“Su tema principal es absolutamente atemporal y sigue resonando con fuerza entre las más destacadas de la música de cine”
“Lawrence de Arabia” fue la segunda gran producción de David Lean tras “El puente sobre el río Kwai”, y un desafío para su compositor, Maurice Jarre, que trabajó contra reloj para crear esta banda sonora inmortal premiada con el Oscar.
Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.
“Lawrence de Arabia” (“Lawrence of Arabia”)
Música de Maurice Jarre, 1962
Siguiendo los pasos de su primera gran producción, “El puente sobre el río Kwai”, David Lean decidió entrar de lleno en la preparación de superproducciones muy costosas. Quería contar historias más grandes que la vida misma y aprovechar al máximo el cine como evento de masas. En ese sentido, pocas películas son tan majestuosas o fascinantes como “Lawrence de Arabia”. Cinco años después de su anterior proyecto, y con una duración de casi cuatro horas, la película está llena de imágenes cinematográficas imborrables, una maravillosa colección de momentos memorables, y una espectacular interpretación que convirtió en estrella a Peter O’Toole.
Maurice Jarre, el compositor
Para los aficionados a la música de cine, pocas películas consiguen el impacto inmediato que Maurice Jarre alcanza con esta, su primera colaboración con Lean. La calidad de la partitura de Jarre no puede negarse: su música es tan esencial para el éxito de la película como la propia dirección de Lean, la magnífica fotografía de Freddie Young y la extraordinaria interpretación de O’Toole. Casi podemos sentir el calor del desierto emanando de la cítara, las Ondas Martenot y esas brillantes notas en las cuerdas. Pero, sobre todo, es la fuerza de ese famoso tema principal el que se eleva a través de las arenas del desierto, y nos arrastra con él.
David Lean y Sam Spiegel fueron los responsables de adquirir los derechos cinematográficos del libro de Thomas Edward Lawrence «Los siete pilares de la sabiduría», con un maestro como Robert Bolt para escribir el guión que nos descubrió a este enigmático héroe de guerra. Para decidir la música se necesitó un poco más de trabajo. Originalmente fueron tres los compositores contratados e instruidos para colaborar entre ellos: Aram Khachaturian, Benjamin Britten y Maurice Jarre. Cuando a Khachaturian se le prohibió salir de Rusia y Britten decidió que su agenda estaba demasiado ocupada, Jarre tomó el control total de las riendas musicales que nos llevaría a Arabia.
Las claves de la partitura
No tuvo más de un mes para completar la partitura y fue bajo esta extenuante presión de tiempo, pero se las arregló para escribir una banda sonora para la historia. El propio Jarre fue percusionista, y utilizó maravillosamente su conocimiento y experiencia para emplear hasta once percusionistas que le permitiesen crear los colores exóticos y étnicos que requería la épica de la historia y el entorno en el que se desarrolla. No en vano, el compositor siempre reconoció que fueron los instrumentos de percusión y exóticos los que conformaron la base de la banda sonora. Evidentemente la épica tampoco se quedaba fuera. Jarre no se puso limites, como tampoco lo hizo David Lean. Una orquesta de ciento cuatro piezas, que incluía una inmensa sección de cuerdas de sesenta elementos, dos pianos de cola y arpas y al menos tres Ondas Martenot. Todo ello para conformar ese grandioso sonido de la música en la película y conseguir uno de los siete Oscar, frente a auténticos monstruos de la música, en la primera nominación para el compositor.
El tema principal hace su primera aparición en la partitura cuando vemos a Lawrence caminando en el desierto por primera vez. Se trata de uno de esos momentos de auténtica «música de cine», con un tema memorable que no solo es perfecto para la película, sino que consigue ponernos en su piel y nunca dejarnos marchar. Y es que la banda sonora es mucho más que un simple tema famoso e instrumentación exótica. Jarre compuso cinco temas principales para que apoyasen la narrativa de la película.
El tema del desierto es el legendario tema principal, en el que se sustenta su narrativa y que nos habla de esas inmensas vistas del desierto cargadas de romanticismo. Además crea dos temas árabes llenos de fuerza y étnica en la percusión, uno como motivo más de acción y el otro con un tono más emocional y melódico. Jarre utiliza un tema británico para recordarnos el patrimonio y pasado inglés de Lawrence, y un tema para Auda, el líder de los rebeldes, en una pieza cargada de honor y valor, para hablarnos sobre su carisma y personalidad. Todavía cuenta con más recursos cuando busca reflejar la pompa y circunstancia británicas y utiliza la tradicional marcha de Kenneth Alford ‘Voices of the guns’. Un auténtico despliegue.
Independientemente de otros maravillosos trabajos posteriores, Maurice Jarre se ganó su hueco en la inmortalidad con esta obra maestra. Su tema principal es absolutamente atemporal y sigue resonando con fuerza entre las más destacadas de la música de cine. Su capacidad para conseguir infundir una identidad árabe y su percusión disonante, en yuxtaposición con el exuberante romanticismo de su tema principal es brillante. También lo es su experto uso de la orquesta para conseguir la emoción de la desolación de sus abrasadoras grandes vistas del desierto, sin olvidar la maravillosa interacción temática y la escritura contrapuntística de primer orden que nos regala Jarre en esta partitura. En pocas ocasiones se han compenetrado la belleza de la música y la imaginería cinematográfica en una unión tan espectacular.
Ediciones discográficas
Como suele ser habitual entre estas joyas de la música de cine, la multitud de ediciones existentes es abrumadora. Las más completas provenían de la distribuidora inglesa Silva Screen y son fácilmente localizables. Sin embargo, la edición definitiva se publicó en 2010 (con una edición en audio bluray 5.1 dos años después), con la regrabación producida por James Fitzpatrick y dirigida por Nic Raine con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de Praga para el 50º aniversario de la película. Incluye un disco con toda la música de la película, con un sonido y producción maravillosos que permiten escuchar una gran cantidad de matices en la percusión y arreglos. De regalo incluye un segundo disco repleto de suites orquestales de otros maravillosos trabajos del compositor. Un autentico regalo para descubrir esta banda sonora y a su creador.
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Anterior entrega de Las grandes BSO: “Ben-Hur” (1959), música de Miklós Ròzsa.
scubrir esta maravillosa banda sonora, y a su legendario compositor.