Las grandes B.S.O.: “La profecía” (1976), música de Jerry Goldsmith

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“Fue una de las mejores partituras de su extensa carrera, le permitió ganar su primer Oscar y establecer el estándar que aspiran alcanzar los futuros compositores en la representación musical de mal”

 

Jerry Goldsmith fue uno de los grandes compositores de la música moderna, pero de las 17 nominaciones que obtuvo en los Oscar, solo obtuvo el premio en una ocasión: con “La profecía”. Fernando Fernández desentraña la brillante partitura con la que se convirtió en un referente para futuras bandas sonoras de terror.

 

Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.

 

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“La profecía” (The Omen)
Música de Jerry Goldsmith, 1976

 

Hay un famoso refrán que parece creado aposta para los Oscar: ni son todos los que están, ni están todos los que son. La lista de “injusticias” cometidas en los mismos es casi tan larga como la de sus ganadores, y hoy traemos un ejemplo perfecto. Jerry Goldsmith fue, posiblemente, uno de los mejores compositores modernos para cine de la historia (John Williams aparte). Atrevido, original y siempre apasionante. Sus 17 nominaciones a los Oscar son buena prueba de ello, pero solo consiguió alzarse con la estatuílla en una ocasión: fue con “La profecía”. Estuvo a punto de no acudir a la ceremonia, tras muchas nominaciones infructuosas, pero finalmente lo hizo.

“La profecía” se ha ganado su puesto en la historia como uno de los referentes para el resto de películas sobre el diablo que se han hecho después. La película no despertó excesivo interés hasta que Gregory Peck, que llevaba siete años retirado del cine, aceptó el papel. Al actor, el torturado padre al que encarnó le recordaba el sentimiento de culpa que arrastraba desde el suicidio de su hijo. A partir de ese momento, lo que se consideraba una película de miedo más empezó a contar con un halo de prestigio y calidad, refrendado en su estupendo resultado final.

Buena parte del terror y el buen funcionamiento de la historia se debe a que su director, Richard Donner, decidió que no se mostrase ningún tipo de efecto o elemento sobrenatural. En detalle la película no cuenta con la presencia del diablo en ninguno de sus fotogramas, pero somos capaces de sentirlo manejando los hilos en todo momento gracias a la genial música de Jerry Goldsmith. El cineasta de Los Ángeles peleó para conseguir más dinero en la producción para poder contratar al compositor, de quien siempre ha dicho que fue el verdadero responsable de provocar más terror a la audiencia.

 

 

El resultado fue una de las mejores y más influyentes partituras de terror jamás compuestas. No solamente es uno de los trabajos más eficaces de Goldsmith (lo cual ya es mucho decir), sino que es prácticamente imposible imaginarse la película sin su música. Para crearla, el compositor se basó en la idea de una misa negra, una retorcida y oscura versión de la misa tradicional en la que en lugar de adorar a Cristo se rinde homenaje al Anticristo encarnado por Harvey Stephens en el papel de Damien Thorn.

El estadounidense juega maravillosamente con el uso de voces en la banda sonora y consigue transmitir una extraña sensación de que hay innumerables seguidores de Satanás entre nosotros que le acompañan en su “labor”. Usa el famoso ‘Ave Satani’ cuando sus discípulos le dan la bienvenida a su amo, con una música atrayente e inquietante, pero con una multiplicidad de usos, a veces atonal y otras en un tono menor grave (siempre incluyendo acordes fuera de tono) que se elevan en un crescendo de cantos cada vez más histéricos. Este elemento, acompañado de otros temas y efectos se utilizan en los momentos más oscuros para indicar que el diablo está mostrando todo su poder.

 

 

Al margen de mostrar esa oscuridad, la cinta muestra a una familia destrozada por toda una serie de acontecimientos más grandes que la vida, originados por el amor que existe entre ellos. Por eso Goldsmith utiliza un delicado tema de amor que aparece en los breves momentos de vida familiar normal de los que disponen. Es un ejemplo maravilloso de cómo el cine y la música juegan con nosotros, mostrando estos momentos de felicidad y el disfrute antes de recordarnos que el mal no está lejos. Y es la interacción entre los dos temas principales, entre el bien y el mal, los que hacen que la banda sonora sea tremendamente efectiva en la película. Es una de esas partituras que se saborean mejor escuchándolas completa de principio a fin.

 

 

En los momentos más destacados, la música acompaña a los episodios más espeluznantes, en los que los enemigos del mal son atacados o asesinados, desde la tormenta asesina, la decapitación o la carrera en triciclo del propio Damien en su casa. Si alguien quiere hacer el experimento, que pruebe a eliminar el sonido de dichas escenas para darse cuenta de los simples e incluso ridículas que parecen, hasta que la música de Goldsmith las convierte en lo que realmente son. En la actualidad muchos compositores intentarían evitar esta utilización de la orquesta y el coro para no ser acusados de utilizar los clichés del género, como hizo Marco Beltrami en el remake que se hizo en 2006. Pero en esta cinta, el compositor estadounidense es como el orfebre que creó dichos clichés, y el resultado es realmente brillante y aterrador.

La banda sonora creada por Goldmisth es una obra maestra de principio a fin, una de esas bandas sonoras inconfundibles, en el que la presencia del mal puro nunca ha sido igualado. Fue una de las mejores partituras de su extensa carrera, le permitió ganar su primer Oscar y establecer el estándar que aspiran alcanzar los futuros compositores en la representación musical de mal. Que más se puede pedir.

 

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Ediciones discográficas

En 2001, la discográfica Varese Sarabande produjo y editó una versión de lujo de la saga completa (las tres películas) en la que se incluyeron más de 15 minutos de música inédita con respecto a la primera edición de la banda sonora. Esta es la edición recomendable para disfrutar de este terror atávico.

Anterior entrega de Las grandes B.S.O.: “Up” (2007), música de Michael Giacchino.

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