Las flores salvajes de Tom Petty

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COMBUSTIONES

«Uno de esos raros músicos que logran acuartelarse junto a sus más preciados recuerdos, armado de canciones irreales de tan bellas»

 

En su columna semanal, Julio Valdeón desbroza Somewhere you feel free, el documental de Mary Wharton sobre la concepción de uno de los grandes discos del añorado Tom Petty, Wildflowers.

 

Una sección de JULIO VALDEÓN.

 

Supongo que ya saben que está disponible en YouTube, gratis y con subtítulos, el documental Somewhere you feel free. Dedicado a la gestación de Wildflowers, aquella estampida de canciones susurradas, entre la electricidad y la euforia, de un Tom Petty (1950-2017) más libre, dulce y nostálgico, más melancólico y más beatle, más folkie y más resplandeciente que nunca. El de Florida venía de registrar ya un disco en solitario, producido por Jeff Lynne, Full moon river, que sirvió como apeadero temporal y correría libérrima al margen de los Heartbreakers. El adulterio a sus compinches conoció un par de nuevas entregas con los Traveling Wilburys, la ígnea excursión junto a Roy Orbison, Bob Dylan, George Harrison y el citado Lynne, que produjo al supergrupo y también el regreso de Petty con los Heartbreakers, el inolvidable Into the great wide open (1991), que por cierto cobija, kilo a kilo, mi colección favorita entre las suyas.

Petty necesitaba respirar. Mantener el pulso consigo mismo. Aprender de otros. Embriagarse con el vértigo de enfrentar nuevos retos. Lo logró, a mediados de los noventa, con ese Wildflowers que le produjo Rick Rubin, nombre insoslayable del hip hop ochentero y hombre renacentista al que debemos, por ejemplo, la sensacional serie de discos finales de un vapuleado y renacido Johnny Cash. Conviene aclarar que la escapada de Petty no fue a una isla desierta para rodearse de músicos ignotos. En Wildflowers trabajan profusamente todos los Heartbreakers, Mike Campbell, Benmont Tench, Howie Epstein y Steve Ferrone en sustitución de Stan Lynch. Pero en esta ocasión como escuderos o secundarios. Sin voz ni mucho menos voto. Lejos de someter al grupo a sus caprichos y obsesiones, Petty concibió una vía secundaria para seguir con ellos pero a su bola, mientras que el grupo recuperaba sus galones no bien la aventura volviera a llevar el nombre de todos en portada (She’s the one en 1996, Echo en 1999, etc.).

Por su lado Rubin, que poco antes había telefoneado a la discográfica de Petty para ofrecerse a producirlo y fue despachado sin contemplaciones, volvía a demostrar que no hay como pelear por lo que realmente anhelas (trabajar con Petty o Cash) sin importarte ni las expectativas ajenas ni las dificultades consustanciales a los desafíos sin quitamiedos. A partir de cintas de vídeo grabadas durante la creación de Wildflowers y la gira subsiguiente, nunca vistas hasta ahora, Mary Wharton, directora del documental, ha pasado de montar una misa laica y hagiográfica con aire de making off edulcorado. Su Somewhere you feel free tiene el aroma de los productos no escriturados de antemano, sin moralejas ni sermones. Una película obligatoria para quienes extrañamos a Petty y necesaria para los que, sin todavía conocerlo, están a punto de encontrar a uno de esos raros músicos que logran acuartelarse junto a sus más preciados recuerdos, armado de canciones irreales de tan bellas.

Anterior entrega de Combustiones: Spiritualized: Jason Pierce y el lirismo descarnado.

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