OPERACIÓN RESCATE
“En ocasiones, el disco nos ofrece detalles como la respiración del vocalista entre estrofas cargadas de inspiración o el sonido de sus dedos resbalando sobre las cuerdas de una guitarra acústica”
Disueltos Los Enemigos, Josele Santiago reaparece solo en 2004, con nuevo nombre y una colección de canciones con textos muy cuidados en los que reivindica su espacio. Francisco Sierra Ballesteros rescata su debut en solitario, “Las golondrinas etcétera”.
Josele Santiago
“Las golondrinas etcétera”
EMI MUSIC SPAIN, 2004
Texto: FRANCISCO SIERRA BALLESTEROS.
Hay tantos métodos para aliviar una resaca como seres humanos pisamos el suelo de este planeta que deberíamos de compartir: tomar duchas tibias, ingerir suplementos vitamínicos e ibuprofenos, beber infusiones y caldos extraños, alguna cerveza más en pleno suplicio… el mío consiste en buscar en la estantería un disco digno de una confianza ciega. Así que, durante las pasadas Navidades, he de confesar que “Las golondrinas etcétera” ha dado alguna que otra vuelta en mi reproductor musical.
Se trata del trabajo con el que Josele Santiago decidió emprender una arriesgada carrera en solitario. Más incierta si cabe teniendo en cuenta que Los Enemigos firmaron su defunción (después resucitarían, pero por aquel no existía la más mínima sospecha) en el momento de mayores réditos económicos tras una larga y, en ocasiones, dura trayectoria.
Con el cadáver de la banda madrileña todavía caliente, su líder decidió probar encima de los escenarios otro formato, nuevas canciones un tanto alejadas del estilo enemigo, y hasta cambió de nombre. Afortunadamente el material recién nacido cosechó mejores resultados que el fugaz bautismo como Maestro Pocero y la maquinaria comenzó, de nuevo, a rodar bien engrasada.
Tras comprobar que Nacho Mastretta era el productor adecuado para este debut, y después de la pausa de unos meses para cuadrar agendas con unos ocupados Luca Frasca, Ricardo Moreno, Pablo Navarro y Pablo Novoa, los mencionados músicos grabaron, durante una semana de octubre del año 2003, las canciones que servirían como carta de presentación de Josele como máximo responsable de un proyecto musical. Catorce años más tarde, las trece composiciones que se esconden tras la fotografía captada por Luis Baylón siguen brillando con un poder que desconoce fechas de caducidad.
Más espacio para la voz
Este disco supone el inicio de un nuevo camino en el que el compositor llevará por bandera la búsqueda de espacios en los que su voz gane protagonismo. Una jugada bastante lógica, teniendo en cuenta que textos como los suyos son dignos de ser entendidos a la perfección sin que el cantante se vea obligada a emprender una lucha titánica contra el resto de componentes para hacer llegar el mensaje a oídos de los interesados seguidores. Sucede hasta tal punto que, en ocasiones, el disco nos ofrece la posibilidad de degustar detalles tales como la respiración del vocalista entre estrofas cargadas de inspiración o el sonido de sus dedos resbalando sobre las cuerdas de una guitarra acústica.
Entre los momentos álgidos de este trabajo destaca la soberbia interpretación del tema compuesto por V. Cordero, popularizado por Chavela Vargas y titulado ‘Con las manos vacías’. No es extraño que alguna lágrima rodara por el estudio de grabación entre cables, instrumentos, mesas de sonido y demás útiles.
También merece especial atención la exquisitez de algunos de los textos. Por ejemplo, en ‘Sin perdón dormid’ un dios enfurecido espeta lo siguiente al conjunto de la humanidad:“Apreciad el dolor / saboread lo único que tenéis./ Mi mejor regalo./ Mi única ley./ Llamadla vuestra.”
Tres cortes antes, durante ‘Soldado limpiando un fusil’, escuchamos la rotunda voz de nuestro protagonista clamando los siguientes versos: “Nos dan pan:/ Esa es la señal./ Tenías hambre/ y te quejabas, gañán. / Al menos vivías / en paz.”. Junto a ellas, nos deslumbra ‘Borrico’, una sublime canción de amor desesperado basada en un texto tan inspirado que se hace imposible seleccionar unas pocas palabras.
Las tres canciones se grabaron despojadas de adornos musicales con el fin de potenciar la enorme capacidad de transmitir emociones que esas palabras, y no otras, tienen al juntarse en ese preciso orden. Una decisión tan acertada como la de utilizar todo el potencial de los enormes músicos a disposición para poner a bailar los pies del oyente en ‘Rompes mi canción’.
Lo que empezó proyectándose como un acto de reencarnación, terminó maravillando tanto a la prensa especializada como a un público desprovisto de prejuicios y militancias férreas. Este primer trabajo en solitario del ex –y a la vez, futuro– enemigo terminaría por convertirse en uno de los mejores discos nacionales del año 2004 para la inmensa mayoría de publicaciones musicales. Además, un número considerable de sus canciones permanecen, a día de hoy, fuertemente adheridas al repertorio utilizado por el señor Santiago durante sus directos fuera de Los Enemigos.
Tras más de una década salvándome el pellejo, era hora de devolver un poco de todo lo que me ofrecieron (ofrecen y ofrecerán) estas maravillosas golondrinas acompañadas de su correspondiente etcétera. Para ellas este rescate con su correspondiente operación.
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Anterior entrega de Operación rescate: “Going blank again”, de Ride.