«Autobahn» establecía una sinergia fascinante entre la música, el concepto y el diseño visual. Otro dato útil a este diseño redondeaba la obra: no se acreditaba a su autor.
Diferentes portadas (una de ellas la que más ha trascendido) e historias truculentas detrás. Ese es el relato que desvela Xavier Valiño sobre la cubierta de «Autobahn», de los alemanes Kraftwerk.
Una sección de XAVIER VALIÑO.
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Diseñador: Desconocido (versión alemana: Emil Schult).
Fecha de edición: 1 de noviembre de 1974.
Discográfica: Philips/Vertigo.
Productores: Conny Plank, Ralf Hütter y Florian Schneider.
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En 1932 se inauguró la primera autopista europea con un tramo cerrado de unos veinte kilómetros para automóviles, de dos carriles para cada sentido de la circulación, sin intersecciones y con pasos elevados, que unía las ciudades de Colonia y Bonn. Cuando se construyó la A555, ya existía la palabra «autobahn» (autopista), aunque en un principio se le dio el nombre de «kraftwagenstrasse» (calle para automóviles). El 6 de agosto de aquel año, el alcalde de Colonia Konrad Adenauer dejó esta frase para la posteridad: “Así serán las carreteras del futuro”. Hoy, los 13.000 kilómetros de autopistas alemanas son uno de los emblemas de su prosperidad, con muchos tramos en los que no hay límites de velocidad.
Treinta y dos años más tarde, el grupo alemán Kraftwerk editaría su cuarto disco. Su título sería «Autobahn», como homenaje a aquella infraestructura pionera. “Estábamos de gira y ocurrió que salimos de la autopista después de un largo trayecto”, aseguró Florian Schneider, uno de sus dos fundadores. “Cuando nos pusimos a tocar, teníamos su velocidad dentro de nuestra música”. El grupo compuso cuatro canciones. La primera, de más de 22 minutos, ocupaba toda la cara A y llevaba el mismo título que el álbum. En ella se buscaba precisamente capturar las sensaciones que se tienen al conducir por las autopistas: el viaje a través del paisaje, el vértigo de la alta velocidad, la radio sintonizada en el dial y la monotonía de una travesía prolongada.
El tema se abre con el sonido de un motor que se enciende y el bip-bip de una bocina. Inmediatamente, la potencia y el peligro de vehículos que circulan a gran velocidad impactan al oyente, convirtiéndose en una experiencia casi industrial. A pesar de la longitud de la pieza, no hay ningún indicio de monotonía, encajando perfectamente en ella la percusión electrónica y el impulso incesante del ritmo de la música. “Autobahn” es también un viaje sin fin simbólico: el motor que se pone en marcha al inicio no se silencia en ningún momento.
“Estamos conduciendo por la autopista
Delante de nosotros hay un amplio valle
El sol brilla con rayos resplandecientes
La guía al conducir es una línea gris
Líneas blancas, borde verde
Encendemos la radio
Desde el altavoz se escucha:
Estamos conduciendo por la autopista”.
Esta fue la canción (en su versión reducida en single de 3:30 minutos) y el álbum que dieron a conocer internacionalmente a Kraftwerk. El grupo, precursor de un sonido electrónico, tecnificado y europeo, novedoso y rupturista, que no tenía nada que ver con el blues norteamericano, no ha dejado de ejercer su influencia sobre varias generaciones de músicos y oyentes.
A la hora de envolver su cuarto álbum, Kraftwerk contaron de nuevo con Emil Schult, el quinto componente –en la sombra– de la banda. El artista germano fue el diseñador de buena parte de sus portadas y llegó a tocar la guitarra con ellos durante un breve período en 1973, antes de que la eliminaran definitivamente de los instrumentos que aparecían en su música. En este caso concreto, además, Schult firmó la letra de la canción “Autobahn”, la única cantada del disco.
De su cuarto trabajo, «Autobahn», se pueden encontrar en el mercado varias portadas, aunque todas ellas parten de dos diseños. El primero, el ideado por Schult para la edición alemana del sello Philips, que también se distribuyó en otras partes del mundo. Su portada y contraportada se debe desde el punto de vista del conductor de un vehículo. Así, en la portada se pueden ver la autopista con coches en movimiento, el paisaje con un sol estilizado y las montañas y las nubes en el horizonte. En uno de los coches, el Mercedes negro que viaja en dirección contraria, es muy posible que Schult dibujase como conductor a Florian Schneider, cofundador del grupo junto a Ralf Hütter, y dueño de una gran flota de coches clásicos de esa marca.
En el salpicadero que el conductor tiene de frente se encuentran los distintos instrumentos que ayudan a la conducción, así como la imagen de los componentes del grupo a través de un espejo retrovisor. Como miembro en la sombra del grupo y diseñador de la portada, Emil Schult quiso estar también presente en la cubierta, así que se autorretrató en un pequeño espejo a la izquierda del volante.
En la contraportada Schult colocó, agrandada, la imagen de los cuatro componentes del grupo, la misma que se podía divisar a través del retrovisor en la portada, y que sería lo que el conductor vería si girase la cabeza hacia el asiento trasero. En un principio, el cuarto miembro dibujado a la derecha de todo era el propio Schult, pero cuando el grupo decidió incorporar como miembro de pleno derecho a Wolfgang Flür, que venía colaborando con ellos desde un año antes, Schult tuvo que superponerlo por encima de su propio rostro, con lo que el nuevo componentes de la banda acabó apareciendo un tanto difuminado en la imagen.
En las reediciones posteriores a 1985, la imagen de la contraportada sería sustituida por una fotografía del grupo en directo, con lo cual la perspectiva del conductor se perdía. Al no tener ya sentido el retrovisor, estas reediciones eliminan también completamente el salpicadero de la portada, cambiando sustancialmente su interpretación, que pasa a convertirse en una especie de visión idealizada e infantil de un paisaje de carretera.
Dado que el legado de la banda se asocia habitualmente con la frialdad robótica, esta cubierta bien se puede considerar toda una rareza en su trayectoria, así como uno de los diseños menos afortunados de su autor. Sin embargo, si se piensa en la parte humana absolutamente esencial de la ecuación hombre-máquina, en que esa carretera ha contado con el trabajo de varias personas y en que detrás del sonido también hay seres humanos que componen y programan su música, entonces el diseño se revela más comprensible.
Al sello Vertigo, responsable del lanzamiento del disco en varios mercados internacionales (entre ellos, España), no le convenció la portada de Emil Schult, así que encargó un nuevo diseño. El equipo artístico de su sede en el Reino Unido sugirió un enfoque minimalista: la señal internacional de la autopista, convenientemente adaptada para la carátula. Sobre un fondo azul, los dos sentidos de circulación de la autovía aparecerían representados por dos líneas blancas y, en medio, un puente de paso elevado cruzándolo. Tan simple y efectivo como eso. De las dos portadas que ha tenido el disco, es la más recordada y celebrada.
Aun en su sencillez, el diseño se apropia del símbolo de la autopista colocándolo de modo que llene toda la portada de arriba a abajo. De esta forma simboliza su contenido, ya que su tema central, más que una melodía, acoge el sonido de los coches que se acercan y se alejan del oyente. No hay final para el viaje en términos gráficos: lo que se insinúa es que el camino continúa fuera del marco de la portada. Si se quiere ir más allá en la interpretación del motivo, el puente que cruza las dos líneas blancas podría representar unos auriculares con los que escuchar una sinfonía moderna en el rugido del tráfico.
Tipográficamente, el diseño es también revelador. Las letras R, W, R, A, U, A y H del nombre del grupo y del título del álbum parecen escapar de su configuración, literalmente trazando nuevos caminos, en tránsito hacia destinos desconocidos. Al mismo tiempo, simulan bailar: la W, U y H saludan y elevan sus brazos al aire, mientras que la R y la A alargan las piernas lejos de donde debieran terminar. Parecen estar así adelantando la enorme influencia que el grupo tendría en la música de baile y en el mundo del pop en general. Del mismo modo, el diseño avanzaba ya el enfoque que el grupo tomaría en alguno de sus siguientes discos, basándolo en iconos claros, sencillos y poderosos, tal y como se puede comprobar en algunas de las ediciones de discos como «Radio-Activity», «Trans-Europe Express» o «Computer world».
«Autobahn» establecía una sinergia fascinante entre la música, el concepto y el diseño visual. Otro dato útil a este diseño redondeaba la obra: no se acreditaba a su autor. Como es lógico, descubrir a este diseñador anónimo no ha dejado de suscitar interés. Se ha especulado mucho con que el autor fuese Barney Bubbles, quien con su compañía Teenburger Designs trabajó en numerosas ocasiones para el sello Vertigo y para grupos alemanes, sobre todo a mediados de los años setenta.
No obstante, dos voces lo han desmentido. La primera puede tener cierta credibilidad. Brian Griffin, colaborador de Bubbles desde 1978 hasta la muerte de este en 1983, fue el primero en negarlo: “Él me lo hubiera dicho, porque yo era un gran seguidor de todo lo alemán cuando trabajamos juntos”. La segunda es más discutible. Curiosamente, es el propio Emil Schult, el autor de la portada alemana, quien lo niega. Según su versión, el equipo británico se inspiró en una pegatina que la versión germana de la cubierta llevaba y que él había ideado. Es difícil de creer, ya que todo conduce a pensar que esa pegatina se le puso la compañía Philips a las siguientes tiradas del disco en Alemania y otros países, como intentando hacer saber a los compradores de ambas portadas, la de Philips y la de Vertigo, que se trataba del mismo disco. De hecho, parece extraño que el propio Schult diseñase una portada redundante en la que incorporase dos ideas distintas y en la que repitiese el nombre del grupo y el título del álbum. Todo apunta a que intentó arrogarse méritos en algo en lo que no participó, aunque así no se aclare tampoco quién fue el verdadero responsable de la idea.
Además de su discográfica, el propio grupo también ha intentado unificar ambos diseños en sus conciertos en directo. En las presentaciones visuales de su gira «Minimum-Maximum», la primera cubierta, algo más humana y menos impactante, se funde con autovías vacías y la iconografía formal del signo internacional de la autopista, retocada mínimamente respecto a la segunda portada de Vertigo para mantener la coherencia del símbolo. De hecho, las sucesivas ediciones del álbum con la segunda portada han estrechado el diseño, que ya no llega hasta los extremos de la carpeta.
Cuando todo parecía acabar aquí, un nuevo giro ha hecho que la portada alemana se haya modificado de nuevo y haya recobrado su diseño previsto originalmente, que nadie había visto hasta entonces. En 1999, Wolfgang Flür, que había dejado al grupo en 1987, publicó su autobiografía, en la que su etapa en Kraftwerk era el epicentro de sus líneas. Al resto del grupo no le gustó nada, empezando por Emil Schult, que lo demandó judicialmente, y siguiendo por los fundadores Florian Schneider y Ralf Hütter, quienes también emprendieron acciones legales contra él. Esta es la versión de los hechos de Flür en la reedición de su libro «Yo fui un robot», que cuenta con su traducción al castellano publicada por la Editorial Milenio en 2011:
“Después de que mi libro se publicara en Alemania, Suiza y Austria a finales de agosto, no pasó mucho tiempo antes de que el tribunal de Hamburgo me entregara un requerimiento judicial provisional enumerando las condiciones de su cliente Hütter/Schneider-Sleben. Cuando leí el grueso documento, fui incapaz de dejar bien de reír, bien de fruncir el ceño. Se me imponía una sarta de prohibiciones en el futuro hasta nuevo aviso y el texto del libro fue sometido a un minucioso y sutil análisis. El editor y yo estábamos amenazados con penas económicas que ascendían a medio millón de marcos o, si contraveníamos estas condiciones, dos años de cárcel. Se hacía alusión al daño en la reputación y personalidad de Kraftwerk. Me prohibieron decir provisionalmente que:
– Ralf y Florian me visitaron dos veces en el estudio de arquitectura en 1973, me felicitaron por tocar bien la batería y me invitaron a unirme a una sesión en su sala de ensayos.
– Construí mi propio equipo y tablero de percusión para el programa Aspekte de la cadena ZDF a partir de una caja de ritmos que ya estaba disponible en el mercado.
– Tuviera en un vuelo a Filadelfia la idea inicial para la cámara de percusión que después se construyó en 1975.
– Tuve la idea inicial de ‘Metal on metal’.
– Grabé la parte de percusión de la canción ‘Autobahn’.
– En relación con Ralf y Florian, que persiguieron chicas entre 1973 y 1987, y que visitaron discotecas de Colonia y Düsseldorf para ligar con mujeres; también que asistieron a fiestas donde los invitados se bañaban juntos y veían al mismo tiempo películas eróticas.
– Ralf dijo en una conversación conmigo por teléfono en 1989 que no conocía a ningún Wolfgang.
– Hubo otro encuentro entre Ralf y yo a finales del verano de 1996, en el que me dijo que se podía imaginar perfectamente estar de nuevo conmigo sobre el escenario; o que me ofreció una gran cantidad de dinero.
– Ralf y Florian contribuyeron a la preparación de este libro a través de cooperación, apoyo mental y/o muchas conversaciones.
También me prohibieron seguir publicando varias fotos y secciones de fotos de las páginas de mi libro o nuestras polaroids privadas bajo la ducha durante una fiesta en el jardín”.
Cuál fue su sorpresa cuando, tras este incidente, Flür comprobó como las nuevas reediciones del disco ocultaban su participación en los créditos. Es más: en la reedición de 2009 de Autobahn –y suponemos que en las que vengan de ahora en adelante–, su rostro difuminado de la contraportada había sido eliminado y se había restituido el original hasta entonces inédito con la imagen tomada en un principio, en la que su lugar lo ocupaba Emil Schult. Para el grupo, había desaparecido totalmente de su existencia, como si nunca hubiera tenido nada que ver con ellos.
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Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: Elvis Presley, “Elvis Presley” (primer elepé).