Las grandes B.S.O.: “La lista de Schindler”, música de John Williams

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“Una banda sonora única, que desafía la norma de las habituales composiciones dramáticas, optando por estas referencias inteligentes al folklore, junto con una orquestación simple y sincera, cargada de tristeza”

 

Cuando Steven Spielberg le mostró a John Williams el primer montaje de “La lista de Schindler”, necesitó varios minutos a solas para recomponerse. Le dijo al cineasta que iba a necesitar un compositor mejor que él para su banda sonora, pero acabó haciéndose cargo. Fernando Fernández nos cuenta las claves de esta obra maestra.

 

Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.

 

 

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“La lista de Schindler” (“Schindler’s list”)
Música de John Williams, 1993

 

Volvemos a uno de los nombres que más ha aparecido por la sección, algo inevitable, ya que John Williams es uno de los últimos “maestros” de la música de cine. Prácticamente cada década desde los 70 incluye varios títulos de John Williams entre los más grandes, y eso incluye los 90. Muchos de ellos incluyen el nombre de su gran colaborador: Steven Spielberg. “La lista de Schindler” era uno de los proyectos más personales del director, con una historia realmente dura y poderosa, así que era de esperar un resultado maravilloso, pero seguramente superó todas las expectativas con una de las partituras más emocionantes y descorazonadoras de la década.

Williams cuenta que cuando Spielberg le mostró el primer montaje de la película, necesitó varios minutos a solas para poder componerse y coger fuerzas ante lo que había visto. E incluso le indicó a Spielberg que iba a necesitar un mejor compositor, a lo que el director le respondió que podía ser, pero que estaban todos muertos. A pesar del maravilloso piropo de Spielberg, es difícil ahora mismo imaginarse la película sin la excepcional música de Williams.

 

 

El poder y la potencia de la música de John Williams es absolutamente increíble. Buena parte de ese poder lo tiene la maravillosa interpretación de las melodías de violín que hace Itzhak Perlman. El propio violinista ha reconocido que fue uno de los grandes momentos de su carrera; sin duda, el tema de los judíos no sería lo mismo sin su participación. Ese tema de la “Lista de Schindler», que abre la banda sonora, es el corazón y el alma de toda la obra. Cuando las diferentes escenas de la película nos inundan la mente, lo normal es sentir una especie de dolorosa punzada en el corazón acompañada de la música infinitamente triste. El violín de Itzhak Perlman se va deslizando suavemente por encima de la orquestación de Williams con un completa sensación de profundo dolor, evocador del sufrimiento y el tormento de lo que ocurrió en aquellos momentos. Esa es la fuerza de la música y la interpretación de su solista.

Williams utiliza este tema principal muchas veces, introduciendo diversas sensaciones, desde la serenidad y el buen humor pasando por momentos más profundos y sutiles, hasta alcanzar la exaltación más brillante en su final con suave piano y estallido de violines. Pero el compositor no solo aporta este tema: el conjunto contiene momentos realmente oscuros e incluso operáticos, especialmente en los momentos más duros, buscando reflejar la desesperación y agonía de los judíos, con un enfrentamiento entre las líneas de violín y la orquesta realmente brillantes. Finalmente, no olvida incluir piezas del folklore judío que añaden una dimensión más a la banda sonora, acercando la música aún más al pueblo que representa el centro de la historia de la película. “La lista de Schindler” es una banda sonora única, que desafía la norma de las habituales composiciones dramáticas, optando por estas referencias inteligentes al folklore, junto con una orquestación simple y sincera, cargada de tristeza. Este es el gran secreto de la banda sonora.

 

 

La película arrasó en los premios de la Academia de 1993 (entre muchas otras ceremonias), proporcionando a Spielberg su primera merecida estatuilla al mejor director. Y no solo eso: demostró que cualquier locura terrible y real, no importa cuán horrible sea, puede ser elegantemente retratada de una manera digna en una película. Pero el elemento crucial que lo demuestra es la banda sonora de John Williams. Su trabajo en esta obra fue de tal magnitud que otra de sus grandes bandas sonoras, “Parque Jurásico”, estuvo a pnto de relegarse al olvido y considerarse menos importante.

Es muy complicado limitarse a describir los elementos técnicos de la partitura, porque no haría justicia a su eficacia como un conjunto muy efectivo. Aquí no hay ninguno de esos complejos elementos de acción habituales en la música de Williams en los 90, esta vez nos acerca a los horrores que vemos en la pantalla con una música de belleza tan primordial que destila angustia romántica en cada uno de sus giros y variaciones. De todas las colaboraciones que ha hecho con solistas, incluyendo la última con Perlman en “Memorias de una geisha”, ninguna ha sido tan abrumadoramente efectiva como la de esta cinta. El uso del violín en “La lista de Schindler”, ese elemento histórico y simbólico con el tema, así como la propia interpretación de Perlman y la orquesta es una de esas fórmulas perfectas que ocurren en un determinado tiempo y una ejecución específica. Una de esas conjunciones astronómicas que solo se dan en contadas ocasiones.

 

 

 

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Ediciones discográficas
Afortunadamente MCA puso la banda sonora a disposición de todos los aficionados al estreno de la película en 1993. Con más de una hora de música, y aunque incluye algunos errores de información, la música es capaz de hablar por si misma. Una vez que se pone en el equipo y empiezan a sonar esas primeras notas del tema principal es imposible no dejarse llevar. Uno de esos discos indispensables en cualquier colección, de las que se disfrutan con un buen vaso de vino al lado.

 

 

Anterior entrega de Las grandes B.S.O.: Las grandes B.S.O.: “Aliens, el regreso” (1986), música de James Horner.

 

 

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