«Esa energía, esa pasión, ese carisma, ese grito primario iba dirigido expresamente a los jóvenes que compraban singles y necesitaban de un ídolo de su generación»
Esta portada no solo fue la del primer elepé del rock and roll, sino que se convirtió en todo un símbolo del género. Una portada tan intemporal como legendaria.
Una sección de XAVIER VALIÑO.
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Diseñador: Anónimo.
Fotógrafos: William ‘Red’ Robertson / William Randolph.
Director artístico: ‘Coronel’ Tom Parker.
Fecha de edición: 23 de marzo de 1956.
Discográfica: RCA.
Productor: Sam Phillips.
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Como vimos en la primera entrega de esta sección, el ilustrador Ray Lowry, responsable del diseño de la cubierta de «London calling» de The Clash, se inspiró para hacer su trabajo en una vieja copia del debut de Elvis Presley. Según su explicación, tuvo muy en cuenta “el extraño poder de las letras rosas y grises y la rotunda vitalidad de la foto de Elvis”, y quiso con ello “rendir un homenaje al genio totalmente original, desconocido e inspirado que creó el diseño del primer disco de rock & roll de Elvis Presley”. No fue el único, como veremos más adelante, así que está claro que aquella portada de 1956 tenía algo que llegó a mucha gente. ¿Qué era?
Muy probablemente su poderoso efecto tenga que ver con que se trata de un disco del que se puede considerar el año cero para el rock and roll (igual que 1977 lo fue para el punk). Pocos meses antes, con el estreno de «Semilla de maldad» («Blackboard Jungle» en su título original) los adolescentes de varios cines en los que se proyectaba se volvían locos y causaban diversos altercados bailando la canción que la abría, ‘Rock around the clock’ de Bill Halley and His Comets. Su reacción venía motivada porque no habían escuchado nada igual hasta entonces.
El rock and roll ya había llegado para quedarse, pero por aquel entonces se editaba sobre todo en singles dirigidos a un público juvenil. Los álbumes eran, todavía, algo que compraban casi exclusivamente los padres. De esta forma, los primeros discos de rock and roll eran poco más que recopilaciones de singles con portadas sencillas y amables, discos que mostraban al artista o grupo en cuestión en una foto tomada con algún tipo de uniforme que los identificara.
Pero algo iba a cambiar. Sam Phillips, dueño del sello Sun, tenía claro que lo que le faltaba era un blanco que cantara como un negro para hacerle millonario. En 1954, Phillips le había grabado ya algunas canciones a un chaval llamado Elvis Presley, entre ellas una versión de Arthur «Big Boy» Crudup titulada ‘That’s All Right’. Y aunque el éxito no llegaría inmediatamente, nada volvería a ser lo mismo desde ese momento.
Tras varios singles y unos cuantos conciertos a nivel local, el «Coronel» Tom Parker ve a Elvis y firma como su mánager para el resto de su vida. Uno de sus primeros logros es conseguir que RCA compre el contrato de Elvis en Sun Records y, también, introducir una cláusula para que se distribuya su primer álbum internacionalmente.
Ese disco, que en algunos países se conocería como «Rock ’N’ Roll», aparecería publicado el 23 de marzo de 1956. Por si no fuese suficiente el poder de sus canciones clásicas (‘Blue suede shoes’, ‘I got a woman’, ‘Just because’, ‘Tutti frutti’, ‘Tryin’ to get to’, ‘I’m gonna sit right down and cry (over you)’, ‘Blue moon’ o ‘Money honey’ entre ellas) la portada se convertiría también en un aliciente bien llamativo como para no pasar desapercibido.
En ella se ve a Elvis tocando su guitarra y cantando a pleno pulmón alguna de aquellas primeras canciones, bien seguro de su poder y de su juventud, con el batería DJ Fontana sentado detrás. Descentrado en la imagen y con la boca bien abierta, la instantánea parece indicar que a Elvis no se le puede domar en directo, que es difícil tomar una imagen en la que aparezca en su sitio en el escenario, que el rock and roll es una fuerza radical y bruta imposible de controlar. Esa energía, esa pasión, ese carisma, ese grito primario iba dirigido expresamente a los jóvenes que compraban singles y necesitaban de un ídolo de su generación. Desde luego, justo lo que andaban buscando tanto ellos como las discográficas, y una buena razón para empezar a consumir álbumes.
La imagen se había tomado ocho meses antes, en el concierto que Elvis había dado en el Show de Andy Griffith en el Fuerte-Armería Homer W. Hesterly de Tampa, el 31 de julio de 1955, un concierto en el que su nombre aparecía al final del cartel. La foto original era más grande y en la parte superior se podía ver a un grupo de jóvenes gritando en presencia de su ídolo, pero fue recortada para que Elvis ocupara toda la cubierta.
La única persona acreditada en el disco es «Popsie», el apodo de trabajo del fotógrafo William Randolph. Sin embargo, él solo fue el responsable de las fotos de la contraportada, pero no de la que ocupaba la parte frontal de la cubierta. Esa imagen era responsable de otro William, en concreto William «Red» Robertson, del estudio Robertson y Fred de Tampa, al que el «Coronel» Tom Parker había contratado para tomar imágenes aquel día. Harry Fresh, socio de Robertson, fue quien se encargó del revelado de la fotografía en el cuarto oscuro, pero ninguno de ellos acabó siendo acreditado en el disco. Por el contrario, el «Coronel» sí aparece como director artístico, aunque su papel simplemente se limitó a proporcionar la imagen al departamento artístico de RCA, a cambio de una tarifa.
Allí probablemente alguien se encargó de darle el diseño final, utilizando un recurso que nadie hasta entonces había empleado; unas letras rosa chicle y verde manzana que remarcan dos palabras que parecen ser todo lo que necesitamos saber: Elvis Presley. Ese es el genio anónimo, original, desconocido e inspirado al que aludía Ray Lowry, y no le faltaba razón.
Tanto es así que pronto empezaron a surgir tanto admiradores como gente influida por esa portada. El primero no era cualquiera: en 1975, Paul McCartney pidió a los diseñadores que las letras de la cubierta del disco de su banda Wings titulado «Venus and Mars» se colocaran por toda la parte superior y un lateral, “exactamente como había hecho Elvis”.
Además de «London calling», más de 50 artistas le han rendido homenaje en alguno de sus discos (o le copiaron directamente, según cómo se entienda): desde «Rain dogs» de Tom Waits (1985) hasta «Reintarnation» de k d Lang (2006), pasando por «F-Punk» de Big Audio Dynamite (1995), «El Vez calling» de El Vez (1991) o «…In teenage news» de Sylvain Sylvain (2000). Su influencia llegó hasta España: Siniestro Total la reinterpretaron a través de la portada de The Clash, cambiando el bajo por la gaita gallega, en su single ‘Sexo chungo’ / ‘Me pica un huevo’ (1983), lo mismo que hizo el recopilatorio de bandas sevillanas «Sevilla calling» (2009) en la que aparecía como protagonista Curro, la mascota de la Expo 92, en el lugar de Elvis Presley. El rock, está claro, había llegado para quedarse.
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Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: Isaac Hayes, “Black Moses”.