stone», 1994), Turboneger / Flying Crap («Stinky fingers», 1995), Wolf («Night stalker», 2002), Flying Donuts («Back off», 2004), The Lashes («Get it», 2006) o Awesome Snakes («Venom», 2006).

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Por su parte, la funda interior ha servido de inspiración para Hunx and His Punx («Gay singles», 2009), mientras que la contraportada ha contado con homenajes por parte de artistas como Bruce Springsteen («Born in the U.S.A.», 1985), los gallegos O Caimán do Río Tea («Feito na casa», 1995), Eagles of Death Metal («Death by sexy», 2006) o Scissor Sisters («Night work», 2010). En este último caso, y a diferencia de lo que ocurrió en su día con The Rolling Stones, el grupo vio como su disco con el trasero enfundado en unos muy ceñidos vaqueros era vetado en varias cadenas comerciales estadounidenses.

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Curiosa es la edición rusa de 1992 de «Sticky fingers», que contó con una portada de concepto similar aunque diferente en su representación: en este caso la fotografía correspondía a la entrepierna de una mujer. En la imagen, esta vez en color, se puede ver una hebilla con forma de estrella con el símbolo comunista (la hoz y el martillo), además de mostrar el nombre del grupo y el título del álbum en alfabeto cirílico. Por su parte, en Taiwán y Corea del Sur se optó por una imagen del grupo mucho más inofensiva descansando en unas hamacas.

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Más relevancia tuvo el cambio en la carpeta de «Sticky fingers» que se produjo en España, tal vez el más conocido a nivel internacional de todos lo que sufrieron la censura franquista. Tras la negativa del régimen a admitir esa carátula, se diseñó otra con unos «dedos pegajosos» –según la acepción literal del título– saliendo de una lata de melaza. El diseño exclusivo, más macabro que el original, convirtió este disco en una pieza de coleccionista codiciada en los mercados internacionales.

En concreto, la compañía española se puso en contacto con su sede británica, quienes pidieron al diseñador John Pasche y al fotógrafo Phil Jude que idearan otra portada para el mercado español, tras comentarles que la original había sido censurada al ser considerada “ofensiva por la Iglesia católica de España”. Ambos concibieron una imagen que se llevó a cabo en el estudio de Phil Jude en Kensington, en una única toma sin retoques. Decidieron mantener algo del erotismo de la portada original al colocar los dedos de una joven en contacto con un líquido pringoso, y para ello eligieron la marca Fowler’s West Indian Tricle, la que les parecía que tenía la melaza más densa. Según el fotógrafo, “lo más difícil fue dirigir los movimientos de los dedos de la modelo para obtener el resultado que pretendíamos, ya que ella estaba debajo de la superficie de una mesa y no podía ver lo que estaba haciendo”.

Tampoco la contraportada contó en España con el beneplácito de los encargados de supervisar las cubiertas, impidiendo que se editara con la parte trasera del pantalón vaquero. En este caso, la contraportada de Sticky Fingers recuperaba aquí la instantánea del grupo que aparecía en la funda interior de la edición original, aunque en una toma en color.

No fueron las únicas mutilaciones del álbum en España. La canción ‘Sister morphine’ (“Hermana morfina”), un tema en el que se habla de un hombre que sufre un accidente de coche y que muere en el hospital pidiendo morfina, fue entendido por el censor como el relato del síndrome de abstinencia de un adicto a la droga. Por lo tanto, para obtener su autorización, se reemplazó por una versión del tema de Chuck Berry ‘Let it rock’, aunque esta procedía de una grabación en directo, rompiendo así su estructura de disco registrado en el estudio de grabación.

Sin embargo, la censura no reparó en ‘Brown sugar’, que pudo publicarse sin problema. El tema, originalmente titulado ‘Black pussy’ y que en una traducción literal significaría “azúcar marrón”, hacía referencia a los esclavas de África que eran vendidas en Nueva Orleans para ser después violadas por sus dueños. Inspirada por la relación de Jagger con Claudia Lennear, una de las coristas del grupo The Ikettes que acompañaba a Ike Turner, también tendría una segunda interpretación claramente relacionada con la heroína, otra de las posibles acepciones de su título.

Aunque sería lógico pensar que la imagen de la portada española tiene más relación con su título, traducible como «Dedos pegajosos», no hay más que pensar en su doble sentido para dar con la verdadera intención de Andy Warhol: debajo de aquel pantalón ceñido y aquellos calzoncillos también podía haber unos dedos pegajosos. Ese era su –oculto– enfoque.

Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: The Nice, “Elegy”.

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